La acción colectiva detonada por los problemas del agua aporta análisis, intercambio de conocimientos y configura nuevas alternativas técnicas y de auto-gobernanza para bien mejorar nuestro futuro en relación con el agua.

POR HELIODORO OCHOA GARCÍA, PROFESOR DEL CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE FORMACIÓN Y VINCULACIÓN SOCIAL DEL ITESO

En las últimas décadas se han multiplicado y agudizado los conflictos socioambientales por el agua y la tierra en todo el mundo y, es mediante la tierra que se obtiene acceso y control sobre otros recursos naturales como el agua. A partir de exhaustivas sistematizaciones internacionales y locales de casos de conflictos, se observa que alrededor de 40 por ciento de ellos tienen relación con el agua; particularmente con la contaminación de ríos y lagos, redistribución de los derechos de acceso, asignaciones de grandes volúmenes para la minería y la agroindustria, así como la privatización de servicios públicos de agua; se incluye además, la construcción no consensada y operación privada de grandes infraestructuras como presas, acueductos y plantas desalinizadoras.

En muchas ocasiones, los conflictos involucran un proceso de apropiación o acaparamiento de aguas.  Kay y Franco del Transnational Institute indican que “actores poderosos asumen el control de valiosos recursos y cuencas de agua para su propio beneficio, privando de ellos a las comunidades locales cuyo sustento depende de estos recursos y ecosistemas”. Este fenómeno se relaciona también con un despojo en la toma de decisiones respecto al agua, incluyendo el poder de decidir cómo y con qué fines se utilizan los recursos hídricos, ahora y en el futuro. De acuerdo con Allan, la política del agua, la gestión y la (re)asignación de derechos de acceso implica un proceso político inevitable que involucra relaciones de poder, coaliciones y discursos.

En nuestro contexto nacional y particularmente en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), las políticas del agua han tenido implicaciones sobre el desarrollo territorial, en la agricultura y en la gobernanza. Al igual que la agricultura, el agua tiene un carácter multifuncional y encierra también diferentes valores y beneficios (monetarios y no monetarios) que adoptan los diferentes agricultores y usuarios del agua. Sin embargo, la literatura sobre conflictos generalmente se enfoca en estudios de caso, enfatizando las disputas, así como los reclamos de justicia donde se incorporan aspectos de economía distributiva, injusticia social y violación a derechos humanos, desplazamiento poblacional forzado, daño ambiental, así como afectaciones a la salud pública y a los medios de vida.

Heliodoro Ochoa García es profesor del Centro Interdisciplinario de Formación y Vinculación Social del ITESO. Puedes contactarlo al correo hochoa@iteso.mx.

En el marco institucional y jurídico contemporáneo, la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH) destaca la importancia de la participación y la inclusión de la sociedad, el gobierno, los movimientos sociales y el sector privado como actores relevantes en la gestión del agua. Sin embargo, también se advierte que el diálogo con las instituciones encargadas de la gestión del agua puede romperse cuando el proceso de deliberación no es efectivo y la opinión ciudadana no es tomada en cuenta, lo cual es más probable que suceda si el Estado favorece intereses ajenos a las necesidades de la sociedad.

Al analizar la co-evolución en las formas de gestión del agua se puede descubrir una historia entrelazada entre el campo y la ciudad. Sin embargo, ante las diversas crisis y conflictos que se han presentado por el agua, se observa que la política y medidas implementadas distan todavía de lograr una gestión integral del agua y consolidar una gobernanza más sustentable de este bien común, pues los retos son muchos.

El desarrollo de los conflictos sociales por agua demuestra la posibilidad de transformarse en alternativas y contribuir a resolver la crisis del agua (o mejor dicho, la crisis de gobernanza). Los crecientes esfuerzos de organizaciones sociales han aportado a construir nuevas instituciones más acordes al contexto territorial-ambiental donde se encuentran. En este sentido, la construcción de alternativas nace de una variedad de situaciones problemáticas que detonan la acción colectiva de actores locales en alianza con externos, quienes a través del intercambio de conocimientos, configuran nuevas alternativas técnicas y de auto-gobernanza para bien mejorar nuestro futuro en relación con el agua.

Los movimientos de resistencia (alrededor del AMG y otras regiones de Jalisco) ya trascendieron las luchas locales y comienza a extenderse la idea de una “revolución del agua” que propone transformar de raíz las nociones básicas del agua como un bien común (no como recurso) y mejorar las prácticas de acceso en favor de la sustentabilidad con equidad, solidaridad y justicia que ayude a preservar la diversidad de los medios de vida.