La Comisión para Atender Asuntos de Género y el Comité Interdireccional para la Igualdad de Género rindieron cuentas de su trabajo. Aunque todavía hay mucho por hacer y otro tanto por corregir, señalan que hay avances en el tema dentro de la Universidad.  

 

Los procesos siempre son perfectibles, porque las cosas siempre se pueden hacer mejor. Y cuando se trata de asuntos de género, en los que se involucran muchas aristas sociales, culturales, incluso económicas, mucho más. Lo importante es avanzar y trabajar y corregir sobre la marcha. Eso es lo que han venido haciendo la Comisión para Atender Asuntos de Género y el recientemente creado Comité Interdireccional para la Igualdad de Género del ITESO, dos instancias que están trabajando para erradicar la violencia y la desigualdad dentro del campus desde un enfoque que tiene por objetivo formar antes que castigar. 

En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, ambas instancias realizaron una comparecencia para informar los avances de sus trabajos. En el caso de la Comisión, Claudia Alcocer, su coordinadora, presentó el informe de actividades correspondientes al periodo 2019-2020, con el objetivo, dijo, “de cumplir con la transparencia y aportar elementos de análisis de la violencia de género en la comunidad universitaria”.  

Alcocer señaló que en el periodo correspondiente se recibieron 15 casos en la Comisión, de los cuales se resolvieron 12 y cuatro más del periodo anterior (2018-2019), quedando pendientes de resolución tres casos. Explicó que cada uno sigue un proceso diferente y que, en promedio, cada caso se lleva aproximadamente 40 horas de trabajo. También aclaró que “no todos los acercamientos a la Comisión se convierten en denuncias. Muchos de los casos que atendemos tienen que ver con consultas y orientaciones a la comunidad universitaria”, explicó y añadió que en el último año la comisión ha realizado 291 consultas y diligencias. 

De los 15 casos recibidos este año, Claudia Alcocer detalló que fueron denunciados doce estudiantes, dos profesores y un administrativo. En el caso de los estudiantes, los hechos estuvieron relacionados con envío de imágenes, aproximaciones físicas (previo al confinamiento) y discurso de discriminación, entre otros. En el caso de los profesores, se trató de abuso de poder, hostigamiento sexual presencial y virtual y aproximaciones físicas.  

Sobre las sanciones, señaló que en el caso de los estudiantes consisten en cursar asignaturas de género, realizar trabajos de investigación sobre el tema, reparación del daño e incluso suspensión temporal o condicionamiento de los derechos universitarios. Para el personal, las sanciones pasan por el condicionamiento de la permanencia en la planta laboral o la no recontratación definitiva. 

“La Comisión realiza un trabajo indispensable para sumar al plan institucional que apuesta por la prevención. Creemos que es más importante formar que sancionar y que es necesario un cambio de paradigma en las relaciones, así como visibilizar el esfuerzo que se está haciendo por crear espacios de aprendizaje seguros e incluyentes”, mencionó Claudia Alcocer, y también reconoció en entre los pendientes está la actualización del Protocolo de Atención a la Violencia de Género y mejorar la información hacia la comunidad universitaria por medios institucionales. 

Un nuevo eslabón  

En julio de 2020 nació el Comité Interdireccional para la Igualdad de Género, cuyas labores, explicó en su representación Mariana Espeleta, es generar un diagnóstico del tema en la universidad, crear un plan de acción institucional y diseñar procesos formativos. “Se busca abordar el problema de raíz. La estrategia nace luego de años de esfuerzos de las colectivas de estudiantes, profesores y administrativos, y a ese trabajo ahora se suma la cooperación y el respaldo institucional, porque necesitamos la cooperación de todos”, dijo Espeleta, quien señaló que “así como logramos un campus sustentable, aunque nos costó trabajo, la igualdad de género la podemos alcanzar entre todos si nos lo proponemos”. 

Espeleta expuso que, si bien en los números globales hay paridad entre las y los alumnos de licenciatura, hay algunas carreras marcadamente masculinas, como las ingenierías, y otras con tendencia femenina, sobre todo entre las humanidades. La cifra pierde equilibrio en la matrícula de posgrado, donde hay menos mujeres, y lo mismo pasa entre las plantas docente y administrativa. Aunque hay muchos retos —el diseño del plan estratégico para 2021, implementar espacios formativos, medir avances y mejorar los canales de comunicación, entre otros—, Espeleta señaló que “vivimos un momento inédito por el respaldo de las autoridades universitarias”. 

En la sesión participaron también Gabriel Rivero y Mariana Carrillo, de la comunidad estudiantil, y Marisa Martínez, del Centro de Estudios de Género de la UdeG. Cuando les tocó intervenir, el primero en usar la palabra fue Gabriel Rivero, quien habló en nombre del Colectivo de Diversidad Igualitaria (Codi) y señaló que, si bien es una alegría el trabajo que se está realizando en la universidad, hay cosas que mejorar como, por ejemplo, la inclusión en el Protocolo del tema de la identidad de género y la expresión del mundo. “La comunidad universitaria LGBT+ no está representada en el documento, está invisibilizada”, señaló Rivero, y añadió que es indispensable dejar más claro cuándo un caso es atendible por la Comisión y cuándo no. 

Por su parte, Mariana Carrillo, del Colectivo ReduC y quien dijo hablar a título personal como estudiante, señaló que también es necesario poner atención “a la violencia normalizada. El Protocolo no considera las pequeñas violencias. Hay que hacer un análisis profundo de la situación, porque me parece impactante que sólo dos hombres han presentado denuncias cuando sólo yo personalmente he sabido de por lo menos cuatro casos. Se necesita un cambio de conciencia, más que sanciones”. 

Antes de expresar sus coincidencias con los estudiantes, Marisa Martínez se dijo entusiasmada por el trabajo que se ha realizado en el ITESO, mismo que ella ha estado acompañando como asesora para los diagnósticos. Explicó que todos los procesos son perfectibles, y que el que está siguiendo la Universidad “es muy valioso porque se está abordando de manera articulada. En otras universidades se trabajan iniciativas aisladas de la institución, pero acá se está conformando algo que puede convertirse en una instancia permanente”. La investigadora dijo que el tema de género es algo que no se resuelve de manera simple, por lo que son necesarias metas claras en el corto, mediano y largo plazos. Además, dijo, es importante trabajar el tema desde un abordaje de taller, para que las personas puedan mirar hacia adentro porque “las violencias muchas veces son prácticas aprendidas y no reflexionadas”. 

Sobre los comentarios, tanto Claudia Alcocer como Mariana Espeleta reconocieron lo que calificaron como “deuda” con la comunidad LGBT+ de la universidad, y también coincidieron en la importancia de mejorar los procesos de comunicación para que la comunidad universitaria esté bien informada de cómo proceder en el caso de tener dudas, inquietudes o denuncias. 

Finalmente, quedó abierta la invitación a comunicarse a través del correo comisiongenero@iteso.mx para atender cualquier situación relacionada con el tema de género. 

“Las violencias muchas veces son prácticas aprendidas y no reflexionadas”, por lo que son importantes los talleres que ayuden a reflexionarlas y desterrarlas. Marisa Martínez 

Aunque hay muchos retos —el diseño del plan estratégico para 2021, implementar espacios formativos, medir avances y mejorar los canales de comunicación,  “vivimos un momento inédito por el respaldo de las autoridades universitarias”.
Mariana Espeleta