En la sesión de aniversario del Café Scientifique, Karina Kloster, investigadora de la UACM, cuestiona el paradigma del progreso y la modernidad como parte de un conjunto de omisiones y actos que agotan los recursos naturales, entre ellos el agua dulce

Sólo transformando el modo en que nos relacionamos entre nosotros podremos cambiar el modo en que nos relacionamos con la naturaleza y con el agua, para así romper el paradigma del progreso y la modernidad a fin de que el agua de consumo humano deje de ser un problema para las sociedades y un reflejo de la desigualdad. 

Ésta y otras ideas fueron tratadas en la edición del 19 aniversario del Café Scientifique, el pasado martes 5 de septiembre en la Casa ITESO Clavigero. La invitada en esta ocasión fue Karina Kloster, investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), con la charla “¿Por qué el agua es un problema?”.  

“El agua no es un problema, el problema somos nosotros, que debemos tener una relación con el agua de mejor manera. Tenemos información a mares, tenemos el universo a disposición, Google es Dios; sin embargo, muy pocas veces esa información se transforma en acción”, dijo la académica.  

La conversación partió de la evidencia de que el agua es un elemento esencial para la vida en el planeta, y por lo tanto un derecho humano inalienable. No obstante, aunque las legislaciones son muy claras al respecto, lo cierto es que la realidad dista de lo que las leyes disponen. Además, es un bien común, compartido con el resto de los seres vivos de la Tierra, dado que el ciclo hidrológico lo utilizan miles de formas de vida y se ha mantenido históricamente; sin embargo, con todas las transformaciones humanas, lo que parecía un recurso infinito hoy escasea.  

“Tenemos una crisis sistémica en la forma en que nos estamos relacionando entre nosotros y en la forma en que nos relacionamos con los recursos. Si seguimos progresando en eso que pensamos que es riqueza, eso está destruyendo el planeta. Hay un estudio que dice que si todos viviéramos al estilo de consumo de Estados Unidos, necesitaríamos cinco planetas para abastecernos. Yo no digo que no quieras progresar en la vida: más bien, ¿no tendríamos que cambiar el paradigma de cómo se progresa?”, cuestionó la académica. 

En la plática, se habló sobre dos vías para abordar la problemática del agua: la primera se refiere al ámbito pleno de la lucha social por el derecho al agua, en el que está en juego la dignidad de la vida humana: “Somos parte integral de todo, y el derecho al agua es algo que tiene que ser dado, pero solo será dado cuando sea luchado. También está el derecho de la naturaleza al agua: no sólo tenemos que vivir nosotros, tenemos que vivir con el resto de los seres vivos en el planeta”.  

Del otro lado está la acción individual, pero con visión y efecto de conjunto –el “actuar local, pensar global”–, es decir, a partir de los datos, tener la conciencia de transformar la información en conducta cotidiana, lo que supone el máximo grado de voluntad: “Todo nuestro consumo es absolutamente contradictorio. Es cierto, no podemos hacernos cargo de toda la irresponsabilidad del mundo, pero también nuestras relaciones son inercias, el día a día, cepillarnos los dientes sabiendo que el dentífrico va a contaminar el agua. La única forma es reelaborar las cosas que parecen como dadas, viéndolas desde otra perspectiva”. 

La velada avanzó entre cuestionamientos de los presentes, así como de las personas conectadas en línea; entre reflexiones teóricas, pero también con alusiones a causas concretas, como la de las mujeres mazahuas del Estado de México, que luchan por el abastecimiento de agua para sus comunidades, o el estudio de modelos de abasto de agua más democráticos y menos invasivos, mediante la utilización de tecnologías ancestrales como galerías filtrantes, cenotes o jagüeyes (aguajes, aljibes u ollas de agua), construidos sobre depresiones del terreno, que permitían almacenar agua proveniente de escurrimientos superficiales. 

Esta sesión del Café Scientifique se llevó a cabo en vinculación con el Seminario Permanente de Estudios del Agua del ITESO y la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (Ausjal). La próxima sesión se realizará el martes 3 de octubre, a las 19:30, también en la Casa ITESO Clavigero, con el tema “¿Para qué sirve la ciencia?… Si es que sirve para algo”, a cargo del científico argentino Alberto Kornblihtt. 

FOTO: Zyan André