Luis Arriaga Valenzuela, SJ, rector del ITESO y presidente de la AUSJAL, habló en la Semana del Medio Ambiente de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro sobre la manera en que las universidades construyen alternativas frente a la pandemia y la crisis ambiental 

En el marco de la Vigésimo Sexta Semana del Medio Ambiente de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro cuya temática fue la “Ética socioambiental en las universidades en tiempo de pandemia”, Luis Arriaga Valenzuela, SJ, rector del ITESO y presidente de la Asociación de las Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL), se presentó en el segundo día de actividades para hablar sobre las acciones de las 30 universidades que conforman AUSJAL durante la pandemia por la Covid-19.

La primera parte de su intervención se centró en hablar de la desigualdad de América Latina – la región más desigual del planeta –, inequidad que tiene el correlato de las injusticias ambientales que afectan a sectores de la población que son excluidos, “de manera que se agudizan sus dificultades para el cuidado de la vida, sus familias, sus comunidades y sus pueblos”, dijo.  

Esta desigualdad y pobreza tienen también el correlato de la vulnerabilidad, ya que son las y los hijos de las familias empobrecidas, que de por sí reciben educación de menor calidad, quienes ahora abandonan las escuelas, ya que muchos de estos niños y jóvenes carecen de acceso a Internet o a las clases televisadas. También influyen los bajos salarios, la inseguridad, la precariedad de los servicios. Los contagios y las muertes por Covid-19 se concentran en esta población, que se vuelve aún más vulnerable. 

Desde un punto de vista ambiental”, explica Arriaga, “la realidad es poco alentadora: participamos de un ecosistema planetario que se acerca vertiginosamente a límites que ponen en riesgo la existencia misma de los seres humanos y de muchas otras especies. El deterioro ecológico no es sino consecuencia de un modelo de desarrollo antropocéntrico, es decir, detrás de la ética está un modelo de ser humano que también se ha centrado, a través de la historia, desde un modelo antropocéntrico y eso tiene que ver con el tema que nos ocupa”.

El Rector señaló que es el trabajo de los universitarios revisar autocríticamente el papel que la humanidad ha jugado a lo largo de la historia, y especialmente durante los últimos decenios, en el desarrollo de esta crisis ambiental, “pero nos corresponde, sobre todo, asumir un liderazgo en la construcción de alternativas; se requieren estudios que puedan generar nuevos modelos de producción y organización social que aporten a un mejor mundo.”  

Desde la Compañía de Jesús se entiende esta pobreza, la desigualdad, el abismo económico entre países, la migración y la violencia como fuerzas altamente interdependientes que influyen en nuestro futuro común.  

“No es posible plantear soluciones a ninguno de estos problemas que no pase por un cuestionamiento radical a los modos de producción injustos que acrecientan cada vez más la enorme brecha que existen entre ricos y pobres. Son los sectores más desfavorecidos las principales víctimas de los cambios de la crisis ambiental”, señaló Arriaga.  

“Esta crisis no es natural”, dijo”, “es producto de la actividad humana y, por lo tanto, es reversible. Si nosotros la causamos podemos revertirla si tomamos ya las acciones adecuadas.” 

Entonces ¿cuál es el rol de las universidades de AUSJAL frente a esta crisis ambiental? 

“Como instituciones que resguardan, crean y difunden conocimiento, las universidades tenemos en esta tarea una alta responsabilidad con nuestras casas de estudios, espacios privilegiados para la construcción de alternativas”, mencionó el Rector del ITESO, antes de compartir los cinco ámbitos específicos en los que las universidades pueden incidir en este desafío:   

Transformar la manera en que hemos entendido lo socioambiental, dejando atrás las visiones duales de ser humano – naturaleza, sino tener otra visión de ser humano más centrado en la naturaleza, trabajando desde una fuerte articulación de las disciplinas y construyendo nuevos paradigmas que transformen de manera radical los actuales modelos de producción y de consumo. […] El programa de Derechos Humanos y Ecología Integral que AUSJAL ofrece en colaboración con la Red Eclesial Panamazónica refleja en su nombre el abordaje interdisciplinar y complejo que lo caracteriza. Ahí participan 70 defensoras y defensores del territorio amazónico y de quienes lo habitan, y colaboran de manera colectiva, sinodal con los pueblos indígenas y comunidades campesinas que conforman la zona de la Amazonía. Se trata de un esfuerzo normativo que pretende impulsar una educación ambiental profunda. 

  1. Desde nuestros campos de especialidad. Es nuestra obligación aportar investigaciones y soluciones tecnológicas de alta incidencia a los problemas ambientales de nuestras regiones, en el entendido de que por sí solas serían insuficientes, pero que, articuladas desde una visión radicalmente transformadora, son aportes a una salida de alcance global. Es el caso de los más de 100 nuevos proyectos científicos, tecnológicos y humanísticos que las universidades de AUSJAL han impulsado como respuesta a las necesidades de la sociedad desde el inicio de la pandemia. 
  1. Gestionar un conocimiento pertinente que ayude a los diversos actores involucrados en estos temas, especialmente a los gobiernos, a impulsar políticas públicas y a tomar decisiones que favorezcan el bien común y cuiden los entornos naturales. Es preciso presentar investigaciones serias que respalden la necesidad de cambio con argumentos sólidos, deberíamos valernos de nuestro trabajo y de la reputación que tenemos para realizar investigaciones de calidad y presentar posiciones claras en una incidencia directa.  
  2. Denunciar con toda claridad la inacción o las acciones inadecuadas de los diversos poderes en relación a estos temas. Parte de esta misión en las universidades jesuitas de América Latina es dar seguimiento a los compromisos adquiridos con los gobiernos de nuestros países y hacerlos exigibles para nuestras sociedades.  
  3. Comenzar por nuestras casas y con medidas concretas para el bienestar de las personas y el cuidado del medio ambiente. Nuestras universidades deben de ser entornos educadores que prefiguren el mundo queremos construir, que demuestre que sí es posible gestionar el territorio y el ambiente de otra manera. En consonancia con esto, el ITESO tiene la certificación de cumplimiento ambiental voluntario emitida por la Secretaría del Medio Ambiente y Desarrollo Territorial, y en el ranking internacional de GreenMetric figura como la primera universidad privada en México que promueve el manejo y el cumplimiento ambiental sustentable.