Miguel Bazdresch fue el primer Procurador de Derechos Universitarios del ITESO. Para él la función del Procurador es que las y los universitarios conozcan sus derechos, para poder ejercerlos y defenderse de lo que consideren injusto.
La justicia es un valor que evoluciona en todas partes del mundo. También en el ITESO. ¿Justicia? Tengo tres definiciones preferidas: “Principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece”; “Derecho, razón, equidad”, y “Conjunto de todas las virtudes, por el que es bueno quien las tiene” (rae.es).
¡Chin! Todas son muy difíciles de lograr. La cosa es que después de platicar con Miguel Bazdresch Parada, me parece que él las personifica, sin ser perfecto –nadie lo es—. ¿Que quién ese señor? Nada menos que el primero que ocupó la responsabilidad de Procurador de Derechos Universitarios en este lugar, en 1998. El cargo, por cierto, es honorario; eso quiere decir que nadie cobra por ser procurador en el ITESO.
Se puede decir que Miguel Bazdresch Parada es uno de los primeros habitantes del ITESO, y uno de los que más trayectoria personal y académica, pues llegó a la universidad apenas seis años tras el ingreso de la primera generación en 1958 (bit.ly/2O9cOog). Estudió Ingeniería Química, entre 1964 y 1969 y su historia aquí continúa.
¿Cómo es que un ingeniero químico llegó a ser Procurador de derechos universitarios del ITESO?
Empecé a trabajar en el ITESO en 1970; no como profesor, sino en el entonces departamento de Integración Comunitaria. Nos empeñamos en modificar el servicio social que hacían los alumnos. El jesuita Raúl Mora, SJ, que fue rector entre 1970 y 1972, quería que el servicio fuera más que un trámite burocrático; que tuviera una utilidad social genuina. Por eso, desde entonces se propuso algo similar a lo que ahora son los PAP. En grupos interdisciplinarios, los estudiantes se acercaban a las comunidades vulnerables. Luego me invitaron a la Secretaría Académica —yo era el hombre orquesta en esa oficina—, cuando Xavier Scheifler, SJ fue rector, entre 1972 y 1974. Participé en la elaboración del Estatuto Orgánico del ITESO de 1974 [en el cual se pactaron por primera vez y de forma oficial los principios de la vida universitaria]. Luego estudié la Maestría en Investigación y Desarrollo Educativo, en la Universidad Iberoamericana y cuando volví al ITESO empecé un experimento de innovación educativa. Fui el primer responsable de la Maestría en Educación … Creo que me eligieron procurador porque conozco muy bien al ITESO y he participado en sus estatutos.
¿Por qué las autoridades del ITESO pensaron que sería bueno tener un procurador de derechos universitarios?
Hubo dos antecedentes importantes. El primero es que, desde el primer Estatuto Orgánico, el de 1974, se creó el Tribunal Universitario [que sigue en funciones]. Además del presidente, el Tribunal incluye a universitarios que van cambiando, según el caso que se revise o a petición del Rector. Pueden ser alumnos, profesores, empleados administrativos… El segundo antecedente ocurrió alrededor los años 90, cuando el entonces Rector decidió cobrar el estacionamiento y un grupo de estudiantes, casi todos de carreras de ingeniería, se enojó y cerró el paso al ITESO. El caso se fue al Tribunal que estudió los hechos y fue conciliador entre las partes del conflicto; al final, el estacionamiento no se cobró ese año y los estudiantes organizaron un encuentro de ingeniería, para reparar los daños que ocasionó su protesta.
Cuando se revisó el Estatuto, entre 1994 y 1996, Xavier Scheifler reflexionó que los estudiantes y los profesores no saben defenderse cuando lo necesitan, porque no conocen los reglamentos del ITESO. Se concluyó que se necesitaba el trabajo de alguien que no emita un juicio sobre un asunto, sino que ayude a presentar un caso; que le muestre los reglamentos a quien tiene una queja. En la UNAM existe la figura de un defensor de los derechos universitarios, pero el ITESO buscaba un procurador que le muestre los reglamentos, a quienes tienen una queja. En 1998 esta disposición se puso en práctica y el rector David Fernández, SJ, fue quien me nombró procurador.
¿Mucha chamba?
Lo primero que hice fue una cartilla para informarle a la gente la existencia del Procurador de Derechos Universitarios y qué dicen los reglamentos del ITESO*. También acordamos algunas reglas para la recepción de las quejas: quien está inconforme debe escribir una carta donde expone su caso –eso obliga a que la gente revise si es una queja o una molestia—. Con base en la queja, se consulta de la legislación de la universidad y se pide a los involucrados un informe.
Todavía hasta ahora, los asuntos que se atienden tienen relación con conflictos entre profesores, de estos y otros trabajadores con sus jefes, de alumnos que perdieron una clase. Uno muy recurrente es la queja de los y las estudiantes contra los profesores por distintas causas, entre ellas las calificaciones.
Aquel primer año, once casos merecieron mi intervención.
¿Recuerdas esos primeros casos del Procurador de Derechos Universitarios?
De algunos. Los integrantes de un grupo de homosexuales organizados eran molestados por otro grupo de estudiantes. Unos muchachos señalaron a un profesor de cantinflear. Cuando el acusado leyó la queja, se enojó mucho: “¿Cómo que cantinfleo?”. Al final, el asunto se resolvió. Un profesor se quejó de que un alumno le abrió su locker. Fue un lío porque el que le abrió el locker fue su jefe, porque alguien lo había acusado de sobornar a sus estudiantes. En el locker, el jefe —que por supuesto no debió abrir nada sin consentimiento—, encontró una botella. Esa mediación fue complicada. Algunas personas se arrepintieron de su queja…
Nos dimos cuenta de que, en algunos casos, es común que haya apreciaciones y juicios que no tienen razón de ser a la hora que los analizas, pero pueden agrandar un problema cuando una de las partes insiste.
¿Por qué es bueno el Procurador de Derechos Universitarios en estos momentos?
Porque sigue ocurriendo que quienes integran la comunidad universitaria no conocen sus derechos y no los ejercen. Muchas veces, cuando hay un problema los implicados gritan, en vez de llevarlos a las instancias que los pueden resolver. Muchas, las propias autoridades desconocen los derechos universitarios y actúan como reyes antes los conflictos.
Cada vez existe más conciencia de que hay que arreglar las cosas, pero no de que hay que recurrir a reglamentos para hacerlo.
Pero las reglas deben ser pedagógicas. De nada serviría que los implicados en un conflicto no conozcan las herramientas para discutir y defenderse. Al final se trata de eso; de que la ley sirva para decirte cómo hacerlo. Y el procurador debe fomentar un aprendizaje sobre la resolución de los conflictos. Un mediador, antes que un acusador.