Este miércoles 6 de noviembre celebramos al ITESO, nuestra casa común. Un proyecto educativo que se ideó y creció en comunidad y con un talante transformador y de frontera.

Esta es la historia de una alberca que en vez de esculpirse hacia abajo se esculpió hacia arriba. Se transformó en el ITESO.

Esta es la pequeñísima historia de cinco de sus casi 30 piedras, cápsulas del tiempo placas y estelas fundadoras.

Dicen que todo comenzó en 1956, cuando un grupo de padres de familia se reunió con el sacerdote jesuita Luis Hernández Prieto, SJ, para ver cómo juntaban dinero para construir una piscina en el Instituto de Ciencias. Imagínate una escena de Guadalajara ese año. Entre toda la población la ciudad apenas llegaba a 1.7 millones de habitantes, muchos de los cuales vivían en áreas rurales, según los censos de la época. En la radio —y vaya que se escuchaba—, sonaban Elvis Presley, Frank Sinatra y Chuck Berry lanzaba Roll Over Beethoven. Las señoras elegantes llevaban vestidos en forma de lápiz y las jóvenes, crinolinas. Los chicos se vestían con sacos extra grandes y se echaban harta goma en el cabello. La Guadalajara con escenas rurales empezaba a volverse la gran ciudad, con la ampliación de las avenidas del centro histórico y el proyecto de una “autopista alrededor de la ciudad”.

La plática de los padres de familia y la recaudación de fondos con Luis Hernández, SJ se transformó en el sueño del nacimiento de una universidad, que comenzó con algunas carreras, en septiembre de 1958, en el centro de Guadalajara y, piedra sobre piedra, se transformó en lo que es hoy.

Este texto es parte de una serie en la que puedes participar con tus versiones y relatos. www.iteso.mx/historias. #HistoriasITESO. Los esperamos pronto.

FUENTE DE LOS BIENAVENTURADOS

Bienaventurados los que sin ver creyeron [Juan 20: 27-29]. Bienaventurados los que viendo continúan creyendo”, se lee en la fuente que está entre la Rectoría y la Cafetería Central del ITESO. La frase se refiere a la historia de Tomás, el incrédulo, ante la resurrección de Cristo. La fuente, a los fundadores y los primeros egresados del ITESO. No es el monumento más viejo; se colocó en 1983, unos 27 años después de que un grupo de personas tuvo las primeras reuniones que fueron el génesis del ITESO. ¿Por qué empiezo por aquí? Para contarte que los primeros empresarios, profesores y estudiantes fueron de veras aventados. Aunque el ITESO se constituyó el 31 de julio de 1957 y comenzó las clases en septiembre de 1958, los fundadores le batallaron mucho para financiarlo; los profesores daban clases sin sueldo y los estudiantes hacían carreras sin título, pues la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Secretaría de Educación Pública y la Universidad de Guadalajara le habían negado al ITESO la incorporación. Al final, el reconocimiento oficial de estudios fue otorgado por la UNAM el 11 de noviembre de 1968. Por eso, el tercer miércoles de noviembre se celebra el Día del ITESO y por eso esta semana vamos a contarte una parte de su historia.

MONUMENTO A LA PRIMERA PIEDRA

El ITESO no nació en el sitio que ocupa hoy, pero he aquí el monumento a la primera piedra del campus. Está en el jardín a espaldas de la Capilla y a un costado del Centro Universitario Ignaciano. Cuando en 1961 se donó el terreno que ocupa el campus, no existían ni un periférico ni un Camino al ITESO; puros sembradíos. Miguel Bazdresch recuerda que en 1964 ya estaban los edificios A, la estructura del C, que por falta de dinero se fue haciendo en cuartos, un cascarón del edificio B, y un tejabán para guardar herramientas de siembra, en lo que hoy son las cabañas del edificio N, de Promoción Cultural. José Aguilar había solicitado que lo dejaran sembrar mientras la “Ciudad ITESO” crecía. Entonces gran parte de la vida universitaria ocurría en el Edificio A, aunque la Rectoría y la Escuela para Secretarias —leíste bien— seguían en la Casa de los Abanicos, y la de Ciencias Químicas, en el barrio de El Santuario.

TRES VALIENTES

¿Notaste que en el jardín a un costado de la Cafetería Central hay un trío de estelas? Cada una nombra a los hombres que no sólo creyeron, sino realizaron las acciones necesarias para que el ITESO sea posible: Raúl Urrea Avilés, José Fernández del Valle y Ancira, y Roberto de la Torre Castañeda.

José Fernández del Valle estaba en el grupo de padres que queriendo una alberca hicieron una institución. Fue el primer rector y presidente de la Asociación Civil de la Universidad. Por eso, recibió los ataques de los primeros tiempos —dicen que hasta lo pasearon con una pistola en la cabeza—. Él pidió que la formación académica del ITESO se encomendara a los jesuitas y encabezó la negociación para la donación de los terrenos del campus. A principios de los años 60 del siglo XX, Raúl Urrea encabezó una recaudación para construcción de la universidad naciente; juntó cuatro millones de pesos (hoy serían unos 50 millones). Entre 1967 y 1976, fue el tercer presidente de la Asociación civil del ITESO. Roberto de la Torre Castañeda fue un héroe. Acuérdate que al principio de su vida, el ITESO no tenía dinero. En 1965, Roberto de la Torre asumió la presidencia de ITESO, AC; creía tanto en el proyecto que se endeudó y puso como aval a su fábrica de refacciones; además destinó una parte de sus ganancias para financiar el proyecto.

DESCANSO DE LAS ESCALERAS DEL EDIFICIO B

Fechada en septiembre de 1967, esta placa recuerda a Don José Aguilar Figueroa, “por haber donado los terrenos en que se construye la Ciudad ITESO”.José Aguilar fue uno de los 111 fundadores de esta universidad. Se dice bien fácil, pero entre 1956, cuando surgió la idea, y 1961, las facultades funcionaban en tres sedes; el edificio que está a un costado de la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, sobre la calle Independencia, en el centro de Guadalajara; la Casa de los Abanicos, en la colonia Americana y en la calle Pedro Loza, en el barrio de El Santuario.

El ITESO era tan joven que no se sabía dónde iba a quedar. El 3 de diciembre de 1961, José Aguilar decidió donar las 38 hectáreas que le pertenecen al ITESO. Él deseaba construir una ciudad universitaria, quizás con el concepto de la Ciudad Universitaria de la UNAM.

MEDIO SIGLO SE DICE FÁCIL

La Plaza de los 50 años se inauguró en septiembre de 2008, durante los festejos por el medio siglo del ITESO. La diseñó el arquitecto Jorge Tejeda. En ese momento, cada uno de sus monolitos representaba un decenio de vida de la universidad. En la celebración habló Cristina Romo Gil, una de las veteranas de la universidad; de las primeras profesoras de la carrera de Ciencias de la Comunicación, numeraria y emérita, hoy jubilada: “Señalar, significar, simbolizar, todo para guardar la memoria y mantener la hospitalidad hacia nuevos sentidos. Espero de todo corazón que estas estelas sean permanentes astas para renovar nuestro compromiso de que no bajaremos las banderas del ITESO”, expresó, emocionada. Bajo una de las lozas de la Plaza de los 50 se colocó una cápsula del tiempo, con los nombres de los alumnos, profesores y trabajadores que habitaban el campus en ese momento. En el ITESO existen alrededor de 15 cápsulas sembradas bajo algunas piedras, fuentes y lozas… Pero esa es una historia que te contaremos después.