El salario mínimo en México es el más bajo de América Latina, según la Organización Internacional del Trabajo. Sin embargo, economistas y empresarios opinaron en el ITESO que incrementarlo no sería benéfico para el país, sino una medida populista.
Con 67.29 pesos se pueden comprar en Guadalajara, un par de pesos más o menos, dos litros de leche, una bolsa de pan integral y medio kilo de huevo. O tres kilos de arroz. O un kilo de jamón. O dos kilos y medio de pollo. O casi dos kilos de queso panela o adobera. O poco más de tres kilos de manzanas.
Ese es el actual salario mínimo diario aprobado en México por la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami) para el área geográfica A –donde están Jalisco o la Ciudad de México–, mientras que para el área B –Sinaloa, Zacatecas o Colima, entre otros– es de 63.77 pesos.
Es de los más bajos entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) y el más bajo de América Latina, según la Organización Internacional del Trabajo; el poder de paridad de compra de México (lo que se puede comprar con ese salario) está por debajo de Nicaragua, El Salvador o Bolivia.
Alemania implementará el salario mínimo por primera vez en su historia a partir del 1 de enero de 2015. Este será de 8.5 euros por hora, es decir, unos mil 160 pesos diarios.
Además, hay expertos que afirman que es un salario inconstitucional, porque no cubre las necesidades básicas de los trabajadores que estipula el Artículo 123; Ricardo Barbosa, de la Confederación Patronal de la República Mexicana en Jalisco (Coparmex Jalisco), afirmó en el ITESO que es una cifra “vergonzosa”, mientras que en la misma reunión, el profesor y economista de esta universidad, Sergio Negrete, señaló que dicho monto es “patético”.
Aun así, ambos se oponen a que el salario mínimo en México pase de 67.29 a 82.86 pesos.
¿Por qué no hay que aumentar el salario mínimo?
Barbosa y Negrete aseguraron en la mesa de diálogo “Aumentar los salarios, ¿ocurrencia populista o sensatez económica?”, organizada por la Cátedra Konrad Adenauer en la Biblioteca del ITESO, que al no venir acompañado por una mayor productividad del país, el aumento propuesto en agosto por el gobierno del Distrito Federal generará más inflación y no es más que una medida populista y electorera por parte de Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno capitalino.
“En realidad prácticamente nadie gana el salario mínimo en México, está superado por las leyes del mercado… se ha convertido más en una unidad de medida, en una unidad de cuenta. No es el salario real en México”, aseguró Barbosa.
“El salario promedio real de los trabajadores formales en México es de 285.78 pesos diarios; no es cierto que tengamos uno de los salarios mínimos más bajos de todos los países”.
En México, calcula el INEGI, 6.7 millones de personas empleadas formalmente ganan el salario mínimo, el más bajo de América Latina con 121 dólares, cuando el promedio en la región es de 262 dólares.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), directamente afirmó que el salario mínimo en México viola la Constitución, al no cubrir las necesidades básicas de las familias. El mismo organismo denunció que México es uno de los países latinoamericanos que no mostró recuperación en este rubro durante la última década, propiciando que el poder adquisitivo de la población sea dos veces menor al salario de 1980, lo que ha agudizado la desigualdad en el país.
“¿Por qué parece ser que estamos en contra de que la gente gane más? Porque no se puede, no es que no quisiéramos, ojalá que se triplicara el salario”, inició Negrete, quien con base en datos del Fondo Monetario Internacional enlistó los números de crecimiento acumulado de varios países latinoamericanos entre 2000 y 2013: México, 8%; Perú, 64.9%; Uruguay, 53%; Colombia 48%; Honduras, 28%; Brasil, 30.9% y Guatemala 12.1%.
“Nos han dejado muy atrás. Tenemos que hablar de aumento de la productividad, no de aumento de salarios”.
¿Por qué sí hay que aumentar el salario mínimo?
En la mesa también participaron Ignacio Román, investigador del ITESO, y Ricardo Becerra, subsecretario de Desarrollo Económico del Gobierno del Distrito Federal, quienes defendieron la oficialmente bautizada como “Política de recuperación del salario mínimo en México y el Distrito Federal”.
“Los salarios en México son significativamente inferiores que en Sao Paulo, Lima, Buenos Aires, Río, Bogotá o Santiago de Chile, y no es por una productividad menor”, señaló Román, quien apuntó que con esos 67 pesos, la Conasami está violando el artículo primero de la Constitución Mexicana y el Artículo sexto del Pacto Internacional para los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas.
“La productividad media de México da, y de lejos, para tener ingresos significativamente superiores. Tenemos caída de salarios y un aumento de productividad. Las remuneraciones medias por hora trabajada son 3.4% inferiores en el sector manufacturero formal a las de 1993 [según cifras del INEGI]”.
Román, doctor en el área de Ciencias Económicas por la Universidad de París VII, subrayó que el aumento al salario mínimo en aras de activar el mercado interno no debe hacerse de manera aislada, sino que debe venir acompañado de diversas medidas, entre ellas la aplicación de estímulos fiscales a las micro y pequeñas empresas en lugar de los favores fiscales que el gobierno mexicano dispensa a las grandes (Televisa, Grupo Carso, TV Azteca o Walmart).
“México es un paraíso de monopolios”, dijo.
En el bando “a favor del incremento” y como representante del gobierno capitalino, Becerra negó cualquier interés “electorero” detrás de la propuesta de Mancera.
“El mercado formal de México está pagando por debajo de la línea de pobreza alimentaria, los 82.86 pesos que sugiere el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, [Coneval]. Es una cifra objetiva medida mucho antes”, expresó el funcionario.
“La propuesta del Gobierno del Distrito Federal no es una ocurrencia, sino un asunto de absoluta urgencia que tiene el país de colocar un piso, aunque sea un poquito más arriba, que evite esta nueva oleada del empobrecimiento económico en el país”. Texto Enrique González Foto Luis Ponciano