Por Priscila de Alba, egresada de Ingeniería Química del ITESO y única latinoamericana integrante del proyecto científico Under the Pole II.

 

Hace ya más de un año que mi aventura polar comenzó.

Priscila acomoda los víveres que utilizará la expedición de Under the Pole II

Priscila acomoda los víveres que utilizará la expedición Under the Pole II

En octubre de 2013, los creadores de la expedición francesa Under The Pole II, Ghislain Bardout y Emmanuelle Périé-Bardout, me ofrecieron participar en su segunda expedición de buceo submarino en el Ártico.

Mi misión consiste en gestionar las provisiones del barco, cocinar y ser la asistente científica a bordo del WHY, un velero de 20 metros en el que 12 personas trabajan para el proyecto. Después de un mes de espera en París, por fin en marzo 2014 llegué a Nuuk, capital de Groenlandia, para descubrir mi cabina a bordo y comenzar la acción. Durante nueve meses hemos recorrido la costa oeste de Groenlandia teniendo como objetivos principales la exploración en buceo, el estudio de varios programas científicos y el acercamiento a la cultura groenlandesa.

Navegamos del sur hasta la latitud 80°23’N y finalmente descendimos al fiordo de Uummannaq (latitud 70°40’N) para buscar un lugar adecuado en el cual pasar el invierno/hibernar.

Por el término “hibernar” quiero dar a entender que el barco será inevitablemente bloqueado por el hielo cuando el agua del mar se congele; no podremos volver a navegar hasta aproximadamente mayo de 2015.

Después de recorrer el fiordo de Uummannaq en busca de bahías protegidas de viento, encontramos un sitio frente un pueblo inuit (esquimal) de 200 habitantes llamado Ikerasak. La expedición fue presentada a la población local para obtener su aprobación para instalarnos. Además, la experiencia de los pescadores y cazadores es importante para conocer los periodos de viento, hielo y movimiento de icebergs. Después de dos meses de búsqueda, por fin podíamos ponerle foto a lo que sería nuestro hogar para los próximos ocho meses.

Una vez escogido el sitio, la logística invernal podía comenzar. Tres idas y vueltas en barco fueron necesarias para transportar todos los víveres hacia nuestra zona de hibernación. Por lo menos tres toneladas de comida, 11 tambores de gasolina, 20 botellas de gas, esquíes, trineos de nieve, sin olvidar los incontables rollos de papel de baño que con tanta tinta anoté en la lista de “No olvidar”.

Priscila 2

Fueron días pesados de carga y descarga a temperaturas de -15 grados centígrados, con un viento que nos congelaba los dedos mientras acomodábamos las cosas bajo la tenue luz que cada día mengua 30 minutos. Una parte de la carga la dejamos en cajas herméticas para protegerla de animales y de la humedad, mientras que la otra la acomodamos en los lugares más recónditos del barco –bajo mi cama, en las trampillas del baño, bajo el sillón, por todos lados donde abrimos–, con la idea de utilizarla en lo inmediato. Con escasas tres horas de luz, esperamos la llegada de nuestra doctora para posicionar al WHY en su destino final.

Al contrario de Guadalajara, donde el día se divide casi perfectamente en día y noche, en la latitud en la que nos encontramos (20°39’N) nos tocan 60 días de noche polar, donde el sol no sube encima del horizonte; un periodo en el que seguramente el ritmo biológico de nuestro cuerpo batallará para acostumbrarse a trabajar constantemente bajo los lúmenes de una lámpara frontal.

Paradójicamente, es el periodo más bello para el buceo, puesto que la ausencia de luz implica una escasa o nula actividad de fitoplancton, lo que se traduce en menos partículas en el agua, es decir, más visibilidad. Espero monitorear toda esta “inactividad” con el material científico que tenemos a bordo del WHY.

httpv://www.youtube.com/watch?v=5ZVuDJiPzX8

Mientras tanto, pasaremos nuestras fiestas decembrinas iluminadas con la ayuda de lámparas y velas, donde grandes aventuras, emociones y encuentros nos esperan bajo el manto oscuro de la noche.

Fotos © Lucas Santucci/Under The Pole