Estudiantes de ingenierías del ITESO diseñaron y construyeron desde cero un vehículo tipo Fórmula 1, con el que participaron en la competencia internacional Fórmula SAE 2025, en Michigan. El diseño de su propuesta destacó entre las presentadas por las universidades mexicanas. 

Por Diana Alonso

Con pasión, ingenio y muchas horas de trabajo, un grupo de estudiantes del ITESO logró diseñar y construir un auto monoplaza que llevaron hasta Míchigan, Estados Unidos, para competir en la Fórmula SAE 2025. Su vehículo fue reconocido con el primer lugar en la categoría de diseño entre las universidades mexicanas participantes. 

“No tanto por el sentido estético, sino por el diseño funcional. Es decir, que todos sus componentes sí tengan una razón de porqué están ahí y de porqué se hizo así”, explicó Santiago Pérez Bouquet, estudiante de Ingeniería Mecánica y encargado del chasis.  

El equipo ITESO Fórmula SAE, integrado actualmente por 25 alumnos de diversas carreras como Ingeniería Mecatrónica, Industrial y Mecánica forma parte del ITESO Racing Team, una comunidad estudiantil que también incluye a los grupos de ITESO Karting e ITESO Electratón.  

“Fue a partir de una pasión en conjunto que supimos enfocar para poder aplicar nuestros conocimientos de ingeniería y también de otras áreas”, explicó Diego Soltero, uno de los líderes del equipo y estudiante de Ingeniería Industrial.  

El proyecto, completamente gestionado y financiado por alumnos nació en 2021 con un grupo de entusiastas de la ingeniería automotriz. Sin embargo, fue hasta 2023 cuando tomó forma real bajo el liderazgo de Juan Vázquez, estudiante de Ingeniería Mecánica, Andrea de la Torre, egresada de Ingeniería en Biotecnología y Soltero.  

Un esfuerzo colectivo  

No sabían cómo construir un auto. Lo que sí sabían es que estaban dispuestos a terminar uno para la competencia de este año. Desde el chasis, el sistema de frenos, la electrónica y la aerodinámica del vehículo fueron diseñados y manufacturados por los estudiantes quienes se organizaron por áreas. 

“Fue un trabajo de mucho aprendizaje, de mucha investigación y saber cómo desarrollarlo sobre la marcha principalmente. Gracias a los maestros que nos dieron asesoría pudimos tener mucho apoyo en la parte técnica”, mencionó Omar Vela, estudiante de Ingeniería Mecánica, encargado del área de frenos.  

Para la construcción trabajaron diariamente, incluso en fines de semana. “Hubo días que sí llegamos a madrugar. Estar trabajando y que nos den las dos o tres de la mañana”, añade Vela. 

Como si este reto no hubiese sido suficiente, se enfrentaron a algo igual de complicado: el financiamiento. “Tuvimos que organizar rifas, vender nieves, maicitos, aprender de ventas. La parte monetaria era algunas veces limitante, de si iban a poder ir a la carrera o no”, dijo Kamila Contreras, estudiante de Mercadotecnia y Dirección Comercial, cuyo papel en el equipo es la difusión en redes y conseguir patrocinios. 

La odisea a Michigan 

Después de la emoción de terminar el auto, tuvieron que desmontarlo. La solución que encontraron para poder trasladar algo de esas dimensiones a Estados Unidos fue rentar una furgoneta a la que le quitaron los asientos. Soltero condujo acompañado de un amigo y de Jorge Chimal, coordinador de la Maestría en Ingeniería y gestión de calidad 

“Tuvimos que pasar por muchos lados, dormir en lugares muy extraños, pero a fin de cuentas lo logramos. Fue una experiencia muy grata, muy divertida. No lo volvería a hacer”, bromea Soltero, quien viajó de vuelta a Guadalajara con el profesor Juan Pablo Mora, del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales (DPTI).  

Ya en Michigan, el equipo enfrentó las rigurosas pruebas técnicas de la competencia. Aunque no lograron pasar la prueba de ergonomía, la experiencia de viajar hasta allí, conocer la inmensa pista de carreras y recibir la retroalimentación de personas de empresas como SpaceX, Ford, Chevrolet, Toyota, Honda y General Motors fue invaluable.  

“Nos felicitaron porque era un coche muy bueno para ser de primer año […] Ahí fue donde yo sentí emoción; me sentí bien por lo que estábamos haciendo”, dijo Pérez Bouquet.  

Más que un coche 

Además del aprendizaje técnico, las y los estudiantes subrayaron el crecimiento personal y profesional que implicó su participación en el proyecto. Reconocieron también el acompañamiento de sus profesores, la disposición y compromiso de cada integrante del equipo, así como la apertura y solidaridad de otros competidores, quienes no dudaron en compartir sus conocimientos durante las pruebas. En particular, resaltaron el apoyo del equipo de la Universidad Panamericana (UP), que los orientó en las etapas iniciales del proceso. 

Actualmente, el grupo ya trabaja en las mejoras necesarias con miras a competir nuevamente en la Fórmula SAE 2026.  

 

 FOTO: Zyan André