La Brigada de Realidades Indígenas del ITESO, se proyecta estratégicamente en hacia diferentes escenarios en Chiapas.

Un grupo de alumnos se encontró con comunidades Autónomas Zapatistas; otro participó en la producción de café, miel o jabones de miel en la Misión de Bachajón, confiada a los jesuitas, y un tercer grupo convivió en comunidades pertenecientes a la Sociedad Civil de las Abejas de Acteal, en el municipio de Chenalhó.

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En este tercer grupo estaba Sofía Vega (décimo semestre de Arquitectura), a quien le tocó vivir junto a sus compañeros de grupo en Zajalchen, una de las comunidades más importantes de Las Abejas, lugar de nacimiento de esta organización constituida por diferentes comunidades a principios de los 90.

El Centro Universitario Ignaciano alberga diversos voluntariados dentro del proyecto Comunidad en Servicio, de los cuales se desprende el de Realidades Indígenas, donde se invita a los universitarios a vivir el encuentro con diversos pueblos originarios, entre ellos los tzotziles y tzeltales de los altos de Chiapas.

“Nunca había tenido trato con ninguna realidad indígena, literal, la verdad no sabía lo que me iba a encontrar”, relata Sofía, quien llegó al sureste mexicano en enero del año pasado

“Llegas a conectarte con todo, te sientes parte de todo, de la montaña, de tus amigos, de ti”

Durante su estancia escuchó las historias que relataban la fundación de Las Abejas, el sentido de su lucha en resistencia pacífica y su permanente exigencia de justicia ante los actos criminales de los que han sido víctimas, entre ellos un negro episodio de la historia mexicana: la masacre de Acteal.

Los días en Zajalchen se desarrollaban al compartir esas y otras historias con la comunidad, salir a pasear por las montañas, ir a cortar leña, pizcar café, separar los granos y por las tardes asistir a los ensayos del Coro de Acteal, recuerda Sofía.

“Nos llevaron a un recorrido por las montañas, [son sagradas para ellos, pues es lo más cerca que puedes estar de Dios]; íbamos por la punta de una montaña mientras nos contaban una historia de sus antepasados y nos hacían reflexionar acerca de lo que estábamos viendo, de lo que éramos nosotros; fue un momento especial, llegas a conectarte con todo, te sientes parte de todo, de la montaña, de tus amigos, de ti”, comparte la estudiante de Arquitectura.

“Te das cuenta de cómo todo es un conjunto y realmente no hay límites”. A partir de esta experiencia Sofía marca un antes y un después en su vida; Chiapas le permitió conocerse y ver quién era: “Había vivido cosas que no era yo; me pude conocer, quererme y aceptarme, puedo decir que me acercaron a Dios y entonces así pude entregarme más, estar bien conmigo y lo que me rodea, reconocer que realmente no regresas igual, que no puedes seguir siendo la misma”, menciona.

Abrirse al encuentro con otras realidades, con otros pueblos, con manifestaciones culturales diferentes capaces de convertirse en detonantes de procesos personales y comunitarios, es parte de lo que se busca al participar en este voluntariado.

“Creía que solamente iba a observar y a escuchar, y no a cambiar. Creía que la riqueza provenía del dinero y no del espíritu. Creía que la tierra era un simple recurso para satisfacer mis necesidades y no la que daba vida a estas. Creía que el ser profesionista era trabajar y ganar dinero, pero no un medio para poder compartir con los demás. Creía en la desconfianza, estar siempre a la defensiva ante cualquier situación para así evitar salir lastimada. Creía en mi ego. Creía que mi lucha no estaba en Guadalajara y que tenía que salirme para encontrarla”.

Si deseas vivir la experiencia de formar parte de un voluntariado en el ITESO ingresa a la página www.cui.iteso.mx o escribe a voluntariadocui@iteso.mx. Texto Voluntariado Comunidad en Servicio Fotos Centro Universitario Ignaciano