Quienes se dedican a la presentación de música en vivo fueron las y los primeros afectados económicamente por la contingencia por el Covid-19, que tal vez sea de los últimos sectores en reactivarse. Las y los estudiantes del PAP «Mirar la ciudad con otros ojos» analizan el futuro de los talentos que dan vida a la música independiente.

POR DANIELA RIVERO-BORRELL MARTÍN Y SERGIO ‘MONKI’ RUEDA ZEPEDA, ESTUDIANTES DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN Y DE GESTIÓN CULTURAL, RESPECTIVAMENTE

El Covid–19 llegó a México de forma inesperada. Para quienes estamos vinculados laboralmente a la presentación de música en vivo el paro de actividades por la contingencia fue un duro golpe, pues los eventos masivos fueron los primeros que se suspendieron, y tal parece que serán de las últimas actividades en reactivarse.

Nosotros, Daniela Rivero–Borrell, estudiante de Ciencias de la Comunicación, cantante y músico en eventos sociales — he cantado en el ITESO —, y Sergio “Monki” Rueda, estudiante de Gestión Cultural, técnico en conciertos de artistas locales, vemos con perplejidad cómo nuestras actividades se detuvieron de forma repentina debido a las medidas sanitarias ante la pandemia, y así sucedió con la mayoría de las personas que trabajan en este sector.

¿Cómo confronta la industria de los conciertos en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG) los efectos de la pandemia en este sector, la manera en la que esta comunidad ha reaccionado y se ha reorganizado, y la importancia de esta actividad para la economía local? Es el tema que te planteamos y que responde a nuestro trabajo de investigación de PAP Mirar la ciudad con otros ojos: memorias e identidades.

Daniela Rivero, además de participar en actividades culturales en el ITESO, personificó a la Dra. Luna en la obra FamiliAnormal, que se presentó el 11 y 12 de abril del 2019.

Daniela Rivero, además de participar en actividades culturales en el ITESO, personificó a la Dra. Luna en la obra FamiliAnormal, que se presentó el 11 y 12 de abril del 2019.

 

De la artesanía e ingenio autodidacta a la profesionalización de la producción musical

Guadalajara ha sido siempre un semillero de artistas. No por nada en los años sesenta y setenta fue llamada “la Capital del Rock”. La brecha la abrieron Los Blue Boys, The Spiders en los sesenta y, casi una década después, Stone Facade, Toncho Pilatos y La Revolución de Emiliano Zapata, son algunos grupos que llenaron con sus propuestas musicales la escena primigenia del rock mexicano. Con un flash apantallante, los reflectores nacionales e internacionales abrieron sus ojos y voltearon hacia la escena local.

Pero ¿quiénes eran los que instalaban esos reflectores? ¿Quiénes conectaban los cables y montaban el sonido?

En aquella época dorada no era sencillo adquirir equipo de sonido ni de iluminación. A diferencia de los sofisticados equipos que hoy colman los escenarios del Corona Capital, el Tequila Sound Festival o el Vive Latino, las bandas sonaban con los amplificadores y los instrumentos al aire y algunas bocinas para las voces. Lo más accesible era comprarlos en tiendas como Musical Lemus o Casa Wagner. Los grupos se presentaban con su propio equipo en los bailes de los casinos de la ciudad. Eran los amigos de estos grupos los que cargaban y operaban el sonido. El papel del técnico o “ingeniero” apenas existía.

A estas bandas las siguieron los fabulosos ochenta, con proyectos como Maná, Rostros Ocultos, Azul Violeta, El Personal y Megatón.

La historia de la producción técnica en la industria de la música en el AMG comienza a escribirse a partir de la década de los ochenta, cuando los recursos y la tecnología disponible en la ciudad aún eran limitados. “No existían los equipos que existen hoy. Las bocinas las teníamos que armar aquí. Íbamos a Estados Unidos y de fayuca nos traíamos los componentes. Básicamente éramos autodidactas”, dice Fabián Serrano, production manager. Hacían verdaderas obras artesanales, copiando, como mejor podían, los modelos de bocina de las compañías estadounidenses profesionales. Tampoco había disponibilidad de equipos de iluminación profesional. “Te las ingeniabas para poder hacer una consola conectando directamente los cables y con un desarmador cerrabas el circuito, armábamos nuestros botes tal cual con latas de chile y comprabas el foco en el centro”, cuenta Serrano.

No fue hasta el surgimiento de la escuela de audio Dynamix, fundada por Mauricio “Magú” Ramírez —egresado de Administración en Área Computación del ITESO 1983–1987—cuando comenzó la profesionalización de este sector. De esta escuela salieron los ingenieros de audio que dan vida a conciertos de artistas de la escena local como Siddhartha, Sabino, Caloncho, La Garfield, Alejandro Fernández o Maná. Posteriormente, compañías de audio como ACME, Pro Sound, Musical Express, Star Producciones y ProColor, algunas derivadas de las tiendas de instrumentos y equipo con el mismo nombre, cubrieron la demanda de equipo profesional de audio, iluminación e instrumentos, lo que impulso la capacitación y certificación por parte de los trabajadores de la industria. Lo que en un comienzo era un equipo de personas que hacían de todo con equipos caseros y artesanales, evolucionó a equipos de trabajo más grandes y especializados.

Salón de clases de Dynamix en la cochera de casa de los papás de “Magú”.

Salón de clases de Dynamix en la cochera de casa de los papás de “Magú”.

“Nosotros casi siempre subcontratábamos todo lo que era el PA, todo lo que es el sonido hacia la sala o hacia el área de conciertos. Hay proveedores de diferentes costos y diferentes calidades, nosotros nos adaptábamos al presupuesto de cada evento, pero casi siempre eran dos o tres empresas de subcontratación”, comenta Manuel Orozco, productor y músico.

Los conciertos han evolucionado desde entonces: se han llenado de productores, ingenieros de audio o iluminación, diseñadores de contenido multimedia, stage managers, técnicos de escenario, managers, tour managers, riggers, personal managers, choferes y cargadores, todo un mundo de trabajadores.

¿Cuáles de estos diferentes trabajos son considerados por las bandas y artistas locales? ¿Cuántas organizaciones o empresas culturales y creativas existen en Guadalajara alrededor de este sector? ¿Dónde estudian, cómo se capacitan y actualizan? ¿Qué tan preparados están los trabajadores de este sector en el AMG? ¿Son reconocidos y respaldados laboral, social, económica y políticamente?

¿Hacia dónde se dirigen ahora que la contingencia sanitaria por el Covid–19 ha dejado una estela de desempleo en el ámbito de la música independiente? Esto es lo que investigamos en las próximas semanas y lo reportaremos aquí en CRUCE. Seguiremos trabajando.

 

Daniela Rivero–Borrell Martín y Sergio “Monki” Rueda Zepeda son estudiantes de las carreras de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación y de Gestión Cultural, respectivamente. Este artículo se deriva de la investigación “Fuera de los Reflectores: La industria de los conciertos de las bandas independientes en el AMG en tiempos de Covid–19”, que realizan en este periodo de Verano 2020 del PAP Mirar la ciudad con otros ojos: memorias e identidades.