Apreciar e investigar las obras arquitectónicas que se encuentran a lo largo de la Ruta del Peregrino fue uno de los temas de investigación del PAP Mirar la ciudad con otros ojos. 

Texto y fotos de Valeria Sánchez Aldana

 

Mi interés por la Ruta del Peregrino surgió gracias a mi maestro Alejandro Guerrero, quien en su clase de Diseño arquitectónico nos habló del Land Art. Ahí me surgió la curiosidad de entender este tipo de intervenciones y por qué muchos arquitectos de mi generación las desconocen, como las que hicieron varios artistas y arquitectos mexicanos y de otros países en esa ruta tradicional. 

Entre los años de 2008 y 2011 se realizó en esta ruta una intervención de ocho proyectos arquitectónicos coordinada por la Secretaría de Cultura de Jalisco, con la finalidad de ofrecer a los peregrinos espacios para que la gente pudiera comer, descansar y hacer sus necesidades; también tuvieron la idea de realizar algunos espacios simbólicos para enriquecer la ruta con experiencia más sensoriales a lo largo del recorrido. Dada la idea de la intervención fue ahí cuando la secretaria de Cultura contactó a los arquitectos Tatiana Bilbao y Derek Dellekamp para desarrollar el plan maestro. Este plan consistió en invitar arquitectos y artistas mexicanos y de distintas partes del mundo, como Ai Weiwei, HHF, Christ & Gantenbein, Elemental, Luis Aldrete, Emiliano Godoy y Rozana Montiel. Cada uno tuvo la oportunidad de intervenir diferentes sitios de la ruta creando espacios con diferentes perspectivas y significado para proporcionar reflexión entre los peregrinos.  

Decidí planear una visita para poderlas apreciar. Le conté a mi papá y decidimos ir juntos. Un amigo de él vive en Ameca — uno de los puntos de la ruta — y con su ayuda tuvimos una experiencia muy placentera. Visitamos tres de las obras, que expongo a continuación. 

Capilla Abierta de la Gratitud [foto de portada]

Es una obra de los arquitectos mexicanos Tatiana Bilbao y Derek Dellekamp, construida en el pueblo Las Lagunillas. Son cuatro muros verticales de color blanco que se levantan cortando la línea del cielo, en un terreno delimitado por unos pequeños muros de mampostería. Los cuatro muros tienen una orientación al norte, sur, este y oeste, en una formación de cruz. También se asemejan a los monolitos y las estelas de tiempos prehispánicos.

Mirador Cerro del Obispo

Obra de los arquitectos suizos Emanuel Christ y Christoph Gantenbein en Las Lagunillas, construida en el pico del Cerro del Obispo, con una elevación de más de 2,000 metros. Se trata de una estructura de concreto blanco de 27 metros de altura; una columna de formas curvas, hecha para mirar al cielo. La columna cuenta con un ingreso lateral.Una vez adentro el peregrino puede tener un momento de contemplación, ya que la estructura, sin ventanas, tiene una abertura en el techo que invita a mirar al cielo. La luz cenital se refleja en las paredes y crea una atmósfera cálida. Afuera hay puestos y toldos para que las personas puedan descansar, comer y comprar recuerdos. 

Santuario Estanzuela

Obra de los arquitectos suizos Emanuel Christ y Christoph Gantenbein en Las Lagunillas, construida en el pico del Cerro del Obispo, con una elevación de más de 2,000 metros. Se trata de una estructura de concreto blanco de 27 metros de altura; una columna de formas curvas, hecha para mirar al cielo. La columna cuenta con un ingreso lateral.Una vez adentro el peregrino puede tener un momento de contemplación, ya que la estructura, sin ventanas, tiene una abertura en el techo que invita a mirar al cielo. La luz cenital se refleja en las paredes y crea una atmósfera cálida. Afuera hay puestos y toldos para que las personas puedan descansar, comer y comprar recuerdos. 

La Ruta del Peregrino data de mediados del siglo XVIII, cuando la gente caminaba para visitar el lugar donde se dice que se apareció la Virgen del Rosario de Talpa. Parte de los municipios de Ameca, Guachinango, Mixtlán, Atenguillo y Mascota hasta llegar al santuario de la virgen, un trayecto de 117 kilómetros en total. Cerca de tres millones de personas recorren la ruta cada año. Desde que las obras se abrieron al público la gente empezó a apropiarse de ellas de diferentes maneras, dejando inscripciones, marcas y ofrendas. 

El proyecto de intervenciones generó mucho interés en el extranjero. La Ruta del Peregrino forma parte de la colección de arquitectura emergente del Museo Pompidou y se publicó un libro sobre estas obras, además de artículos en diarios y revistas de todo el mundo. Paradójicamente, sigue siendo desconocida en el país, aunque con el paso de los años esta situación parece cambiar poco a poco. 

Con mayor promoción y difusión la Ruta del Peregrino atraería a un importante turismo de arquitectos, artistas y gente en general, lo que generaría ingresos que podrían ser utilizados en el mantenimiento de esas obras. 

En el recorrido pude apreciar la falta de señalamiento. Por lo general uno se guía siguiendo a los peregrinos, quienes van dejando sus propias marcas, pero si se va en temporada baja es difícil ir sin un guía. Hay poco mantenimiento a las obras, aunque a veces se limpian los grafitis y los caminos, pero no existen cédulas que expliquen quién es el autor de cada obra y ofrezcan información sobre ellas. Por ejemplo, en la obra de Ai Wei Wei la gente pensó de que ese lugar está destinado para bañar a las vacas. 

Visitar esta ruta, aunque haya sido solamente por unas horas, cambió mi perspectiva de lo importante que es transmitir el arte a todo tipo de personas para involucrarlas y que se sientan parte de ellas y del entorno, que comprendan que esas obras de arte enriquecen la ruta y el paisaje, y les ofrecen un lugar para descansar, rezar y meditar. 

Valeria Sánchez Aldana es estudiante de la Licenciatura en Arquitectura del ITESO. Este artículo es parte de la investigación “La Ruta del Peregrino, de la tradición a la modernidad” que se llevó a cabo en el PAP “Mirar la ciudad con otros ojos. Memorias e identidades” del Verano de 2022.