Tica Moreno, militante feminista y “una curiosa de los temas de tecnología», charló sobre la explotación corporativa de datos y las alternativas antihegemónicas de la tecnología en la clase de Verano Internacional “Equidad y género: respuestas feministas frente a una pandemia desigual” 

Por Isabella Jiménez Robles, estudiante de Periodismo y Comunicación Pública 

La resistencia en el mundo de la tecnología “no se trata sólo de la privacidad de uno, sino de justicia social, ambiental e incluso algorítmica”, de acuerdo con Tica Moreno. 

Renata ‘Tica’ Moreno es socióloga, militante de la Marcha Mundial de las Mujeres en Brasil, integrante de SOF Sempreviva Organización Feminista y “una curiosa de los temas de tecnología”. Analiza la tecnología digital desde el posicionamiento de que “la disputa es posible”, es decir, Tica tiene la esperanza de que el futuro no sea capitalista.  

Moreno y sus compañeras de la Marcha Mundial de las Mujeres luchan por recontextualizar la tecnología desde perspectivas feministas, con críticas al despojo y el poder corporativo. En su trabajo, Tica visibiliza que “la tecnología no es neutra” y existen alternativas fuera de las trasnacionales, lo cual compartió el pasado 30 de junio con la clase de Equidad y género: respuestas feministas frente a una pandemia desigual, de Verano Internacional 2021.  

Tica entró a la conferencia con un par de dificultades técnicas que todo tenían que ver con su posicionamiento político: “Buena parte de las herramientas que utilizamos son propiedad de corporaciones y no son compatibles con el software libre”, dijo al conectarse a la videollamada (con un par de trucos de por medio) desde Linux, el sistema operativo de código abierto.  

Partiendo de ese contexto de resistencias tecnológicas, Moreno explicó que nuestras vidas en las ciudades están organizadas cada vez más en plataformas privadas, que se disputan nuestro tiempo y atención: “Quieren que hagamos todo de nuestras vidas por ellas”. Desde la apertura de espacios de venta en Instagram y WhatsApp, hasta la ampliación de servicios de Uber, o incluso la oferta de aplicaciones que monitorean signos de salud, las corporaciones continúan ganando acceso a más esferas del vivir.  

La pandemia ha acelerado la naturalización del uso de plataformas y de la vida conectada sin que se cuestionen sus mecanismos: “Esa dinámica de poner nuestra vida ahí, siendo organizada por esas plataformas, se vende como una facilidad, pero detrás está esa lógica de las empresas de la datificación: saben cuánto dinero tenemos, con quién hablamos, dónde estamos… No es nada sutil”. 

La datificación es una expresión actual del despojo capitalista; el concepto refiere a la extracción, transporte y procesamiento de datos. Como añadió Tica: la acumulación de capital, con sus sistemas de control y vigilancia, se ha vuelto dependiente de la información que explotan de nuestras vidas, nuestras emociones y nuestro trabajo. En un extremo opuesto al planteamiento feminista de “poner la vida al centro”, la datificación pone los datos al centro.  

“A veces no nos hace sentido lo que nosotras compartimos, pero las empresas tienen la capacidad de cruzar informaciones. En verdad usan todos nuestros datos. Es muy peligroso porque también van interfiriendo en nuestros comportamientos». Tica Moreno

Tica aclaró que el problema va más allá de, por ejemplo, Facebook y su injerencia en las elecciones; la datificación impacta todas las esferas de la vida: en la agricultura, donde por encima del trabajo histórico de la agroecología y los pueblos originarios con la conservación de semillas, se jerarquiza la high tech como supuesta solución de mercado para la crisis ecológica (en realidad, porque provee más valor para el capital). En las ciudades, la precarización del trabajo de personas repartidoras responde a las lógicas explotadoras de plataformas corporativas (el fenómeno de la uberización). 

“A veces no nos hace sentido lo que nosotras compartimos, pero las empresas tienen la capacidad de cruzar informaciones. En verdad usan todos nuestros datos. Es muy peligroso porque también van interfiriendo en nuestros comportamientos”, por lo tanto, Moreno planteó que para construir alternativas antihegemónicas y colectivas es importante: 

  1. No separar la discusión sobre comunicación, tecnologías y la geoorganización de la vida a partir de la digitalización: “Mirarlo como un todo: el sistema y las posibilidades”. 
  2. “Comprender cómo esas cosas, que parecen tan distantes, son parte de nuestros cotidianos”, ya que “no puede ser un tema que no debatimos porque no somos especialistas o conocedoras de los códigos. Entonces está esa iniciativa de comprender los procesos más allá de los términos técnicos”.
  3. Reconocer que la opacidad es un modus operandi de las tecnologías corporativas. Por lo tanto, se debe cuestionar lo profundo y sofisticado de sus alcances: “ver el patriarcado detrás” o, incluso, “seguir la plata” 
  4. Desmontar el discurso de que las aplicaciones te ayudarán a tener autonomía sobre tu cuerpo. 

Asimismo, “el hecho de estar conectado no necesariamente implica datificación; evitarla reduce mucho la energía y los materiales que se necesitan”, detalló Tica recordando el trabajo de la iniciativa Código Sur. Otro posible cambio de lógicas sería cuestionar el que todo deba estar disponible y trabajando las 24 horas: “Eso lo consume todo”. Moreno explicó que estas propuestas no necesariamente solucionan la dependencia de minerales y la extracción en general, pero tener conversaciones sobre cuestiones materiales es vital para la acción colectiva, ya que “cuando comprendemos el límite físico podemos pensar en otras formas de organización”.  

Para Tica, las soluciones partirán de compartir acumulados: experiencias de lucha y conocimientos que informan la organización colectiva. Propuso que el feminismo debe conectar con luchas diversas, de las mujeres y los pueblos campesinos u originarios que crean tecnologías libres, populares y más transformadoras.