La migración se ha convertido en un fenómeno complejo. Cada día, miles de personas deciden abandonar sus lugares de origen para ir en busca de mejores oportunidades de desarrollo personal. El 18 de diciembre es el Día Internacional del Migrante.
Las motivaciones para migrar son muy variadas: oportunidades económicas, motivos familiares, desastres naturales o conflictos armados, son algunas de las razones que mueven a la gente a cambiar de lugar de residencia. Además, la globalización ha impulsado el ánimo de las personas por migrar. Con las tecnologías de la información, nos es más fácil conocer la vida en otros países y conocer la experiencia de otras personas que han migrado.
Sin embargo, en este mundo globalizado la migración parece un fenómeno fuera de control que amenaza la seguridad de las naciones y ha despertado un sentimiento anti-migratorio como pocas veces se había visto en la historia.
Todos los días los consulados de Estados Unidos rechazan miles de solicitudes de visado; en las costas del Mediterráneo cada día arriban de forma clandestina miles de migrantes africanos que son perseguidos por las autoridades europeas con el afán de frenar ese flujo de personas que parece no terminar.
En las grandes capitales europeas cada vez son más frecuentes los estallidos de violencia en contra de las minorías de migrantes que no consiguen adaptarse del todo a las costumbres de los países a los que llegan y terminan por convertirse en grupos segregados, vulnerables a los ataques de xenofobia.
Así, los migrantes se enfrentan a una disyuntiva: abandonar lo que tienen por buscar mejores condiciones de vida, topándose con las hostilidades de aquellos que ven en la migración una amenaza.
En México vivimos esta realidad todos los días. Por un lado, gran parte de la población goza de los beneficios de las remesas –fruto del trabajo de nuestros connacionales que han migrado- y, por el otro, la población se muestra aterrada frente a la creciente cantidad de centroamericanos que cruzan por nuestro país para llegar a Estados Unidos.
De esta forma, los migrantes como grupo social se han convertido en el vertedero de nuestros miedos. A ellos, algunos sectores de la población les suelen atribuir el aumento de la delincuencia o la falta de oportunidades laborales.
Hemos olvidado que la migración es un fenómeno natural que nutre los procesos sociales y que contribuye en buena medida al desarrollo económico de los países adonde llegan los migrantes.
Naciones como Estados Unidos, Canadá, Reino Unido o Francia, le deben en parte su grandeza económica a millones de migrantes que han aportado a ella con su trabajo. Además, la migración ha estimulado la construcción de sociedades multiculturales que ponen de manifiesto la riqueza cultural de nuestra civilización.
Por ello, el Día Internacional del Migrante (18 de diciembre) debe ser una fecha para reflexionar en torno a la imagen que hemos construido sobre las personas que migran, pero sobre todo reflexionar en torno a nuestra actitud frente a ellos, especialmente en nuestro país, el cual goza de los beneficios del trabajo de millones de connacionales que viven en Estados Unidos.
Somo un país de tránsito migratorio, lo que nos obliga a formar parte del debate público en torno a este fenómeno. La migración no debe ser percibida como una amenaza, sino como una oportunidad para nutrir y fortalecer nuestras sociedades.