Las ganas de saber cómo el progreso se volcó en problemas ambientales y afectaciones sociales, llevaron a esta física matemática y especialista en ciencias sociales a desarrollar proyectos de investigación y de divulgación científica para buscar la armonía del progreso a nivel socioambiental. Para Susana Herrera, apasionada de las ciencias exactas y sociales, si se mantiene la educación comprometida como línea formativa, se podrá incidir en el mundo de manera positiva y transformadora. Este 15 de mayo, recibirá del ITESO el reconocimiento a su labor docente, de investigación y divulgación científica con la distinción de Profesora Numeraria.

Susana Herrera Lima es una académica consciente de un país que le duele y le llena de esperanza.

El país —sus desigualdades, su violencia— la preocupan; la preocupa el futuro de los profesionales en una realidad como la que vivimos. La esperanza la pone en la educación y el compromiso de los y las profesoras. “Si logramos mantenernos en la formación de personas comprometidas con su entorno social en cada una de las clases; si mantenemos esa línea, estamos colocando la posibilidad de que quienes egresan incidan en el mundo de una manera más propositiva y transformadora”. Susana Herrera es una especialista en ciencias sociales. En 1999 integró la primera generación de la Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura del ITESO, y más tarde fue la coordinadora de este posgrado, entre 2003 y 2009. Aquí mismo hizo el doctorado en Estudios Científicos Sociales. La sorpresa es que es licenciada en Ciencias Físico Matemáticas, con especialidad en Ciencias de la Computación, por la Universidad Autónoma de Puebla.

¿Se puede ser una física matemática y, al mismo tiempo, una apasionada de las ciencias sociales? Casi recién egresada de la carrera, Susana se dio cuenta de que la práctica de las ciencias exactas transcurre en contextos sociales y culturales particulares y sintió una necesidad de entenderlos. Un poco después de que la vida la trajo a Guadalajara, en 1995, participó en la fundación de una secundaria; en esas estaba cuando una mañana halló un anuncio en un diario local.

Era una convocatoria a una nueva Maestría en Comunicación de la Ciencia en el ITESO. Susana no conocía los contenidos ni había oído mucho sobre la universidad. “Al final, el posgrado superó mis expectativas”. Su trabajo de investigación fue la representación simbólica de la ciencia en territorios que van, más allá de su situación física, a la sociedad que los ocupa.

Esto le permitió abrir, junto con el maestro Carlos Enrique Orozco, una línea de investigación sobre la Comunicación Pública de la Ciencia.

Susana no lo sabía aún, pero en realidad había llegado al ITESO para quedarse. Casi enseguida, en 2002, comenzó a dar clases en el Departamento de Estudios Socioculturales. Sus ganas de saber más apenas empezaban. Durante el Doctorado en Estudios Científico-Sociales, estudió cómo han cambiado los discursos sobre la sociedad y la naturaleza en las Exposiciones Universales, desde la de Chicago, en 1893, hasta la de Shanghái, en 2010. Si antes las naciones privilegiaron la idea del progreso a través de los avances tecnológicos, luego se volcaron a los problemas que ha generado un progreso que ignoró al medio ambiente natural y social. Estos hallazgos son parte del libro Del Progreso a la armonía. Naturaleza, sociedad y discurso en las Exposiciones Universales.

Y los estudiantes del ITESO? ¿Se han transformado en estos años con el uso de la tecnología?

Hay transformaciones en las formas del aprendizaje y la interacción; no es la tecnología en sí misma, sino la forma en que se inserta en un modelo educativo.

Hay un deterioro en la educación básica; algunos modelos de aprendizaje demandan menos pensamiento profundo. La tecnología es lo más evidente; atrás hay transformaciones sociales, como la crisis multidimensional que vive México.

Estos días Susana Herrera no da clases, hace escuela. Lo que más le gusta de su trabajo es dirigir tesis. ¿Qué significa hacer escuela en un contexto como el que describes?

Es una gran responsabilidad y un compromiso enorme. Sí hay esperanza, está en la educación, el pensamiento crítico y la solidaridad.