Dentro de las actividades de la Semana de la Moda ITESO se impartió la charla “Moda, cuerpo e identidad nacional en las mujeres de la primera mitad del Siglo XX en México”, por parte de la académica del Colegio de Jalisco, Lilia Bayardo Rodríguez
Más allá de la moda como espejo del contexto social, como fenómeno del consumo y de la sociedad industrializada, la distinción como diferenciador de vida, también se ha relacionado con el cuerpo, sus formas y sus modos de manifestarse en la realidad.
Esta es una variable de análisis muy valiosa para la investigadora del Colegio de Jalisco, Lilia Bayardo Rodríguez, quien fue parte de la apertura de la Semana de la Moda ITESO con la conferencia “Moda, cuerpo e identidad nacional en las mujeres de la primera mitad del Siglo XX en México”, que dio ante estudiantes de la carrera en Diseño de Indumentaria y Moda de la universidad jesuita.
“El cuerpo también es historia, no nada más atañe a la biología, sino que también se va modelando, dependiendo de la cultura y de las épocas”, expresó la historiadora, quien tiene una década estudiando la moda, a partir de su tesis doctoral sobre de la historia del consumo en México.
Para Bayardo, quien se basó en la definición sobre la moda de René Köning, referida como el cambio periódico de estilo, de carácter más o menos obligatorio, la moda es un uso o costumbre que ha venido acelerando sus cambios a la par de la aparición de la industrialización y la sociedad de consumo
“En siglos pasados había moda, pero los cambios en ella eran más largos, las personas heredaban los vestuarios a sus hijos y nietos. Cuando la moda se democratiza se empiezan a generar símbolos de distinción más complejos, que tiene que ver también con los gestos, con los ademanes y con el cuerpo. No solo la vestimenta es configurada por la moda, el cuerpo humano en su totalidad es configurada por ella, en los ademanes, en el andar, en el movimiento y la expresión”, dijo.
El panorama de la historia de la moda a partir del siglo XX es mucho más vertiginoso, en especial a partir de los años de la Primera Guerra Mundial, sobre todo, con los comienzos del feminismo y el replanteamiento del rol de la mujer en los años 20, cuando comenzó la aparición los primeros estilos de mujeres sin corsé, con el cabello corto, con ropa holgada y ocupando por vez primera vez ellas solas el espacio público, algo hasta entonces prohibido.
No obstante, en el país, esta apariencia fue relacionada con el extranjerismo y la invasión de ideologías que no tenían nada que ver con la identidad nacional, por lo que se apostó más por el rescate de la figura nacional y la creación de símbolos a través de sus propios cuerpos, sobre todo por medio de la representación de figuras como María Izquierdo o el grupo conocido como “Los contemporáneos” –cuya mecenas fue Antonieta Rivas–.
Neutralidad corporal, estándares y apropiaciones locales
Durante el intercambio con estudiantes varios temas interesantes salieron a flote, por ejemplo, una reflexión acerca de la postura frente al cuerpo –el body positive– que considera que ya no es políticamente correcto juzgar el cuerpo ajeno.
“Esto es parte de logros de movimientos como el feminista, que señala que una de las exigencias que se nos pone como mujeres es seguir estos estándares, y cabe decir que no es el cuerpo de todas las mujeres, y sobre todo de la sociedad mexicana. Esta cuestión es un quiebre generacional, quizás mi mamá ya no entiende porque no debe hacerme un comentario, porque en su época eso era lo más normal. Esto es parte del momento histórico”, mencionó.
No obstante, es un hecho que todavía estamos aferrados a la imagen de un cuerpo hegemónico, un estereotipo que sigue siendo dictado por un fenómeno global al que responden sociedades globalizadas, y que sigue derivando de los grandes imperios industriales y económicos.
De igual modo, otro fenómeno a resaltar es la apropiación de elementos locales por parte de las mega tendencias, algo que ha estado presente a lo largo de la historia del último siglo: “la difusión no es solo de arriba hacia abajo, de una élite hacia las clases populares, sino que también es una influencia de abajo hacia arriba. Firmas como Zara y otras empresas globales comenzaron a apropiarse de elementos muy locales sin pagar regalías. Ahí hay una discusión ética, y es necesario saber qué pasa”.
FOTO: Zyan André