“No se vale no hacer nada”. Para el activista, sociólogo y constructor de paz Miguel Álvarez Gándara, la esperanza de sacar al país de su actual espiral de violencia e impunidad, solo será real con la participación de absolutamente todos los mexicanos. 

Más crimen organizado, más cárteles de la droga disputándose territorios, más muertos, más impunidad, más ciudadanos armándose para defender sus propiedades. A pesar de este panorama que vive actualmente México y de que no se vislumbra un cambio real en la estrategia gubernamental de lucha contra el crimen organizado, existen personas convencidas de que la sociedad civil tiene mucho por hacer y que cada ciudadano no puede, sino que debe convertirse en un “actor de esperanza”.

Uno de ellos es Miguel Álvarez, un pacifista de largo recorrido en la resolución de conflictos y creación de estrategias de paz y no violencia, quien participó codo a codo en el trabajo comunitario llevado a cabo por el fallecido Samuel Ruiz en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, y posteriormente colaboró en las negociaciones de paz entre el EZLN y el gobierno de Ernesto Zedillo, como secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Intermediación.

“La clave de la no violencia está en los procesos de participación popular”, dijo el mediador y analista. “[Hoy] está retado no solo nuestro quehacer, está retado nuestro ser, tu apuesta vital, el preguntarte ¿adónde vas?, ¿de qué lado estás construyendo? Hoy nos toca el reto de rehacer el sentido de la esperanza. La esperanza no es un problema de optimismo o pesimismo, no es un problema de apuesta por el futuro, es un problema de preguntarse: ¿Desde dónde generas razones de esperanza?”

Álvarez estuvo los días 5 y 6 de junio en Guadalajara para impartir el taller “No violencia y resolución de conflictos en México” y dictar en la Casa ITESO Clavigero la conferencia “Estrategias no violentas frente al crimen organizado”, invitado por el Programa Institucional de Derechos Humanos y Paz y el Centro de Formación Humana de esta universidad.

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La tarde del miércoles 5 en la Clavigero, enumeró varios de los errores cometidos por el gobierno de Felipe Calderón a la hora de querer combatir al crimen organizado, para después subrayar que la notable diversificación de la violencia surgida en ese sexenio, ha movilizado a diversos sectores de la población, en particular a las víctimas.

“Cometieron dos errores de cálculo: uno, no sabían la capacidad de fuego que había detrás de los cárteles, ni su vinculación con drogas y armas, y segundo, no sabían el grado de penetración, infiltración y corrupción de todos los aparatos del Estado mexicano. Se violaron todos los criterios y recomendaciones en el mundo para enfrentar al crimen organizado [por ejemplo investigar el lavado de dinero y controlar las ganancias de los narcos]”, sentenció Álvarez, ante unas 60 personas reunidas en la finca construida por Luis Barragán.

Y aunque se encuentran desarticuladas y sin una clara definición de una agenda común, este maestro en Sociología por la UNAM y comunicólogo por la Ibero Ciudad de México, enalteció los movimientos civiles que trabajan por una alternativa al actual esquema de lucha y prevención del crimen, por ejemplo el Movimiento por la Paz e incluso el EZLN, surgido a principios de los 80.

“Un movimiento indígena armado que hoy no pone en ejercicio las armas sino la generación de autonomías para tomar en sus manos la producción, educación, salud… A pesar de la oscuridad, hoy estas luces nos deben de animar a saltos cualitativos, a propuestas, a maduraciones. Hoy podemos ser parte de este nuevo amanecer”, afirmó, sin dejar de reconocer la enorme complejidad de un periodo crítico iniciado en 2006 y que, según cálculos de diversas organizaciones independientes, rebasa los 80 mil muertos.

“No se vale no hacer nada”

Si bien subrayó que es materialmente imposible que la ciudadanía combata al crimen organizado –responsabilidad que recae en el Estado, el cual detenta legítimamente el uso de la violencia–, Álvarez enfatizó que ante cada fenómeno relacionado con la violencia en México (grupos de autodefensa, organizaciones de víctimas o estrategias defensivas de los migrantes, campesinos e indígenas que defienden sus tierras), es necesario saber observar y analizar y comprender que tienen posturas políticas y algunos responden a una pregunta clave: “¿Cómo nos vamos a defender si el Estado no puede hacerlo?”

En cuanto al marco legal vigente en México, consideró como útil la Ley de Víctimas, aunque todavía insuficiente, ya que faltan los reglamentos y que se considere la atención a las víctimas no solo del crimen organizado, sino a las que sufren violencia por parte del Estado y quieren ver el cumplimento de cuatro derechos humanos claves en este contexto: el derecho a la verdad, el derecho a la justicia, el derecho a la reparación del daño y, fundamentalmente, el derecho a la No repetición de los crímenes.

Muchas de las víctimas, analizó Álvarez, han procesado su duelo y han alentado dinámicas ciudadanas en busca del bien común, como ha ocurrido en Ciudad Juárez. Es decir, ya no piensan en individual, piensan en el país, apuntó.

“No podemos dejar de reconocer cómo la violencia va ganando no solo base social, sino base cultural. Esa problemática es algo que está pendiente; la estrategia no ha cambiado, sigue habiendo guerra. La situación es más grave. Reconozcámoslo: todos los actores nacionales hemos sido rebasados; nadie está haciendo lo suficiente. No se vale no hacer nada”. Texto Enrique González