Nestlé paga unos cuantos centavos de dólar por cada litro de agua que extrae, para luego vender ese litro por dos o tres dólares. La crisis del agua sigue en aumento y urgen nuevas políticas y estrategias para que todos los seres humanos accedan al vital recurso.

Un ser humano necesita por lo menos 7.5 litros de agua diarios para sobrevivir, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.

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Sin embargo, 748 millones de personas no cuentan con una fuente de agua potable próxima y se estima que una de cada tres personas no tienen acceso a un excusado, según datos de la Unicef.

El 22 de marzo, Día Mundial del Agua, es un esfuerzo internacional para propiciar el debate sobre cómo gestionar de manera equitativa, racional y sustentable los recursos hídricos.

Desde 1993, año en el que la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió establecer esta fecha, se reitera la función esencial del agua para mejorar la calidad de vida de la población mundial.

“Agua es holístico, multidimensional: es religión, es placer, salud, recreación, potabilización, derecho humano, economía. Pero las demandas de vida de unos pocos han tenido mucho impacto en el agua y en los servicios ecosistémicos de los que dependemos todos”, reflexiona Javier Clausen, profesor del ITESO y director de la Asociación internacional para la Evaluación del Impacto (IAIA, por sus siglas en inglés).

El problema del agua incide en asuntos de primera importancia, como la salud, la conservación del medio ambiente, los recursos energéticos, la alimentación, la producción o la creciente urbanización del planeta.

Cifras de la ONU: se necesitan 10 litros de agua para elaborar una sola hoja de papel; 91 litros para 500 gramos de plástico; 15 mil litros para un kilo de carne (la agricultura es, además, la industria que utiliza las mayores cantidades de agua, con un 70% de extracción a nivel global).

La preservación del medio ambiente o la lucha contra los efectos negativos del cambio climático también tienen que ver con el agua. La distribución del vital líquido conlleva inequidad socioeconómica y de género; en países en desarrollo, la responsabilidad de acarrear agua consume el 25% del día de mujeres y niñas, un tiempo que, estima la ONU en el caso de las segundas, podrían invertir en su educación.

La inequidad es líquida

El crecimiento de las ciudades demanda un mayor suministro de agua, creando grandes diferencias de acceso entre clases socioeconómicas. Son más de 10 millones de personas las que no cuentan con agua potable en México, y entre el 30 y el 50%  de la que va al abastecimiento público se pierde por culpa de incontables fugas.

La mayor fuente de abastecimiento de la Ciudad de México es el Sistema Cutzamala, que se encuentra a más de 120 kilómetros de la megalópolis y es tierra de los mazahuas, etnia indígena que no se beneficia del agua potable que genera la planta ahí instalada. Deben caminar kilómetros para buscar agua, bañarse y realizar la limpieza doméstica.

“Siempre se pone atención en el abasto de agua, como si el único problema fuera saber de dónde sacar más”, apunta Rodrigo Flores, profesor del Departamento de Economía, Administración y Mercadología del ITESO.

“Las demandas de vida de unos pocos han tenido mucho impacto en el agua y en los servicios ecosistémicos de los que dependemos todos”: Javier Clausen, profesor del ITESO y presidente de la IAIA

“Queremos cambiar esa idea: no necesitamos más agua, podemos con la que tenemos, porque hay tecnología existente para reutilizarla y ser más eficientes. La discusión tendría que ser sobre su calidad, uso, poder, es decir, ¿quién decide sobre el agua?”

Él forma parte del Grupo del Agua del ITESO, un equipo multidisciplinario integrado al Observatorio del Agua, el cual revisa la vulneración del derecho humano al agua con el objetivo de emitir recomendaciones al gobierno estatal. El grupo también forma parte del Consejo Académico del Agua y de la Comisión Tarifaria del SIAPA, donde aporta ideas para diseñar tarifas justas.

“Guadalajara no tiene mecanismos para paliar una sequía de manera solidaria con las industrias que utilizan el agua para sus procesos. Se debe discutir qué giros económicos pueden quedarse, cuáles tienen que irse y qué estrategias y políticas públicas hay que activar para tener más mercados locales del agua”, refiere Flores.

Agua

En 2012, México incluyó en su Constitución el “derecho humano al agua”, y en febrero de 2015 se aprobó la Ley General de Aguas, la cual ha sido cuestionada por expertos debido a que consideran que incentiva posibles privatizaciones, tiene lagunas en cuanto a la técnica del fracking (perforación de la tierra para extraer hidrocarburos mediante inyección de agua y químicos, prohibida en Alemania, Francia o Italia) o no toma en cuenta a grupos comunitarios alrededor del país.

Como presidente de la IAIA, Clausen tiene la misión de incorporar el análisis estratégico de cuestiones ambientales para tomar mejores decisiones a nivel nacional.

“¿Cómo haces una gestión integral del agua si no tienes información de cómo se usa, qué calidad tiene, qué va a pasar dentro de 20 años? Debemos generar un nuevo esquema de gobernanza con información objetiva, reproducible y creíble”.

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