Ivana Herrán Ballesteros, estudiante de Relaciones Internacionales, comparte su experiencia en La Colmena como integrante del PLIUL en donde aprendió de la importancia de generar tejidos sociales y del empoderamiento comunitario.

Fue a través de las experiencias que un amigo suyo publicaba en sus redes sociales que Ivana Herrán Ballesteros, llegó al PLIUL. “A mí desde siempre me ha gustado mucho estar en programas, proyectos y apostolados que ayuden a mejorar la vida de las personas y vi, desde la perspectiva del PLIUL que me dio mi amigo, que el programa abonaba a ese aspecto”, contó a CRUCE la estudiante de Relaciones Internacionales.  

El momento de pasar del like a la acción llegó cuando en el 2018 fue a la sesión informativa, en la que se dio cuenta que el programa cumplía con sus expectativas.  

“Lo primero que te dicen es que estás aquí para generar algo propositivo para la sociedad, no es nada más para que te formes y quede solo en tu intelecto, sino realmente para que, sea cual sea tu formación profesional, sirvas y crees algo más grande y mejor para las personas”, dice Ivana. 

Su generación fue de 10 personas, mismas con las que continúa la amistad hasta el día de hoy. El encontrar personas afines, aunque sean de diferentes carreras o esferas, pero motivadas en el servicio y en querer ayudar a los demás a crecer, es uno de los rasgos que Ivana valora mucho del PLIUL. 

De los dos proyectos en los que participó, su favorito fue el de La Colmena, en el en cuanto acabó el semestre, en verano, fueron durante una semana a la comunidad a ayudar a la construcción de un huerto urbano, de una bodega con adobes orgánicos y de los talleres que la propia comunidad proponía.  

“Fue desde un escenario muy cercano saber que hay personas con las que podemos crear algo, alejados del estereotipo de hombre o mujer privilegiados que van y ayudan a los no privilegiados; la propuesta del PLIUL es, desde un espacio de igualdad, buscar cómo las capacidades de unos y otros pueden ayudar a construir, y justamente en La Colmena me di cuenta de eso, que no importa el estrato social en el que te encuentres, todos estamos en un espacio de igualdad y todos tenemos la capacidad de abonar y de construir”.

“Esa apropiación del espacio que se da con La Colmena y la manera en que la comunidad se empodera me motivó mucho y me ayudó a darme cuenta de que eso es lo que deberíamos hacer en la sociedad en general, el crear estos tejidos sociales y este empoderamiento comunitario para que el espacio en el que vivimos sea realmente nuestro”, menciona.    

Otro de los aspectos que también valora ha sido el acompañamiento espiritual, ya que la manera en que los jesuitas presentan a un Cristo muy humano la ha acompañado en su formación profesional y personal, “el saber el saber que no importa si creemos o si de repente no coincidimos con lo que nos han enseñado religiosamente, sino que si creemos en un Cristo que realmente se entregó por los demás en cuerpo y alma y que ha sido su mensaje de amor lo que perdura en esta sociedad, me motiva mucho a seguir creyendo y a apostarle también un poco a la fe, porque la fe nos ayuda a ser fuertes y a que podamos construir como comunidad, no se trata de una fe en la que tienes que estar en el templo, digámoslo así, sino una fe que es viva cuando te la cuestionas y cuando la construyes con las demás personas”, refiere.  

Es en estos tiempos de contingencia que todo aquel aprendizaje se ha fortalecido, no solo desde la parte de incidencia social y tejido comunitario, sino en el aspecto de la amistad, ya que, si alguna de aquellas diez personas ha enfrentado algún tipo de problema económico o familiar, están conectados en apoyarse y en no sentirse solos. “Aunque distanciados, estamos unidos, y el contacto espiritual con las personas que te aprecian y a quienes aprecias es lo que nos mantiene fuertes”. 

Algo que también destaca de este programa es que no es exclusivamente del ITESO, sino que está unido a todas las universidades jesuitas de México y Latinoamérica. El primer semestre que participó en el PLIUL participó en un encuentro virtual con personas en universidades jesuitas de Colombia y Chile, en donde intercambiaron experiencias sobre cómo funciona el programa en sus respectivos países; el siguiente semestre fue un encuentro con todas las universidades jesuitas del país en la Ibero, al que acudieron jesuitas y miembros de los diferentes centros ignacianos de todo México. Además de la convivencia, durante este encuentro se hizo una reflexión sobre cómo los participantes del PLIUL pueden crear una cultura de paz y cómo romper ese estigma de que los privilegiados tienen que ayudar a los de abajo, sino verlo desde un sentido de igualdad, de alternancia y de comunidad. 

Formar parte de este programa ha sido para mí una oportunidad de crecer y de conocer realmente a qué nos referimos cuando hablamos de una espiritualidad ignaciana o de una inspiración jesuita”, finaliza Ivana.  

FOTO: Archivo del Programa de Liderazgo Ignaciano

  ¿Qué es el PLIUL?

  • Un programa de formación – acción que se ha realizado por más de 10 años en las universidades jesuitas de Latinoamérica: Argentina, Colombia, Chile, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Perú, México, Venezuela y recientemente Uruguay.
  • Un itinerario de autoconocimiento, conocimiento de jóvenes latinoamericanos/as y de la realidad social, para potenciar el liderazgo desde una espiritualidad que apuesta por la transformación personal y comunitaria.
  • Un proceso intensivo de experiencia – reflexión – acción y evaluación.