Todos los proyectos de investigación y desarrollo de tecnología que desde el ITESO se generen deben buscar el bien común, tener una aplicación social y responder a un principio de sustentabilidad socio-ambiental.

Una alternativa a la problemática de movilidad que resulta amigable con el medio ambiente -y con el bolsillo-, una opción para disminuir drásticamente uno de los principales contaminantes del agua en Jalisco y un método para que una Pyme optimice el manejo y proceso de su producto son tan solo algunos de los proyectos que desde el ITESO se han trabajado en los últimos años.

Francisco Urrutia de la Torre, responsable de la Coordinación de Investigación y Posgrado (CIP), afirmó que la principal función de la investigación es servir a la sociedad, centrando los proyectos en resolver problemáticas ambientales, de salud, económicos, de convivencia, socioculturales y educativos, todos o bajo el entendido de que la tecnología debe responder a las necesidades de las personas.

En ello coincidió Óscar Fernández Larios, director del Centro para la Gestión de la Innovación y la Tecnología (CEGINT), quien apuntó que, desde su propio nombre, el ITESO se identifica con la vocación tecnológica. “Lo que hacemos es interactuar con la sociedad para poner a su servicio el conocimiento que existe en la universidad, para resolver problemas con un impacto importante en la región, sin dejar de lado el hecho de siempre ver por los menos favorecidos”, dijo.

Por otra parte, enfatizó que tecnología no implica necesariamente un gadget. “Tecnología es cómo saber hacer las cosas. Puede ser diseñar un proceso, mejorarlo. Hay diferentes maneras a través de las cuales se puede integrar la tecnología”.

Sistema tribológico para el tránsito de vehículos. Podrá disminuir drásticamente el protagonismo y afectaciones de los automóviles en paisaje urbano

Desarrollo en números

Al momento, la universidad cuenta con una bolsa de 21 proyectos que están en búsqueda de protección industrial, ya sea bajo la figura de patente o de modelo de utilidad, tanto para su registro en México como a nivel internacional. Seis corresponden al Departamento de Electrónica, Sistemas e Informática (DESI), cuatro del Departamento de Hábitat y Desarrollo Humano (DHDU); diez del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales (DPTI) y uno de Departamento de Matemáticas y Física (DMAF).

“Buscamos proyectos donde nuestros investigadores, profesores y alumnos puedan participar”, comentó Fernández Larios. El Parque Tecnológico del ITESO trabaja también esta lógica pues ofrece un espacio a empresas –actualmente son 30 las hospedadas- con el requisito de que se vincule con la universidad, ya sea a través de Proyectos de Aplicación Profesional (PAP), colaborando en tareas de desarrollo tecnológico, investigación conjunta o asesorando la actualización de programas de estudio.

Con todo y que diversos proyectos de la universidad son frecuentemente beneficiados con financiamientos provenientes de convocatorias locales y nacionales de dependencias públicas como el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y su símil estatal, el ITESO considera importante invertir recursos en proyectos de investigación con potencial impacto en alguna faceta de la sociedad, por lo que en los últimos tres años, la universidad ha fondeado 14 proyectos de investigación con una bolsa de más de nueve millones de pesos.

Esta inversión, sumada a los cerca de 25 millones de pesos que cada semestre ingresan para financiamiento de proyectos por parte de convocatorias públicas, convierten al ITESO en una de las universidades privadas con más recursos destinados a investigación en el país, apuntó Urrutia de la Torre.

TECNOLOGÍA NO SON SOLO LOS GADGETS “Tecnología es cómo saber hacer las cosas. Puede ser diseñar un proceso, mejorarlo. Hay diferentes maneras a través de las cuales se puede integrar la tecnología”. Óscar Fernández

Proyectos

El coordinador de Investigación y Posgrados del ITESO, señaló que es prioridad que estudiantes de licenciatura o posgrado se involucren en proyectos de investigación, para desarrollar consciencia crítica de los problemas que hay en el entorno y que propongan alternativas para resolverlos.

“Eso para nosotros también es valor público, porque no nada más se produce conocimiento social y ambientalmente pertinente, sino que se forma a estudiantes en el estudio profundo, crítico, propositivo, innovador y creativo de problemáticas y soluciones para transformar nuestra sociedad”.

Ejemplo de ello es el proyecto que encabeza David Vargas del Río, profesor del DHDU, titulado Sistema tribológico para el tránsito de vehículos, cuya solicitud de patente ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) fue admitida en 2016. “Normalmente a los ingenieros no nos ven como agentes de cambio, pero aquí en el ITESO sí llevamos ese estandarte. Queremos ser ingenieros que propicien la transformación y qué mejor que diseñar un desarrollo tecnológico que revolucione nuestra manera de movernos”.

La disrupción social del proyecto se basa en el principio tribológico aplicado como una alternativa a los sistemas de transporte urbano tradicionales. Se aprovecha el agua como elemento para eliminar la fricción entre placas, para ser base de un sistema de movilidad parecido al logrado por la levitación magnética del tren bala, aunque a un costo significativamente menor. Con este desarrollo se eliminaría al automóvil como transporte prioritario y como fuente de contaminantes. Los docentes Alberto de la Torre del DHDU y Luis Enrique González, del DESI, trabajan en el desarrollo de prototipos, análisis de costos y simulaciones para dar continuación a este proyecto, que pretende adaptarse a la infraestructura urbana existente.

Por otra parte, desde el DPTI, Nicolás Hernández Gil, lidera el proyecto de impacto socio-ambiental Proceso mejorado para la producción del tequila y otros destilados de agave, para disminuir los desechos de la elaboración de esta bebida y generar valor agregado a los remanentes. El profesor Hernández Gil, explicó que este proyecto puede disminuir hasta en un 50 por ciento la carga orgánica de las vinazas del tequila, a través de un tratamiento que remueve levaduras del mosto en un proceso físico; en tanto el restante puede utilizarse como una rica fuente de quitina, quitosano, complejo b y glucosamina, entre otras sustancias, haciéndolo un subproducto muy atractivo para las industrias farmacéutica y alimenticia.

Con el fin de que el impacto ambiental sea relevante, una vez obtenida la patente se buscará licenciarla de manera gratuita, compartió el profesor Hernández Gil. Esta patente forma a su vez parte del proyecto Modelo de Intervención ITESO para la Reconversión Tecnológica de Empresas (MIIRTE) para la industria del agave y tequila, el cual obtuvo apoyo por parte del Fondo Mixto CONACYT – Gobierno del Estado de Jalisco.

En el ámbito de salud, Antonio Rafael Corres Matamoros, egresado del Doctorado en Ciencias de la Ingeniería, desarrolló durante sus estudios un Equipo de diatermia por radiofrecuencia para terapia médica en rehabilitación de lesiones, para procurar la continuidad de las terapias físicas en pacientes que así lo requirieran.

Se trata de un dispositivo portable que significa un ahorro hasta del 94 por ciento respecto a otros equipos ya disponibles que cumplen la misma función. El prototipo, pensado como parches, genera calor por medio de una corriente de electrodos, que tiene un efecto anti inflamatorio y de mayor vascularización que mejora la cicatrización y disminuye el dolor. La solicitud de patente nacional e internacional fue admitida en 2017.

La industria local es también una fuerte impulsora de la investigación, desarrollo e innovación en la universidad. Es por ello que el ITESO propicia una estrecha relación con diferentes sectores industriales, entre los cuales destaca la industria alimentaria.

Es en estos términos que estudiantes y docentes de Ingeniería de Alimentos trabajaron en conjunto con una pequeña empresa jalisciense dedicada a procesar charal para comercializarlo como botana. La empresa requería optimizar el manejo del charal una vez recolectado, pues presentaba una pérdida de alrededor del 50 por ciento de su peso debido a la deshidratación, que se acrecentaba aún más durante el freído, debido a la sustitución de aceite por agua, lo cual representaba una pérdida económica muy importante para la compañía. Raquel Zúñiga Rojas, coordinadora de la carrera, compartió que lograron reducir la merma a únicamente un diez por ciento gracias al diseño de un manejo apropiado del producto, además de que se mejoró la técnica convencional de freído para evitar pérdidas de las características nutrimentales del charal y que el consumidor pudiera acceder a una botana de alta calidad.

Este proyecto, titulado Proceso optimizado de producción de charal frito, contó con apoyo por parte del Programa de Estímulos a la Innovación (PEI) del Conacyt, por un monto superior al millón de pesos. Además, se ingresó la solicitud de patente para su registro a nivel nacional en 2017.