Lina Rosa Berrio Palomo, doctora especialista en el área de Antropología Médica y activista, conversó en el curso de verano internacional “Equidad y Género: respuestas feministas frente a una pandemia desigual” sobre el racismo estructural que existe hacia las comunidades afromexicanas

Por M. Paulina Rodriguez Landeros, estudiante de la carrera de Psicología  

El pasado 16 de junio del 2021, en el marco de la asignatura “Equidad y Género: respuestas feministas frente a una pandemia desigual”, se conversó con Lina Rosa Berrio Palomo, doctora especialista en el área de la Antropología Médica y activista, que visibiliza el racismo estructural que existe hacia las comunidades afromexicanas y plasma aquello que ya era desigual antes de la pandemia, como las condiciones precarias, el empleo informal y el autoempleo, las recomendaciones utópicas del gobierno y la discriminación sistemática al anular las condiciones del entorno. 

En este espacio de encuentro, Lina compartió a las y los estudiantes la experiencia de investigación colaborativa con investigadoras locales y líderes de procesos organizativos del movimiento afromexicano. Los resultados se pueden consultar en el recién publicado texto “Documentación de los efectos del COVID-19 en comunidades afromexicanas e indígenas de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca”. Lina explicó que, para realizar este estudio, se entrevistó a autoridades, profesores, personal de salud, integrantes de organizaciones, mujeres, adolescentes, trabajadores y comerciantes para conocer la percepción de riesgo que tenía la población en relación al covid-19 y sus efectos en diversos ámbitos de su vida cotidiana. Además, de las observaciones de las investigadoras locales también se analizaron datos estadísticos sobre salud de la población afromexicana en relación al nuevo contexto.  

Esta ardua labor es otra forma de lucha contra el racismo estructural que invisibiliza a las comunidades afromexicanas, lo que genera una falta de representatividad, así como la desigualdad tanto de servicios como de recursos y atención.  

Entre los resultados a destacar está que, en materia de salud, la red de servicios sanitarios es precaria e insuficiente, por lo que la población se concentró en la gestión doméstica de la pandemia mucho más que asistir al único centro de salud de Oaxaca o a 3 de los disponibles en Guerrero para la población rural. Los motivos fueron incredulidad sobre las cifras de los reportes de salud, así como por desconfianza al sistema, “de acuerdo con la Intercensal sólo el 11.7% de la población tiene derechohabiencia, en otras palabras, derecho a recibir servicios médicos de instituciones públicas”, afirmó Lina en su presentación. 

Por otra parte, en materia de educación, con el cambio a modalidad en línea se vieron las condiciones desiguales por una brecha digital entre las poblaciones rurales y urbanas, ya que, de acuerdo al INEGI, en mayo del 2020 la distribución de usuarios de Internet en área urbana es del 76.6%, mientras que en el área rural es del 47.7% (cabe aclarar que esto se puede ver afectado por la deficiencia y/o inexistencia de los servicios básicos). Esto generó una desigualdad sistemática e invisibilizó las condiciones precarias de la población por fallas en las políticas públicas, así como desigualdad en cuanto a oportunidades para las y los estudiantes. La escuela en casa ha repercutido en la calidad de la educación tanto en la especialización como en que las y los niños puedan tener el espacio y condiciones necesarias ya que, refirió Lina, la estructura de las casas es pequeña, se genera hacinamiento y se ven en la necesidad de compartir espacios por la cantidad de gente que vive en el hogar.  

Además, analizar el proceso educativo en casa desde una perspectiva de género nos muestra el incremento en la carga mental y exigencias hacia las madres y “cuidadoras del hogar”, sobre un trabajo que tampoco es remunerado. Muchas veces son mujeres con más de un hijo y cada uno en un grado diferente que ahora también tienen el rol de maestras y educadoras; este incremento de trabajo tampoco será reconocido por el supuesto de ser “una obligación” debido a la tipificación de género, y menos valorizado, situación invisibilizada y que también genera violencia y se agrega a la deuda histórica del patriarcado hacia las mujeres.  

En su cierre, Lina Berrio invitó a las y los estudiantes a validar la palabra propia, las experiencias íntimas y cercanas como fuente de conocimiento, a descubrir a su comunidad desde lugares distintos y expandir sus horizontes para que no se queden con verdades únicas y de esta manera poder generar espacios que rompan con los círculos de información hegemónica. De esta forma, dijo, podremos incidir en nuestra realidad, desde nuestra profesión, pero con la finalidad de visibilizar las diferentes perspectivas.

Para conocer más sobre el conjunto estructurado de materias de género visita: https://genero.iteso.mx/web/genero/aprender-genero