La convivencia es uno de los problemas que debe estar en el centro de la vocación universitaria. Por un lado, porque la universidad es un espacio privilegiado para reflexionar en torno a ella y para proponer maneras distintas y mejores de vivir los unos con los otros; por el otro, porque la universidad es, en sí misma, un entramado de relaciones

En el primer sentido, la convivencia es un tema, es decir, un tópico susceptible de analizarse, un campo a partir del cual se puede, por ejemplo, construir conocimiento. En el segundo, es un desempeño —no es lo mismo estudiar la convivencia que convivir—. En ambos sentidos, la universidad asume que su función contribuye con la construcción de un mundo mejor. Que más allá de la formación de profesionistas, su labor es prioritariamente la formación de ciudadanos que han de saber vivir en comunidad.

Siempre me ha llamado la atención —y me ha gustado— que cuando se le pregunta a la gente por los rasgos que distinguen al ITESO como universidad, una de las respuestas más comunes sea el ambiente. Creo que es algo que podemos escuchar no sólo de quienes conformamos esta comunidad, sino también de personas externas. Es parte ya de nuestro sello, de nuestra impronta.

FOTO: Luis Ponciano