Busquemos una solución para mejorar los barrios, pero que no signifique que se tenga que ir la gente que antes vivía o trabajaba en ese lugar

POR YERIEL SALCEDO
Activista y profesor del Proyecto de Aplicación Profesional Movilidad urbana sustentable para el Área Metropolitana de Guadalajara

En diciembre del año 2016 tocó a la puerta una persona que se identificó como integrante de una organización llamada Taller Ciudad; preguntó cómo veíamos si el Roxy de nuevo abriera sus puertas para realizar eventos culturales, recordando las viejas glorias del lugar, no lo dudamos y respondimos: “estaría muy bueno”.

Días después me enteré que a un vecino de aproximadamente 70 años esas mismas personas le hicieron dos preguntas extras: ¿es usted dueño de su casa?, ¿estaría interesado en venderla?

Pasaron unos meses y el colectivo Cuadra Urbanismo invitó a una reunión para presentar un proyecto para la calle de Mezquitán. Se proponía hacer una calle con un solo nivel de banqueta y calle para mejorar la movilidad peatonal, iluminación, bancas en las esquinas y plantar más árboles desde la calle de Hidalgo (la cuadra donde está el Roxy) hasta el Parque del Refugio, y se le llamó Corredor cultural Mezquitán.

Fue un proceso de varias reuniones donde nos pidieron opiniones, hicimos recorridos para ver cómo estaba la calle y las mejoras que nos gustarían se hicieran. En una de las primeras reuniones se presentó un hombre de uno de los comercios que están en ese tramo a preguntar: ¿me tengo que preocupar de que me van a correr de aquí?

Y así siguió caminando el proyecto, mejorar la calle, ¿quién iba a decir que no?

Después supe que el Roxy lo compró una inmobiliaria llamada Perímetro Propiedades, que también adquirió el espacio donde está el bar La Oficina (en la esquina de Mezquitán e Independencia) y una casa por calle Independencia al lado de la entrada al Roxy en esa misma calle, además de que estaban interesados en otra casa que está por Mezquitán. A otro vecino le ofrecieron comprar su casa para poner un café en el lugar (no sé si sean los mismos que el Roxy los que hicieron esto último).

A finales del 2017 empezaron los trabajos de la calle, poco a poco se fue construyendo, hasta terminar la mayoría de las cosas, aproximadamente en septiembre del 2018. Y un día, de nuevo, llegaron personas de Taller Ciudad para preguntar si estábamos de acuerdo con que se pintaran las casas, ellos conseguían pintura, pintarían y de paso, arreglarían las fachadas que tuvieran daños leves. ¿Quién iba a decir que no?

Está chido. Mejorará cómo se ve la calle, aunque de nuevo me enteré que, en el proceso, a otra vecina le ofrecieron comprar su casa.

Las obras se llevaron al cabo y quedó una bonita calle de seis cuadras, se pintaron la mayoría de las casas entre cuatro tonos de colores a elegir, se pintaron varios murales y se arreglaron algunas fachadas.

En este tiempo se empezó a remodelar la fachada del Roxy, así como su mítico letrero. El sábado 26 de enero se hizo un evento callejero con elotes, churros y música, cerraron la calle al tráfico de coches y la gente festejó el encendido del letrero.

¿Qué tiene de malo eso? De entrada, nada: mejora del espacio público en temas estéticos, de accesibilidad, iluminación, redistribución del espacio, rescate de espacios culturales, tomar las calles para eventos con las personas.

La duda nació cuando surgieron varios testimonios de que les ofrecieron comprar sus casas en la calle durante el proceso de socialización del proyecto y cuando se hacía obra. También en una presentación en el ITESO se dio a conocer que el proyecto del Roxy era para motivar a artistas jóvenes a que vivan en la zona, con el argumento de “el barrio está abandonado”. Además, se dijo que la inmobiliaria Perímetro Propiedades, que compró el Roxy, se lo presta a Taller Ciudad para hacer un proyecto cultural. Que alguien pagó para que se hiciera el proyecto ejecutivo de la calle de Mezquitán y que solo el municipio pagó la realización de los trabajos.

Al investigar un poco más, encontré que Taller Ciudad tiene relación con Taller México y a su vez con Perímetro Propiedades y que esta última se especializa en la venta-compra de casas en la zona centro de la ciudad, y al entrar a su página de Facebook vi que las casas que remodelan tienen los mismos tonos con los se pintó la calle de Mezquitán.

Pensar en la palabra gentrificación o en la especulación de la vivienda para sacarle más provecho económico, que hace que menos personas tengan posibilidades de acceder a esa misma casa, no solo es una acción de parte de las inmobiliarias sino también de la sociedad, no la justifico, pero en ocasiones la precariedad económica en la que viven las personas las orillan a buscar una oportunidad de ganar, y cuando llega, la toman. Pero, ¿qué ha cambiado hasta ahora en la calle Mezquitán entre el Roxy y el parque del Refugio? Cerró una llantera, dos propiedades se vendieron a un costo que no lo pensarías, llegó Airbnb y van aumentando las casas que adoptan esta dinámica de renta; los departamentos o espacios que eran antes para estudiantes o familias, ahora son para turistas.

¿Qué pasará con las personas que viven en el paseo cultural llamado Mezquitán? En este momento viven indígenas, personas de diversas edades y estratos económicos, negocios que van desde la fonda de comida económica hasta imprentas, tiendas de la esquina. Hasta existe un negocio que compra cartón y papel, que ya un vecino dice que no va con la cuadra tan bonita.

¿A dónde van esas asociaciones público-privadas que hace el Gobierno con empresas para buscar “desarrollar la ciudad”? ¿Será para todas las personas ese “desarrollo”? ¿Esa mejora en el espacio público y la vivienda está dirigida a la gente que vive en el lugar o es para otras personas lleguen atraídas por esos cambios “comunitarios”?

Busquemos una solución para mejorar los barrios pero que no signifique que la gente que antes vivía, o trabajaba en ese lugar se tenga que ir porque ya no le alcanzó el dinero para la renta, pues parece ser que el “desarrollo” es sinónimo de subir la renta para que esa gente no la pueda pagar.

Nota pie de página: eso de tomar capital cultural y social como el que tenía el Roxy parece que facilita estos proyectos y creo que el capital económico lo sabe.