Virginia Monroy, estudiante de Ingeniería en Alimentos, diseñó productos que favorecerán la nutrición de niños en situación de pobreza.
“Prevenir y rescatar a los niños de la malnutrición” es la tarea de la asociación civil Organismo de Nutrición Infantil (ONI) y de las y los estudiantes involucrados en este proyecto a través del Proyecto de Aplicación Profesional “Optimización de fórmulas lácteas para niños con malnutrición” del ITESO. Andrea Virginia Monroy Orozco, participa en el PAP y cursa el último semestre de Ingeniería en Alimentos.
Primero estudió Ingeniería Química porque desde secundaria le gustaban las materias de biología, física, química, “eran mis favoritas, pero luego vi el plan de estudios de Ingeniería en Alimentos y me cambié en tercer semestre”.
Esta era el área a la que quería enfocarse y el PAP “Optimización de fórmulas lácteas para niños con malnutrición” le ofreció un escenario para aplicar sus conocimientos.
“El PAP es famoso en nuestra carrera porque es muy grande, ahí han trabajado varios estudiantes de mi carrera, por eso me enteré y por la coordinadora de la licenciatura, Raquel Zúñiga”.
¿Qué hiciste en este PAP?
Realicé una propuesta para dos nuevos productos. A uno se le tenía que cambiar la harina de avena y al otro reformularlo totalmente. Ayudé también a revisar, bajo la norma oficial mexicana [NOM-131-SSA1-2012], que el producto cumpliera con las vitaminas y minerales porque está dirigido a niños de bajos recursos en estado de desnutrición, y es muy importante asegurarse de que sí cumpla con lo parámetros que exige la norma porque son niños en un estado vulnerable.
La mayoría de los menores estaban escasos en vitaminas y minerales, así que hice la reformulación con una nueva empresa para que pudieran contar con las vitaminas y minerales necesarias.
En la planta del ITESO hice el escalamiento que consiste en hacer pruebas de mezclado de la fórmula.
Posteriormente, en una planta industrial para ver que se puedan mezclar todos los ingredientes de una forma adecuada y que queden homogéneos, que no quede en un sobre más harina que leche, sino que se incorpore bien la mezcla de la materia.
¿Pudiste ver el resultado de toda tu labor en el PAP?
Todavía no, nosotros vamos haciendo el trabajo y poco a poco se va implementando, por ejemplo, cuando recién se abrió el PAP un compañero hizo la reformulación de uno de sus productos y ahora en verano una estudiante de Nutrición se encargó de comparar el resultado de los niños que tomaban ese producto reformulado con los de otros niños que tomaron el anterior y sí se notaba que había mejoras.
¿La experiencia del PAP cambió la idea que tenías de tu carrera?
Sí, mucho. Como ingeniera en alimentos solo pensaba en las empresas grandes, en desarrollo, producción, calidad y nada nada más, no veía el lado de poder ayudar a las personas en estado de desnutrición, generar un producto que los ayude.
Además, tenemos una gran responsabilidad en los productos dirigidos a niños de seis meses hasta tres años porque son muy vulnerables.
¿Algún consejo para quienes no han elegido PAP?
Escojan un PAP que les guste, que les vaya a apasionar porque le van a dedicar mucho, mucho tiempo y le van a dedicar todavía más tiempo al Reporte PAP que es como escribir una tesina de todo lo que hiciste.
También elegir algo que te cambie la perspectiva de tu carrera, que te saque un poco de las ideas que ya tienes claras de la licenciatura.
No siempre va a ser como lo que ya aprendiste en la carrera, a mí me tocó hacer cosas que todavía no había conocido y tuve que ponerme las pilas.
Mis consejos son: que aprendan rápido, pregunten todo y no se queden callados.