Karla Castañeda y René Castillo, egresados de Ciencias de la Comunicación del ITESO, han labrado sus trayectorias profesionales en el mundo de la animación. Ambos destacan que este campo profesional ha evolucionado mucho en México y que en Jalisco vive un buen momento
Esta es la historia de personas que cumplieron un sueño y además se encontraron en el mismo camino. Y no solo eso, también estudiaron la misma carrera en el ITESO, aunque en momentos distintos. Es la historia de cómo una epifanía, ya sea debido a un accidente casi fatal o al haber visto imágenes tan potentes que se convirtieron en amor a primera vista, se materializó en proyectos que se han exhibido en festivales cinematográficos alrededor del mundo y de cómo su talento y su pasión el día de hoy les representa trabajo en producciones de animación profesional.
Hablar de la evolución de la animación en México es mencionar inmediatamente nombres como el de Rigo Mora, Luis Téllez, Sofía Carrillo, Cecilia Lagos, Carlos Carrera y, por supuesto, Guillermo del Toro. Pero animar es más que mover personajes hechos con plastilina cuadro por cuadro. Animar es dar vida a algo que no la tiene, es imprimirle mucho tiempo de tu vida a proyectos que en pantalla duran apenas minutos, pero esos minutos para estos creadores son los que cambiaron su vida.
«Todo el tiempo me la pasaba haciendo muñequitos. Tenía dinero y me lanzaba a comprar plastilina. ¿Para qué copiar si puedes hacer los tuyos? Cuando aprendí animación mi primer reto era que el mono se moviera. Siempre me quedó clarísimo que era mi oportunidad de contar mis historias con mis personajes», dice René Castillo.
En 1989, René se mudó con su familia de la Ciudad de México a Guadalajara. Después de un fuerte accidente que lo dejó varios días en cama, un día escuchó en la radio que se ofrecía un curso de animación con plastilina. Ese momento decisivo no solo hizo que se diera de baja de la carrera de Administración de Empresas, sino que quisiera aprender todo lo que se pudiera sobre el arte de la animación, contar historias y aprender más sobre cine. Cuando sus dos hermanas le comentaron que en la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación podría aprender eso y más, su camino comenzó.
«Estaba clarísimo para mí que lo que iba a aprender (en el ITESO) era para aprender animación. Fueron fantásticos esos cuatro años». René, siempre autodidacta, cuenta cómo Víctor Fuentes, en ese entonces coordinador de la carrera, vio su talento y le dio las llaves de los laboratorios para que pudiera hacer uso de todo el equipo.
«Yo tenía una motivación muy curiosa. De veras pensaba que me quedaba poco tiempo. ¿Qué quiero hacer antes de morir? Esto es lo que quiero hacer y estaba enfocadísimo», dice al compartir cómo se volvió un profesional de la animación. Al mes empezó su primer cortometraje: Sin sostén.
Sin sostén es un corto de cuatro minutos que cuenta la historia de un hombre que cae en el anuncio espectacular de una mujer que anuncia el famoso Wonderbra. La película no solo le cosechó muchos premios, también le permitió viajar a Cannes y enterarse de que existe un festival cinematográfico especializado en animación: el Festival de Annecy.
Después René buscó una cámara de 35 milímetros para su siguiente proyecto: Hasta los huesos. Para este cortometraje contó con el apoyo del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine). «(Hasta los huesos) tenía que ver con la muerte, era una película muy personal por mi accidente y me era muy importante hacerla. Nos tardamos tres años. Eran como 80 personajes, todos con un estilo. Ganó todos los premios y estuvo en Annecy porque ahí era lo más importante». Por esa misma época, René se casó con Cecilia Lagos y su luna de miel fue precisamente en Annecy, donde ganó tres premios.
«Mi apuesta es hacer industria con buenos proyectos, grandes, que compitan con Pixar. No quiero sonar pretencioso, pero con mis cortos yo competía con Pixar. Si entregas algo con calidad, la gente la aprecia», asegura.
Karla Castañeda tiene un origen muy diferente al de René, ya que ella vivió su infancia rodeada de animales de granja, por lo que crear historias con estos seres no le era nada desconocido. Desde muy niña, cuenta, se hacía preguntas filosóficas sobre la nada y la muerte, pero debido a su timidez le daba pena preguntar.
Se consideraba una mala estudiante, pero le encantaba el teatro. Cuando entró al ITESO escogió Ciencias de la Comunicación y descubrió materias que le encantaron, como sus clases de periodismo, literatura y redacción. «Me encantaba que Cristina Romo me señalara mis errores. Llevé clases con Annemarie Meier, ‘Multimedia’ con Magda (López de Anda). Iba a ser reportera, según yo», dice entre risas.
Karla tuvo la oportunidad de entrar al set de Hasta los huesos y algo cambió. Conoció a Luis Téllez, otro de los animadores de ese corto y se enamoró de que lo vio ahí. A partir de entonces comenzó su camino con sus propios proyectos.
«Empecé a hacer Jacinta (su cortometraje de animación). Hablé con Luis (Téllez) de qué se podría hacer y cómo hilar las historias y me hacía preguntas todo el tiempo. Empecé a preguntarme y siempre dándome respuestas de qué pasaría si y lo enlacé un poco con mi abuela. Lo metí al Imcine, lo gané y fue como que ahora sí tengo que hacerlo en serio y ver cómo se hacen todos los procesos. Ver tiempos, entregas, preproducción, aprender sobre la marcha».
La proyección de Jacinta fue muy importante para Karla, pues se dio cuenta de que la historia contenía dos temas que seguirán presentes en éste y sus siguientes proyectos: la pérdida y la ausencia. «Jacinta era mi abuela y la historia de cómo fue su vida llena de colores. La Noria (su siguiente obra) me costó más trabajo porque quería meter de todo ¿Qué pasaría si muriera tu hijo?», explica.
Su tercer proyecto también tiene un tema relacionado con el duelo. Es sobre un primo que murió en un accidente y con el que además compartía cumpleaños. «Es muy fuerte imaginar que ya no exista alguien. Es la catarsis. Las historias vienen de lo que me he pasado y me duele».
¿Y cómo pinta el futuro de la animación en México según René y Karla? Muy alentador en sus propias palabras, sobre todo tomando en cuenta que cuando comenzaron no solo había que picar piedra, a veces tenían que esperar por lo menos tres años para trabajar en un siguiente proyecto.
«En Jalisco está más fuerte que nunca, hay futuro», asegura René. «Guillermo (del Toro) es un padrino de oro. Su presencia es grandísima y está creyendo en nosotros. Lo que falta es aprovechar la oportunidad. Tiene que haber una combinación de la parte artesanal, pero también esa claridad de cómo hacer que una historia funcione», explica al referirse a que aún falta apretar las tuercas en las escrituras de los guiones para pulirlos y que queden perfectos.
Castañeda también ve condiciones favorables para la animación. «Hay muchísimo talento. En realidad, no había habido esta oportunidad. Antes tenías que esperar mucho tiempo entre uno y otro (proyecto). Lo que viene es continuidad, tenemos una historia para contar y el camino. Viene un futuro muy bonito», cuenta.
Actualmente René Castillo y Karla Castañeda se encuentran trabajando en una nueva versión de Pinocho, completamente animada y con la dirección de Guillermo del Toro. Aunque la película se filma en Estados Unidos, René y Karla laboran en una unidad en Guadalajara, no pueden dar mayores adelantos pero están muy contentos por la oportunidad. «Será una de las mejores películas de animación de todos los tiempos», asegura René.
Pinocho contará con las voces de Cate Blanchett, Tilda Swinton, Ewan McGregor, Christoph Waltz y Ron Perlman, entre otros y se estrenará tentativamente en 2022.