En la charla «Los jesuitas su espiritualidad y su misión a través del cine», Luis García Orso, SJ, abordó la espiritualidad ignaciana en películas que no necesariamente son protagonizadas por jesuitas.

Acompañar a dos huérfanos en Sarajevo durante la guerra de 1992 o estar presente en los últimos momentos de la ocupación de Rusia en Praga en 1988, fue posible para Luis García Orso, SJ, a través de películas como Círculo perfecto película de Ademir Kenovic (1997) y Kolya de Jan Sverák (1996), estos son apenas un par de filmes que lo han tocado.

En el marco de las celebraciones por los 60 años del ITESO, el jesuita impartió la charla “Los jesuitas su espiritualidad y su misión a través del cine” el martes 29 de agosto en el Auditorio D2.

García Orso habló de la espiritualidad de un jesuita en el cine y no tanto de las películas que hablan de jesuitas. Así, mencionó filmes como Antes de la lluvia y Estación central, y a cineastas como Ingmar Bergman.

“A través del cine he aprendido a compartir toda experiencia humana, toda, sin reducciones, ni mutilaciones, y a abrirme a tantos y tan diversos que somos, y a mirar desde el corazón y con el corazón, y a dejarme tocar, herir, interpelar por tantas vidas y tantas historias que nos trae la pantalla donde el señor quiere compartirnos su vida y su historia” dijo quien ha sido jurado en los festivales de cine de Guadalajara, Morelia, Mar de Plata y San Sebastián, por mencionar algunos.

García Orso recordó que, en los Ejercicios Espirituales, San Ignacio de Loyola afirma que la redención de la humanidad brota de una mirada, la mirada de Dios compasivo.

“Ignacio quiere que nos situemos en otro ser humano que nos enseñe a mirar la realidad, porque sabe que no siempre lo podemos y que muchas veces nuestros ojos se comportan ciegos, indiferentes, esquivos ante los demás”.

Refiriéndose no sólo a los jesuitas también a las personas laicas señaló que “los creyentes ignacianos queremos ser tocados, iluminados y convertidos en nuestra mirada para mirar, como dice Ignacio, cómo Dios habita en las criaturas” y agregó “aquí es donde evidentemente el cine y otras artes visuales nos van a abrir camino”.

Para Ignacio de Loyola, dijo García Orso, no existe un sitio a donde un jesuita no pueda ser enviado; y en uno de los decretos de la Congregación 35 de la Compañía de Jesús, el concepto de naciones va más allá de una definición geográfica: “las ‘naciones’ que hoy incluyen a los pobres y desplazados, a los que están aislados y profundamente solos, a los que ignoran la existencia de Dios y a los que usan a Dios como instrumento para fines políticos. Hay nuevas ‘naciones’ y hemos sido enviados a ellos”.

Es el cine el que le ha permitido a García Orso moverse a otros lugares, “a aprender cómo estar presente en toda experiencia humana.

“Me ha llevado de la mano a encontrarme con situaciones de la existencia humana que rompen mis límites personales, mis límites en cuanto a mentalidad, creencias, cultura, ubicación social, a moral, etc., para abrirme a una vida que se antoja infinita, diversa, distinta, trascendente”

El cine es, para el jesuita, la prolongación de una mirada que cambia las miradas de otros; “el placer de cine está en esa complicidad de dos miradas, la del director del film y la mía propia, dos miradas unidas, comulgantes transformadas, trascendiendo tiempos y lugares”.

“Ignacio de Loyola no sólo nos lleva a estar presente en toda realidad humana sino a buscar allí, en esa realidad, cómo ayudar a la redención de hombres y mujeres, y cómo dejarnos redimir”, enfatizó. La charla fue parte del ciclo de cine “Los jesuitas y los derechos humanos” que, la semana pasada, trajo al ITESO filmes como Amén, Nido de ratas e Ignacio de Loyola.