A 50 años de su fundación, la coordinadora del Centro Polanco, Lourdes Centeno, comparte la visión y rumbo que da vida a esta misión de acción comunitaria del ITESO, enclavado en uno de los barrios populares del Área Metropolitana de Guadalajara

El corazón de la colonia Lomas de Polanco está conformado por el Parque Roberto Montenegro, la parroquia de Santa María Magdalena y la calle Longinos Cadena (Calle 7), donde miércoles y domingo se coloca el Tianguis de Polanco, el segundo más grande de la ciudad. A unos metros de todos estos puntos funciona la sede actual del Centro Polanco ITESO, iniciativa que este año cumple 50 años de existencia. 

Creado por un grupo de estudiantes de Psicología del ITESO en 1974, se ha constituido como un sitio de acción social comunitaria, que brinda servicios a grupos en situación de vulnerabilidad a través de la formación de estudiantes universitarios. El centro surgió con una doble vocación: por un lado, dar respuesta a necesidades reales y sentidas por la comunidad, y por el otro, abonar a la formación de los alumnos de la Universidad Jesuita. 

Lourdes Centeno Partida es la actual coordinadora del Centro Polanco. Ella es egresada de Psicología del ITESO y cuenta con una maestría en Educación y Proceso Cognoscitivos en la misma casa de estudios. Acumula casi 20 años trabajando en el Centro, pero desde hace cinco está al frente. 

“Para mí, el Centro Polanco ha sido lo mejor que me ha sucedido. De todos los trabajos que he tenido, de los encargos dentro del ITESO, éste es el que ha sido para mí más importante y significativo, el que más he disfrutado. Al mismo tiempo, ha sido el más difícil, porque es un proyecto que ha sobrevivido con pocos recursos. He aprendido muchísimo de ese lugar, de estar en ese contacto continuo con la realidad, con las personas y sus problemáticas. Es lo único que me ha hecho tener siempre los pies en la tierra. Cuando hablamos de incidencia social, cuando se habla de transformar, ahí lo puedes vivir y poner en práctica”, mencionó. 

El Centro Polanco surgió a la par de las Orientaciones Fundamentales del ITESO, que este año también cumplen cinco décadas, por lo que se constituyó como uno de los primeros proyectos sociales fundados en estos principios. Al inicio se llamaba Central de Servicios, y la intención de los estudiantes participantes era brindar atención psicológica a la comunidad. En Lomas de Polanco ya estaban previamente ubicados los jesuitas a través de las comunidades eclesiales de base, por lo que se abrió una línea o proyecto de formación de líderes comunitarios acorde a lo que estaba viviendo la colonia en ese momento: problemas de integración comunal, de servicios públicos y de escrituración de la tierra. Justo al año de estar trabajando ahí, se abrió la línea de educación, con atención educativa a niños que tenían problemas de aprendizaje; ésa finalmente se convirtió en la columna vertebral de trabajo, hace más de 20 años. 

“En la Universidad hay mucha gente que tiene el recuerdo de ese Centro Polanco y te dicen: ‘Ah,¿es donde trabajan con niños?’. Coincide con que en los años ochenta hubo un boom de desarrollo cognitivo en psicología aquí en la escuela, eso también ayudó a fortalecer esa línea. Había mucha colaboración entre investigadores, profesores, gente externa, fue un periodo muy productivo. Pero al mismo tiempo eso hizo que el centro se fuera cerrando, pues ya no había cabida más que para la gente que estuviera interesada en el aprendizaje y, específicamente con niños, en temas de lectura y escritura”, expresó.  

Con los cambios de los planes de estudios y programas, así como con la organización de la Universidad en departamentos, vinieron cambios para el centro, y optó por dejar esa superespecialización para abrazar, en cambio, proyectos de diferentes índole y líneas de estudio. Este periodo de ajuste coincidió con el ingreso de Centeno Partida al centro —en 2005, bajo la dirección de Patricia Álvarez—, y fue también cuando empezaron a entrar nuevos proyectos. 

¿Hacia dónde se dirige actualmente la vocación del Centro Polanco? 

Cuando se trabajó el tema de aprendizaje, su vocación era la investigación, generar programas. Siempre ha tenido trabajo de cara a la comunidad, pero era más un centro de estudio e investigación y, desde ahí, se generaban los proyectos. Lo que cambia es que ahora la Universidad es la que empieza a generar iniciativas, pide abrir las puertas a que otros chavos de diferentes licenciaturas y asignaturas puedan tener un escenario donde participar. Hubo un fuerte trabajo para volver a posicionarlo y volver al interior de la Universidad. Con la comunidad siempre ha estado de alguna manera identificado, aun cuando el centro se ha movido territorialmente, pues cuando entré estaba en la colonia Echeverría, y en Lomas de Polanco ha estado como en tres ubicaciones diferentes. 

¿Cuáles son las líneas de trabajo que se han ampliado? 

En los últimos cinco años ha habido un mayor crecimiento en cuanto a número de alumnos y número de usuarios, con tipos de proyectos diferentes. Es un proyecto que nació, se ha cuidado y ha crecido, ahora en el Departamento de Psicología, Educación y Salud. El mayor número de proyectos están en la línea psicoeducativa, pero hay una línea de atención clínica psicológica. Ahorita damos servicios en esa línea para niños, adolescentes y adultos, cubrimos todas las edades. Otro es el proyecto presencial de la Maestría en Psicoterapia, que brinda apoyo terapéutico a adultos. Tenemos psicoterapia de niños y adolescentes a través de un PAP de psicología clínica; también tenemos un PAP de atención a niños, aprovechando todos esos 20 años de trabajo en esta línea de acción.  

En el Centro Polanco se atiende a chicos de primaria con dificultad en el aprendizaje de lectura y escritura, y también hay una línea enfocada al aprendizaje de las matemáticas (Mate-Club). Otro proyecto es Educación para la Paz, con talleres de escucha para mujeres; se trabaja en convivencia escolar con todos los grados de la primaria. Se da mediación a la lectura a grupos de primero de primaria. Hay un proyecto de actividad física y recreativa, y para trabajar con adolescentes en la construcción de identidad y proyecto de vida, en una secundaria. Este semestre entró el PAP Altavoz para cuestiones de género, y una materia de la licenciatura en Arte y Creación (Colaboratorio de Prácticas Artísticas), en la que las y los estudiantes, a raíz de los 50 años, va a armar una pieza de arte. Hay también acompañamiento psicológico a sistemas familiares, así como un área de atención nutricional con estudiantes de Nutrición.  

La diversificación atrajo alumnos no sólo de Psicología, sino también de Educación, Nutrición, Artes Audiovisuales, Comunicación e Ingeniería Industrial, así como a estudiantes de posgrado: por ejemplo, hoy día está en curso una investigación relacionada con el tratamiento terapéutico de mujeres violentadas, con apoyo del Doctorado en Investigación Psicológica y de la Maestría en Psicoterapia. 

¿Cómo ha sido la relación con la comunidad? ¿El arraigo de la gente? 

Este espacio sigue siendo del ITESO, nosotros lo administramos y decidimos, organizamos el espacio y damos un servicio a la gente. Pero todos los servicios que damos han sido resultado de estar en sintonía con la comunidad, de ver qué necesita. Hay un diálogo con la Universidad, porque todo lo que ocurre en el Centro Polanco ocurre a través de estudiantes, pero si alguien quiere llevar un proyecto, vemos qué tipo de problemática tratan de resolver, y si es pertinente, va para adelante. Eso genera cierto tipo de relación con la comunidad: la gente va porque recibe un servicio, pero cuando llega encuentra otras cosas: que son bien recibidos, que los escuchamos, miramos y tomamos en cuenta, que nos empezamos a relacionar con ellos de manera diferente de como se relacionan con otras instituciones. Esa manera de relacionarnos e interactuar les va generando una pertenencia: la gente reporta que encuentran un espacio seguro o que es su lugar favorito, nos han dicho eso. Hay una dinámica al interior que va generando estos vínculos, y la gente se siente partícipe y está muy vinculada afectivamente. Hay muchas personas de la comunidad que fueron de niños y que ya crecieron, que tienen hijos y van de vuelta otra vez con los hijos. 

¿Cuáles son los retos que tiene por delante el centro? 

Tenemos un gran equipo de trabajo, pero nos falta fortalecer lo académico, para hacer el trabajo de llevar los números y de estar recuperando la información. Otro reto es que empiece a haber más proyectos de otras áreas y departamentos del ITESO —que ya se está empezando a dar—; para eso quizá necesitamos un espacio más grande, porque podemos imaginar muchas cosas, pero si no tenemos un lugar que nos permita trabajar es complicado. Abrirse a otras áreas de la Universidad posibilitaría un trabajo más interdisciplinario. Un reto más es abrirlo a la comunidad, que puedan proponer iniciativas. 

¿Qué ha representado para ti el trabajo de estos 20 años en el Centro Polanco? 

Yo no sería la misma persona si no hubiera pasado por este espacio, le debo muchísimo. Aprendí más de lo que he podido dejarles. Es importante que los académicos estemos lo más posible en contacto con la realidad. Literal: el ITESO es un jardín encantado, yo puedo teorizar y decir un montón de cosas acerca de problemáticas, pero una cosa es estar construyéndolas teóricamente y otra es estar ahí, delante de la señora que llega con una emergencia, con una situación de violencia o con un niño con un problema de sobremedicación. No somos expertos que llegamos a solucionarles un problema, a decirles cómo hacerle en su vida. Somos personas que acompañan procesos. La gente es la que sabe cuál es su problemática. Yo sabré algo de acompañamiento psicológico, pero ellos son quienes tienen que apropiarse de eso y usarlo en su vida […]. Es importante que los estudiantes reflexionen de manera consciente, crítica y ética cómo se están posicionando frente a la comunidad y plantando enfrente del otro, siempre recibirlo con una mirada hospitalaria. Creamos vínculos afectivos con las personas porque es imposible no crearlos, es vernos desde ese respeto, desde nuestras diferencias y necesidades. No es llegar, dar un servicio, agarrar la información y adiós señoras, que les vaya bien. Estamos comprometidos con los procesos, les damos seguimiento y las familias regresan. 

En los últimos cinco años, el Centro Polanco ha atendido a un total de 3 mil 660 usuarios, mientras que de otoño 2018 a otoño de 2023 han colaborado 950 estudiantes. La celebración por los 50 años de vida tendrá lugar los próximos días 9 y 10 de abril.  

FOTO: Luis Ponciano