El próximo 15 de mayo cuatro docentes recibirán la distinción de profesores numerarios y una académica será nombrada profesora emérita. Conoce un poco de su trayectoria

Los maestros tienen una vida para enamorarse de la ciencia, de la docencia y del saber, y es justo reconocer esa entrega y compromiso.

El 2 de abril pasado en su sesión número 84, el Consejo Universitario acordó otorgar la distinción como profesores numerarios a la Dra. Liliana Guadalupe García Ruvalcaba, del Departamentos de Psicología Educación y Salud (DPES); así como al Dr. David González Chávez; al Dr. Ramón Enrique Barajas Barraza y al Mtro. Juan Carlos Martínez Alvarado, ellos tres miembros del Departamento de Matemáticas y Físicas (Dmaf).

El ITESO cuenta con cinco categorías académicas para los profesores: adjuntos, asociados, titulares, numerarios y eméritos. Las tres primeras se refieren a una trayectoria de promoción académica, mientras que las dos últimas son distinciones que otorgan el Consejo Universitario y la Junta de Gobierno, respectivamente. 

Para ser profesor numerario es necesario tener al menos 12 años como profesores titulares en el ITESO y contar con maestría o doctorado, según estipula el Reglamento del Personal Académico que establece que esta distinción se da en consideración de su desempeño sobresaliente en sus labores académicas y porque han sido reconocidos por la comunidad universitaria en virtud de su compromiso con el ITESO y sus Orientaciones Fundamentales.

 Y para ser reconocido como emérito es necesario haber sido profesor titular por lo menos durante 20 años, de manera continua o discontinua; estar en ejercicio pleno de sus funciones académicas; tener al menos 60 años a la fecha de la distinción; ser propuesto al Consejo Universitario por un organismo colegiado; y no ser miembro titular del Consejo Universitario ni de sus comités ni propietario o suplente de la Junta de Gobierno.

Desde 1973 el ITESO reconoce la trayectoria de sus docentes, la de aquellos que, acorde con la misión de la universidad jesuita y con carisma ignaciano, animan a otros a ser mejores en el servicio a la sociedad. Estos profesores serán reconocidos en una ceremonia especial el 15 de mayo en el Auditorio Pedro Arrupe, SJ.

Travesía de luz y saber

 Desde hace 30 años, Andrea Mónica Fellner Grassmann observa la vida universitaria como quien contempla un tejido: desde múltiples ángulos, con atención al detalle y apertura al cambio. En el ITESO ha sido diseñadora, docente, investigadora, directiva y procuradora; siempre hilando conexiones entre saberes, personas y propósitos.

Este tránsito por diversas encomiendas en el campus jesuita la ha llevado a ser elegida por el Consejo Universitario para recibir la distinción como profesora emérita el próximo 15 de mayo, reconociendo una larga trayectoria académica que se caracteriza por una manera particular de ser y proceder, encarnando la misión de excelencia de la universidad y sus Orientaciones Fundamentales.

Vida interdisciplinar

A sus 64 años, la académica de origen alemán ocupa media plaza en el Centro Interdisciplinario para la Formación y la Vinculación Social (Cifovis) del ITESO, El otro 50 por ciento de su puesto lo desempeña como procuradora de los Derechos Universitarios. “Es algo que voy a agradecer toda mi vida. haber tenido tantas oportunidades, y que se dieran de manera orgánica”, menciona.

Ella llegó a la institución en 1995, cuando la licenciatura en Diseño daba sus primeros pasos, a la que llegó para incorporarse como profesora. Egresada de la Escuela de Bellas Artes de Stuttgart, su formación inicial de estudios superiores era en diseño gráfico y textil. En el ITESO hizo la maestría en comunicación. No obstante, ya tenía 10 años en el país y había trabajado en el despacho de diseño de Felipe y «Mito» Covarrubias desde los 24 años.

“Me encantó México, desde la mirada de diseñadora me encantaron la luz, los colores y los olores. Recuerdo mucho las primeras visitas a los mercados. Me gustó mucho la cuestión de las artesanías y el arte. Me gustó que las personas son muy abiertas, es muy fácil relacionarse con los mexicanos. En Europa es otra historia, aunque esto también ha ido cambiando conforme los países cada vez son más multiculturales”, considera.

En el Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano (DHDU), al que está adscrito la carrera de Diseño, le tocó todo ese desarrollo de las primeras generaciones de alumnos de esta profesión. “Me apasiona mucho trabajar con jóvenes porque es un proceso que está en constante movimiento, porque todas las generaciones de alumnos son diferentes y, en consecuencia, también sus necesidades y su manera de acercarse a las cosas y de entender el mundo, es algo fascinante. Esa etapa me cambió mucho la visión y sentido de diseñar. Sé que ahora ya hay varias escuelas en México que han adoptado la idea del diseño, pensándolo en su integralidad y desde la solución de problemas”, dice, quien a la postre estudiaría la Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura.

En el ITESO demostró habilidades que van más allá de la academia que la llevaron a sitios insospechados. “Toda mi trayectoria se ha compuesto por muchos eventos y momentos inesperados”, admite. Luego de estar en la coordinación de Diseño, conociendo las dinámicas de la docencia en la universidad y la atención a alumnos y el rediseño curricular, le ofrecieron la Dirección del DHDU, “fue todo un discernimiento, pero me dieron una noche para pensarlo y consultarlo con la almohada”.

Ese, confiesa, fue un reto muy grande porque en aquel tiempo el DHDU ya era uno de los departamentos más grandes y complejos. “Nadie te instruye cómo ser director. Entonces fue muy lindo, hicimos varios proyectos grandes en ese tiempo, el construir con las personas del departamento y toda la parte académica fue muy interesante por los diferentes campos disciplinarios y porque es un departamento que ahora tiene talleres y laboratorios. También me tocó la implementación de los Proyectos de Aplicación Profesional (PAP) y su propuesta formativa”, explica. En ese encargo se quedó seis años, del 2008 al 2014.

Luego de un periodo sabático, regresó para convertirse en docente de PAP. Pero en diciembre de 2019 fue invitada a hacerse cargo de la coordinación del Cifovis, donde estuvo a cargo por cuatro años hasta el 2023, y le tocó vivir la pandemia. “Ese también fue un gran reto porque es un centro que tiene la capacidad de fortalecer y fomentarla articulación universitaria” asegura.

Terminando su ciclo, a fines del 2023, le llegó la opción de ser procuradora, desde entonces, divide su tiempo con la responsabilidad como académica del Cifovis. “Me gusta sobre todo por el contacto con todas las personas de la universidad. Desde la Procuraduría se atienden a todos los integrantes de la comunidad. Eso me ha permitido, desde otro ángulo, conocer a la universidad y a sus personas”.

Ser nombrada emérita es una sensación muy placentera, reconoce, en especial, teniendo en cuenta que la suya no ha sido una trayectoria meramente académica, sino que la ha combinado con actividades administrativas. “Me honra y me gustaría verlo como un reconocimiento, que desde luego es hacia mí, pero al mismo tiempo, a todos los equipos de trabajo interdisciplinarios y colaborativos. Sin esto, no se hubiera dado eso”.

¿De lado de la docencia, cuál es la principal enseñanza que te dejó ejercerla?
“Como maestra aprendí mucho y lo sigo haciendo. Que los procesos estén centrados en los alumnos, en sus experiencias, en esa gran necesidad de construir el aprendizaje en conjunto con ellos. Cada generación es tan diferente, entonces hay que tener esta constante flexibilidad como profesor, para poder reaccionar ante estos constantes cambios. En los últimos años, mi docencia ha estado más centrada en el PAP, y esto se suma para ampliar estos escenarios y situaciones de aprendizaje, integrando escenarios externos, con las comunidades, con nuestros actores sociales, esto me ha fascinado, ese sentido ignaciano, de construir desde y en conjunto con los demás no, creo que a nivel formativo es un reto”.

Tecnología, educación y colectividad

Liliana Guadalupe García Ruvalcaba es hoy coordinadora de la Maestría en Educación y Convivencia y académica del DPES, pero tiene una trayectoria de más de 28 años en el ITESO, donde llegó en 1997 al Departamento de Electrónica, Sistemas e Informática (DESI), a trabajar en un área que hacía la conexión entre la educación y la tecnología, donde contaba con cierta experiencia.

Del DESI pasó al Centro de Aprendizaje en Red (CAR) –dirigido en ese momento por Miguel Bazdresch– y luego al Departamento de Educación y Valores que, al poco tiempo de su arribo se fusionó con el Departamento de Psicología. “Ahí también empezó una aventura muy padre, que fue el pensar cómo podíamos hacer una oferta formativa y un programa que pudiera enriquecer la formación en educación, con el plus de quienes ahora conformábamos este departamento”. Así surgió la maestría que hoy coordina. “Ha sido una aportación valiosa para mí crecimiento, que es entrar fuertemente a ver cómo podemos relacionarnos de una manera más solidaria, participativa y respetuosa”, menciona.

La egresada de Ciencias de la Educación por el ITESO expresó que ha sido retador e interesante colaborar con la universidad jesuita en la construcción de su propio proyecto educativo. “Cuando llegué lo hice a través específicamente de ayudar a pensar cómo podíamos aprovechar la tecnología para fortalecer e impulsar procesos activos educativos. Eso hoy suena de lo más cotidiano y evidente, pero en su momento era un tema que todavía no estaba tan sensible. (…) Fuimos caminando y pensando en colectivo, hasta que se propuso una manera de aprovechar la tecnología desde lo virtual”, recuerda la académica de 53 años.

Otro proceso que recuerda con orgullo fue el momento en que se hizo toda la transformación curricular del ITESO. “Empezó todo este tema de las competencias, de saberes, de los atributos del aprendizaje, que tenían que impactar a todos los estudiantes que cursaran su formación aquí, tenía que ser situado y reflexivo, todas estas discusiones muy bonitas e inspiradoras”, explica la Maestra en Educación y Recuperación de la Práctica Educativa por la Secretaría de Educación Pública y doctora en Educación por el ITESO.

La huella de los alumnos ha sido fundamental para García Ruvalcaba, “los estudiantes son como una fuente que te refresca, su energía y su empuje son muy interesantes”, confiesa. Ella considera que han sido un motor para cuestionarse y reconstruirse a sí misma y a la vez acompañarlos. “Ha sido una oportunidad de gozar el encuentro con ellos, dialogar y trabajar juntos en proyectos. Es padre ver cómo se hacen preguntas, les empiezan a caer veintes y resignifican su propia vida profesional. Todo eso es muy motivador”.

Para ella, el nombramiento como numeraria es un pretexto para agradecer su vida en el ITESO, su quehacer cotidiano con colegas y estudiantes, “también es una oportunidad para renovar mi pasión por la educación y mi compromiso con esta universidad”, dice al tiempo que deja un mensaje para los nuevos alumnos: “que no pierdan la esperanza de que a través de la educación se pueden hacer cambios importantes para mejorar este mundo”.

Matemáticas y desarrollo humano

David González Chávez es profesor de tiempo fijo y coordinador de la Unidad Académica Básica de Matemáticas para Ingeniería, en el Departamento de Matemáticas y Física (DMAF), pero también es docente de la materia de desarrollo humano en el DPES. Estas dos disciplinas, las matemáticas y el desarrollo humano, parecería que están en las antípodas, sin embargo, este profesor ha logrado encontrar una conexión importante entre ambas.

Su primer curso en el ITESO lo dio en el verano de 1992 como profesor de tiempo de variable, luego de haber hecho aquí la carrera de Ingeniería Química de 1987 a 1991. Fue justo en 1989, a través de un padre jesuita, que conoció unos cursos de desarrollo humano y encontró una segunda vocación: “cuando salí de ingeniería química en el 91 tenía que hacer tesis, entonces dije, mientras hago la tesis, estudio la Maestría en Desarrollo Humano, la estudié en otro instituto, en el Centro Humanístico del Ser”, relata el docente de 58 años. Fue en el 2009 cuando ya se quedó como profesor de tiempo fijo en el DMAF, pues anteriormente compartía medio tiempo fijo en su actual encargo y el otro en el DPES.

“El ITESO ha sido un espacio de desarrollo profesional de la docencia, aquí aprendí a dar buenas clases de matemáticas de mucha gente, desde mis profesores en la licenciatura. Juan Jorge Hermosillo, Arturo Langarica, pero luego de los colegas aquí Miguel Ángel Alonso, Abel Castro y Eduardo Miranda. De mucha gente aprendí el arte y la ciencia de la docencia en matemáticas, que me gusta y me apasiona desde la prepa”, asegura.

A la par, para González Chávez ha sido un lugar de desarrollo personal, incluso reconoce que su vida y la Compañía de Jesús han estado muy unidas, y le han dado un sentido de vida, y la opción de “estar en un ambiente humano, cristiano e ignaciano, para darle a mi vida una proyección en el lema de San Ignacio, que me gusta mucho: ‘en todo, amar y servir’. Ahí está el amor a la ciencia, hay toda una trayectoria, desde sus inicios con los jesuitas, de amar y enseñar la ciencia, entonces. Eso también me gusta mucho”, reconoce.

De los estudiantes admira su deseo de vivir una buena vida y de aprender. Ese amor al aprendizaje estimuló en su persona el amor a la enseñanza y a la pedagogía, lo que define como una sinergia virtuosa. Ser nombrado numerario es un regalo a 33 años de vida profesional y es un testimonio de una buena existencia, humana y cristiana, con esta veta, de amor por el desarrollo humano y amor a la ciencia: “es muy edificante ver cómo las personas van creciendo y emergiendo al generar o facilitar espacios de aprendizaje”.

Enamorar para la ciencia

Juan Carlos Martínez Alvarado es hoy director del Departamento de Matemáticas y Físicas y profesor de tiempo fijo desde 2010, sin embargo, comenzó a clases en el ITESO desde enero de 1989, cuando aún era estudiante de los semestres avanzados de Ingeniería Química. Con el paso del tiempo, por alguna razón, se convirtió en una profesor de una área específica. En su caso, las materias de los primeros semestres.

“En los primeros semestres recibes a la gente y tienes la gran oportunidad de enamorarlos de sus carreras, si es que eso es su pasión. Empiezas a enseñarles las propiedades de lo que van a estudiar, los beneficios y las herramientas que tienen para lograrlo”, asegura el académico de 57 años. “Cuando das clases en los primeros semestres, ya sea de cálculo diferencial o probabilidad estadística, o de química general o balances de materia de energía la sustancia está en que enamoras a la persona de su profesión de lo que pueden lograr con los conocimientos que están observando”, destacó el profesor, quien cuenta con Maestría en Informática Aplicada y Maestría en Administración con especialidad en Finanzas por el ITESO.

Martínez Alvarado combinó sus labores de docencia con colaboraciones en distintas organizaciones –trabajó para las empresas CYDSA, HYC y Bangente–, no obstante, acepta que estos 36 años de estar dando clases lo han hecho crecer muchísimo tanto con las experiencias como con los problemas, y le permitió conocer cómo las personas van manifestando ciertas propiedades de comportamiento y cómo van transitando a lo largo del tiempo.

“En los primeros años, mi mayor reto fue sincronizar mi ímpetu de la docencia con lo que buscaba el alumno. Muchas veces creemos que el alumno viene por una calificación y no es así. En mi experiencia de veras tienen un genuino interés. En los primeros 10 años del magisterio uno es sumamente inmaduro y vas descubriendo de manera natural y a golpes cómo lograr el aprendizaje en la otra persona”, explica.

Algo que le ayudó en demasía fue que a los 8 o 9 años de estar dando clases, apareció en el ITESO un diplomado de Desarrollo de Habilidades Académicas, que le hizo ver muchas otras cosas más allá del aula. También aprendió lecciones de los propios estudiantes, el más valioso, el obligarlo a mantener los pies en la tierra. “Conforme vas avanzando en tus estudios cada vez te alejas más de la idea de cómo es el alumno (…). El mayor aprendizaje que he tenido es que constantemente me jalan y me dicen, por favor, si me vas a dar una clase no se te olvide que soy una persona de 17 o 18 años, que tengo los mismos problemas y las mismas situaciones que tenías tú”, expresa.

Así, Martínez Alvarado recurre al juego y a los espacios de diversión como modelos de aprendizaje y, por ejemplo, usa donas para realizar un cálculo multivariable de dobles o triples integrales: “yo les digo, ‘¿qué parte de la dona te gustó más? Ah, pues vamos a girarla y vamos a ponerla en este cuadrante. Cuando tú y empiezas a jugar con ellos para que se interesen y se diviertan, eso es lo que más disfruto. Para mí, dar una clase es un momento donde se me va el tiempo, yo les digo a los muchachos, esto es una charla fugaz”.

Para el docente hay varias tareas que afrontar por parte de las nuevas generaciones. De entrada, desmitificar que la ciencias básicas o duras son difíciles, “la dificultad simplemente reside en lo que te gusta. Puede ser que esto te gusta. pero pudiste haber tenido experiencias de aprendizaje negativas que te alejan, pero debes persistir”. También se debe abrir más espacios para las mujeres en estas áreas. “Hay un sinnúmero de mujeres que seguro están invitadas a estas áreas y han adquirido un temor o les han infundido, el entorno social, un temor de no entrar aquí. Yo creo que nos llevan ventaja. Son más detallistas y mucho más cuidadosas en los cálculos, yo las veo hasta más aptas. Por eso no entiendo por qué hay tan pocas mujeres proporcionalmente respecto a nosotros”.

 

Física en el universo no nanoscópico

Ramón Enrique Barajas Barraza es profesor de tiempo fijo en el ITESO, en el departamento de matemáticas y física desde el año 2004, cuando llegó procedente de San Luis Potosí, luego de haber terminado de estudiar primero una Maestría en Física y después un Doctorado en Ciencias en la universidad autónoma de esa entidad.

Uno de sus profesores del doctorado lo alertó de una plaza que se estaba ofreciendo. “Por mi formación de físico tuve la oportunidad de trabajar para centros de investigación, pero la parte docente era algo que me apasionaba mucho. Me gustaba mucho. Desde muy pequeño di clases particulares”, cuenta quien también ya fue coordinador de la Ingeniería en Nanotecnología. En aquella ocasión compitió contra 37 postulantes y dos personas fueron las seleccionadas. Su clase modelo y la presentación de una investigación sobre nanotubos de carbono le valieron la plaza.

Tras 21 años trabajando en el ITESO, reconoce que su estancia en este campus no únicamente lo ha impactado en la cuestión académica y disciplinar, sino que también se ha empapado del carácter humanista de la institución. “Yo creo que eso es el rasgo más importante que destaco de mi estancia aquí, cómo me hizo crecer como persona, en lo espiritual, en lo académico y en lo humano. Cuando entré acá, yo no conocía mucho del ITESO. En lo personal, era una persona atea, o más bien agnóstica. Ya trabajando aquí, la filosofía y la inspiración ignaciana permeó en todas mis esferas, no únicamente en la cuestión laboral, sino también en una cuestión personal. Tuve una interiorización y una introspección, que me hizo conocer en esta filosofía de ayudar a los demás”, dice el hoy coordinador docente de la asignatura de Física Universitaria.

¿Qué significa para este licenciado en Física por la Universidad Autónoma de Sinaloa recibir la distinción de numerario? Barajas Barraza considera que es producto del trabajo de muchas personas, no sólo de él, sobre todo de modelos a seguir que lo precedieron en este reconocimiento. “Es una distinción a una labor que me apasiona mucho, que es, entre otras cosas, dar clases”, dice este académico, que desde chico soñaba con ser astronauta o astrofísico, pero que encontró en la docencia un mundo por descubrir.

“Conforme fui aprendiendo más matemáticas también fui comprendiendo más física. De repente hay una física que tú puedes realizar el experimento en laboratorio y ver qué ocurre con el fenómeno físico y dices, ‘qué padre, esto no lo había observado’. Pero hay otra física que está en el mundo microscópico o nanoscópico, que la empecé a comprender con la herramienta matemática, que yo sabía que era tan poderosa como para predecir y anticiparte al experimento”, comparte.

FOTOS: Zyan André y Luis Ponciano