Egresado de Ingeniería Industrial, Álvaro Guerrero puso en marcha un espacio que tiene por objetivo ofrecer diversión de una manera diferente.

Aunque sus antecedentes pueden rastrearse hasta el antiguo Egipto o el imperio romano, el boliche como lo conocemos se remonta a 1894. Y desde entonces ha sufrido pocos cambios. Pero, ¿qué pasaría si en un extremo del carril encontráramos un muro con diferentes orificios por los que pudiéramos pasar balones de futbol soccer y americano, bolas de golf, de tenis o de beisbol? Eso mismo se preguntó Álvaro Guerrero y desde hace tres meses ha venido cristalizando la respuesta: Healseven Games, un espacio que busca combinar el entretenimiento y la convivencia con la práctica del deporte. 

Álvaro Guerrero (Guadalajara, 1990) siempre ha sido adepto a los deportes, sobre todo al futbol. Así fue en el Instituto de Ciencias y así fue también en el ITESO, donde incluso formó parte de la selección. Su gusto por el deporte de las patadas lo llevó a las fuerzas básicas de equipos como Tecos, Santos y Pumas, donde se probó en la posición de enganche, ese jugador que juega en la media cancha y conecta a la defensa con la línea ofensiva. Al final, tuvo que elegir: o seguía intentando en la cancha u optaba por la universidad. Eligió la segunda y se graduó como ingeniero Industrial. Pero infancia es destino, dicen, y entonces Álvaro Guerrero siguió jugando de enganche: un día vendió su auto y decidió emprender un negocio que conecta el ocio y el deporte.

“Siempre he estado relacionado con el deporte. Además de futbol también jugué tenis y golf. En agosto comencé con la idea de Healseven Games y lo inauguramos a finales de mayo. La idea es combinar lo que me gusta del deporte y del entretenimiento”. 

Con estas premisas, Álvaro Guerrero rentó un espacio en Plaza D’Lucca e instaló tres carriles parecidos a los del boliche, pero que sirven para practicar futbol soccer, americano, beisbol, tenis y golf. La dinámica es la siguiente, puede haber equipos de entre cuatro a seis personas, que, por 99 pesos por persona, juegan una partida de ocho rondas para ver quién suma más puntos. Además se puede jugar la opción Golden, que es un minitorneo con otros visitantes.

La idea es “dar la mayor diversidad posible para que siempre haya novedades. Muchas veces se entiende la innovación sólo enfocada en cosas tecnológicas, pero se pierde el contacto con el mundo físico. Aquí se busca ayudar a la salud física y mental”, explica Álvaro Guerrero y añade que la idea es generar comunidad y que asistan familias completas o amigos, cuidando “que el juego sea accesible para todas las personas, que los niños se den cuenta de que no sólo el existe el celular o el iPad”. 

Álvaro Guerrero explica que la primera prueba del espacio durará seis meses, durante los cuales el reto principal es atraer a la gente para que se apropie del espacio y ver si el concepto gusta o no. Una vez pasado este tiempo, y según los resultados, podría moverse a buscar un espacio más grande para acondicionar más carriles de juego.  

Sobre su paso por la educación ignaciana, desde el Ciencias hasta el ITESO, señala que una de las cosas más importantes es que aprendió que es importante “atreverte a hacer las cosas. Hacerlas, no sólo planearlas. Y también el compromiso con la sociedad, ponerse en los zapatos de los demás, conocer la parte humana de los otros y buscar el bien común, el beneficio común”.