Esta casa de estudios forma parte del equipo, liderado por el IPN y en el que también participa la UNAM, que desarrolla un proyecto del Programa Suborbital Mexicano. El rol del ITESO consiste en diseñar la computadora de vuelo que permitirá el ascenso de la estación suborbital EMIDSS-3.

Más allá de la estratósfera, en los límites de la Tierra con el espacio exterior se encuentra la ionósfera, una región de la atmósfera que brinda soporte a la vida al interior del planeta azul y que para los científicos reviste una especial importancia por sus características electro-físicas, además de ser el hábitat natural de los satélites artificiales.

El camino hacia allá es difícil, implica subir más de 80 kilómetros encima de nosotros y antes hay toda una serie de procesos, pruebas mecánicas y digitales, así como ensayos de vuelo que permitan llegar hasta ese punto. Es en este sendero hacia el conocimiento de los fenómenos que afectan a nuestro hogar cósmico por el cual viaja la misión FY22-FTS, que construye el módulo Suborbital EMIDSS-3 (Experimental Module for Iterative Design of Satellite Subsystems, versión 3), y en la cual participa el ITESO.

Este proyecto, que forma parte del Programa Suborbital Mexicano, en el cual están involucrados también el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), consiste en lograr ascender alrededor de 50 kilómetros en un globo científico –como parte de un programa de la NASA-, a fin de realizar varias mediciones que permitan en un futuro, se estima que para 2024, lanzar un satélite de órbita baja para estudios diversos.

Luis Rizo Domínguez, coordinador de la Especialidad de Sistemas Embebidos del ITESO, es quien está al frente de este proyecto del lado de esta casa de estudios, a la cual le corresponde diseñar la computadora de vuelo que permitirá el ascenso de la estación.

«El trabajo del ITESO es desarrollar esta tarjeta y nos pidieron que fuera en una plataforma reconfigurable, que es una matriz de puertas programables en el campo (FPGA, por sus siglas en inglés), porque así podemos mandar un nuevo tren de programación y la tarjeta puede cambiar su configuración en el aire. Se trata de diseñar un sistema embebido que aguante las temperaturas, el vacío y la radiación», explicó. «Las condiciones que están allá arriba son muy diferentes a las de aquí de la Tierra, nunca habíamos hecho un sistema bajo esas especificaciones, que aguante menos 50 o menos 70 grados, las pilas muchas veces truenan, pues mientras más caliente esté es mejor. Hay que tener sistemas para calentar y cargar las pilas».

Rizo es profesor del ITESO desde hace 20 años, es investigador de tiempo completo desde 2010 y coordinador de la especialidad desde hace un lustro. Está formado como ingeniero electrónico y cuenta con la maestría en Procesamiento Digital de Imágenes Satelitales y el doctorado en Procesos Estocásticos No Estacionarios para las Telecomunicaciones, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del IPN.

Como parte del ITESO, ha participado en proyectos relacionados con telecomunicaciones, tales como mediciones de estadísticas no tradicionales en redes de paquetes, el desarrollo de un sistema portátil simplificado para la detección de ataques epilépticos –el cual incluso obtuvo una patente– y diseños con FPGA y dispositivos reprogramables.

El interés en la misión del módulo EMIDSS-3 surgió gracias la existencia de una red de sensores en un terreno en el Bosque de La Primavera, por medio de la cual se realizan mediciones de dióxido de carbono, temperatura y humedad, sin embargo, las condiciones de comunicación del bosque complican la labor científica, por lo que la existencia de un satélite a futuro ayudará en la investigación alrededor de esta reserva biológica de la ciudad. Este proyecto se trabaja en conjunto con los académicos Jorge Pardiñas Mir y Luis Eduardo Pérez, del Departamento de Electrónica, Sistemas e Informática del ITESO.

Las tareas de coordinación del proyecto corren a cargo de Mario Alberto Mendoza Bárcenas, investigador del Centro de Desarrollo Aeroespacial del IPN, quien es especialista en diseño de cargas útiles para satélites pequeños y lidera al equipo que trabaja la parte mecánica del módulo.

Del lado de la UNAM encabeza la misión Rafael Prieto Meléndez, académico del Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología (ICAT), especialista en instrumentación electrónica para aplicaciones aeroespaciales, quien coordina al grupo encargado de la alimentación y potencia del dispositivo.

Por parte del ITESO, también colaboran Gabriela Calvario, académica del DESI, y los estudiantes de la especialidad en Sistemas Embebidos Eduardo Ángel Guzmán, Braulio Pérez Acosta y Jorge Osuna Valdez. A su vez, participan los estudiantes de Ingeniería en Sistemas Computacionales y de Ingeniería en Nanotecnología Vicente Bejarano y Abati Gómez, respectivamente. El proyecto contempla la participación más adelante del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales (DPTI) del ITESO, que encabeza Raúl García Huerta.

¿Qué es una estación suborbital?

Una estación suborbital se encarga de medir variables atmosféricas al contar con diferentes sensores; esta se desplaza alrededor de 50 kilómetros sobre el nivel del mar, permanece un tiempo –de tres a cuatro horas por lo regular- y luego baja para reportar sus resultados, es decir, no se queda en órbita. Su función central es hacer mediciones y revisar condiciones para lanzar eventualmente un satélite. 

  1. En este proyecto el ITESO busca a largo plazo poder medir variables y compartir información en torno al Bosque de La Primavera. 
  1. Tanto el IPN como la UNAM buscan medir variables ambientales, a partir de la hipótesis de que hay cambios en la estratósfera que permiten predecir terremotos. 

Se espera que este proyecto pueda lanzar un satélite como parte del programa de la NASA en un plazo de tres años. 

Un panel con los líderes del proyecto, entre ellos Luis Rizo, puede verse en https://bit.ly/3kgVCwL.

FOTO: Luis Ponciano