En lo que representa ya toda una tradición en la Universidad, el pasado jueves tuvo lugar la jornada de los Diálogos de la Investigación en el ITESO, que en esta edición puso sobre la mesa la reflexión sobre la economía política y la sociedad del conocimiento

Una de las tareas sustantivas de la universidad es la generación y distribución de conocimiento. El ITESO no es ajeno de esta labor, y por eso cada tanto la Universidad Jesuita de Guadalajara dedica espacios para detenerse a reflexionar y analizar las prácticas que giran en torno a la investigación. Así viene ocurriendo desde 2014 con la realización de los Diálogos de la Investigación en el ITESO, que este año retomaron la modalidad presencial para que las y los académicos pudieran reflexionar y compartir sus puntos de vista a partir de dos ejes principales: la economía política y sociedad del conocimiento. 

Si bien los organizadores celebraron el regreso a la presencialidad, lo cierto es que en su edición 2022 la jornada de los Diálogos de la Investigación se nutrieron de la experiencia dejada luego de dos años de pandemia. Así, la primera intervención del día estuvo a cargo de Alexander Zatyrka, SJ, Rector del ITESO y quien a través de un mensaje en video dio la bienvenida a las y los participantes. Señaló que la realización de estos diálogos contribuye a “mantener viva la reflexión sobre la investigación”. Dijo que en los tiempos que corren al investigación es de gran relevancia, sobre todo porque “pareciera que la generación del conocimiento está atrapada por las prácticas políticas”, y añadió que “la investigación científica tiene un gran valor porque define la esencia de nuestro proyecto universitario”. 

El Rector señaló que la labor que hoy se realiza en el ITESO es la continuidad del apostolado intelectual de la Compañía de Jesús, labor que comenzó en el siglo XVI con la apertura de los primeros colegios jesuitas y que tiene cuatro rasgos principales, a saber: “La generación de conocimiento en contacto con las personas; la sensibilidad ante los padecimientos de las personas y las comunidades; la colaboración y el diálogo entre las culturas y las disciplinas; el entendimiento de que la misión que se realiza es un servicio que no tiene como objetivo el reconocimiento o la gloria de las personas o las instituciones”. 

Zatyrka Pacheco destacó que el ITESO tiene una larga tradición de investigaciones que apuestan por la construcción de un conocimiento científico basado en el diálogo e invitó a no perder de vista una pregunta fundamental: “No hay que dejar de preguntarse el para qué del conocimiento”. 

Regresando al formato presencial, Catalina Morfín subió al estrado para dirigir su a las personas reunidas en el auditorio M —y también a quienes seguían la actividad a través de la transmisión. La titular de la Dirección General Académica se refirió a que los Diálogos de la Investigación son ya una tradición académica de la Universidad y dijo que con este espacio se busca “ofrecer una oportunidad de mejorar las labores de investigación, docencia e incidencia de la Universidad”. 

La académica puso en común tres reflexiones. En la primera se refirió a las enseñanzas que había dejado la pandemia, entre ellas que se pudo constatar que “no es lo mismo la educación remota de emergencia que la educación a distancia”. En esa misma línea, invitó a no caer en la creencia común de que “el grado académico determina que alguien sabe cómo y por qué debe enseñar o no tal o cual contenido”, y señaló que la docencia es una práctica “densa y compleja, y todavía más compleja cuando es a distancia”. Por eso, añadió, “la investigación es una de las mejores vías para fortalecer la docencia. Hay que formar investigando e investigar formando”. 

En la segunda reflexión Catalina Morfín también habló de la importancia del trabajo en red, “que obliga la diálogo, a la apertura y al desprendimiento” y, antes de finalizar, también se refirió a la necesidad de articular la investigación y el posgrado en la formación de grupos de investigación desde una perspectiva ética. “La ética en el diálogo implica poner a todos los participantes en una igualdad básica, verlos al mismo nivel, sacrificar los intereses personales para buscar el bien común”. 

El encargado de cerrar el acto protocolario de bienvenida fue Bernardo Masini, director de Investigación y Posgrado del ITESO, quien destacó la realización, hace unas semanas, del primer Encuentro de Investigación del Sistema Universitario Jesuita, que tuvo como sede la Ibero Ciudad de México. Ahí, recordó el académico, Luis Arriaga, SJ, rector de la Ibero y presidente de la Asociación de Universidades Jesuitas de América Latina (Ausjal), les invitó a “salir de los claustros”, es decir, conminó a los investigadores a salir de las aulas “para encontrarnos con la realidad.»

Sin socialización no hay conocimiento

La conferencia magistral de los Diálogos de la Investigación en el ITESO estuvo a cargo de Francesco Maniglio, de la Universidad de Sevilla y que participó en la jornada de manera remota. El investigador dictó la conferencia “Economía política del conocimiento en Latinoamérica”, que comenzó poniendo sobre la mesa la pregunta sobre el significado del concepto de la economía del conocimiento y el de la sociedad del conocimiento. 

El académico cuestionó una de las premisas que suele impulsarse en la región latinoamericana según la cual la educación —y, con ella, la investigación y la generación de conocimiento— deben ser privatizadas. Este enfoque neoliberal, dijo, es empujado por los países del norte global, que paradójicamente “son los que más invierten en la educación pública, porque sin el financiamiento del Estado para el desarrollo de la investigación y la innovación no podría mantenerse el nivel”. Maniglio dijo que Estados Unidos siempre propone “recetas político-sociales de austeridad en la inversión pública, pero es de los países que más invierte en sus sistemas públicos de salud, transporte y educación. Es un neoliberalismo de exportación”. 

El investigador señaló que no es posible el desarrollo de la ciencia si no se realiza de manera cooperativa y con financiamiento estatal, y puso el lente sobre otra paradoja relacionada con las patentes: “Sin socialización no hay conocimiento, pero al mismo tiempo este conocimiento se debe vender para obtener ganancias”. Ya entrado en ese tema puso en común el tema de las patentes y dijo que “cuando un grupo de investigación realiza una patente, no partió de cero, partió de un conocimiento que era común”.  

Maniglio recordó que en los años sesenta y setenta cobró auge la llamada Teoría de la Dependencia para explicar por qué algunos países no lograban desarrollarse y dijo que, aunque se hablaba de que dicha teoría había perdido vigencia con el crecimiento de la región, lo cierto es que “el desarrollo en América Latina amplió la desigualdad”. Señaló que la Teoría de la Dependencia podía entenderse desde otro enfoque considerando que “en 2014 el 52 por ciento de las patentes en Estados Unidos fueron realizadas por investigadores nacidos en el extranjero, la mayoría latinoamericanos”, y añadió que “sin los países del sur, el norte no puede mantener su desarrollo: los dos polos dependen uno del otro”. En ese sentido, continuó, “hay que desarrollar un sistema de patentes que permita explotar económicamente la innovación en beneficio de los países”. 

La última parte de la conferencia estuvo dedicada a las universidades. Dijo que en 2020 Latinoamérica registró un crecimiento como nunca en la matrícula universitaria, situación que “no ha cambiado los parámetros de desigualdad porque los modelos universitarios replican los modelos del norte global en lugar de adaptarse a sus realidades”. Se refirió a lo que llamó la “injusticia cognitiva”, según la cual un alumno de una universidad de provincia tiene menos posibilidades de prosperar frente a uno de una universidad urbana o del centro de los países. “Si continuamos desarrollando un sistema universitario sin considerar las desventajas que tienen algunas personas, sólo seguimos alimentando la injusticia cognitiva”.