Alejandra Guillén y Paloma Robles conversaron sobre los desafíos y alcances de la investigación periodística que les valió el premio Gabo 2019, sobre la inconsistencia de información que presentan las autoridades mexicanas sobre fosas y personas desaparecidas.
POR ANDREA LANDEROS CRUZ

Información incompleta, incongruencias y la negación de las autoridades de la existencia de fosas clandestinas fueron algunos de los obstáculos que Alejandra Guillén y Paloma Robles, egresadas de Ciencias de la Comunicación y Ciencias Políticas del ITESO, enfrentaron en el reportaje de investigación El país de las dos mil fosas.

Las periodistas fueron invitadas a las VI Jornadas de Periodismo, organizadas por la licenciatura en Periodismo y Comunicación Pública del ITESO, el pasado viernes 11 de octubre, para hablar de los retos que representó la recolección de información y las enseñanzas que esta investigación les dejó.

El proyecto A dónde van los desaparecidos –una iniciativa de Quinto Elemento Lab– que tuvo como producto final el reportaje de investigación El país de las dos mil fosas, ganador del premio Gabo 2019 dentro de la categoría de Cobertura, comenzó en el año 2016 después de que Marcela Turati, periodista mexicana independiente, convocara a periodistas de todo el país con experiencia en temas de desaparición y/o que estuvieran cubriendo casos de familias buscando a sus hijos, hermanos o padres en fosas clandestinas.

La idea partió luego de que las y los periodistas descubrieron las carencias de información sistematizada sobre hallazgos de fosas y cuerpos o restos de éstos, algo derivado de la violencia que se vivió en el país en los años de 2006 al 2016. El inicio de esta investigación se dio después de que más de 20 periodistas que se unieron al proyecto mandaran solicitudes de información al área de transparencia de cada uno de los estados del país, cuestionando cuántas fosas había en el estado y categorizando la información específica sobre cómo se localizó la fosa, qué pasó con los restos encontrados, entre otras.

Alejandra Guillén, egresada de Ciencias de la Comunicación del ITESO, mencionó que la primera ilusión del proyecto era que se hiciera un registro de toda la información encontrada dentro de un mapa al que las familias de personas desaparecidas tuvieran acceso para revisar el área por la cual su familiar había sido encontrado y que, con esto, fuera más fácil saber a qué Servicio Médico Forense podían acudir para identificar los restos que hicieran alusión a la persona que buscan.

David Eads, encargado de la visualización del mapa interactivo de las desapariciones dentro del reportaje, determinó que lo más importante era que los hallazgos se pudieran mostrar por la fecha en que la fiscalía estatal reportó y los municipios en donde las fosas y los restos óseos fueron localizados.

Para Alejandra, uno de los mayores retos dentro de esta investigación fue que la información que recibían de los estados era incompleta. “Fue muy impresionante que las fiscalías primero trataron de negar la información. Nos decían que no sabían nada del tema, que no sabían que era una fosa clandestina o que dentro del estado nunca ha habido algo como eso, o que a ellos nos les correspondía hablar de eso, pero lo más común era que nos decían que toda esa información era reservada y no la podíamos conocer. Guerrero, San Luis Potosí, Chihuahua y Coahuila argumentaban esto’’.

Los problemas que se dieron con lo solicitado a transparencia fueron varios debido a la incongruencia con la que fiscalía manejó los datos pedidos. La negación por parte de las autoridades de no admitir que dentro de su estado había fosas clandestinas afectó el mapeo que el equipo de A dónde van los desaparecidos realizaba; daban información repetida, cambiaban datos, se equivocaban al responder o les daban respuestas evasivas y, pese a los problemas, pudieron realizar un mapa interactivo que tienen registro de cada fosa, cada cuerpo, cada resto óseo y osamenta localizados en un rango de 10 años.

Con esta información pudieron detectar que las fiscalías de 24 estados han encontrado casi dos mil fosas clandestinas que fueron localizadas en el país entre 2006 y 2016. Y que de esas fosas se han recuperado 2 mil 884 cuerpos, 324 cráneos, 217 osamentas, 799 restos óseos y miles de restos y fragmentos de huesos que corresponden a un número de personas que aún no está determinado; de este total de cuerpos encontrados solo mil 738 de las víctimas han sido identificadas.

Paloma Robles, Alejandra Guillén y el resto de las personas involucradas en esta investigación se dieron cuenta que el desorden existente dentro de la fiscalía es el motivo por el cual muchos de los cuerpos encontrados, y que son registrados en las áreas correspondientes, no son identificados fácilmente.

Michoacán fue el primer estado en donde se localizaron dos fosas clandestinas en el año 2006. Para 2011, las fosas localizadas aumentaron siendo San Fernando, Tamaulipas, el municipio con mayor número de fosas encontradas. Alejandra Guillén y Paloma Robles mencionaron que los lugares que tienen más fosas son puertos o frontera.

Paloma Robles, egresada de Ciencias Políticas y Gestión Pública del ITESO, mencionó que este tipo de periodismo es para la memoria, que no se puede dejar en el olvido; mientras que Alejandra Guillén dijo que detrás de las cifras reflejadas en las solicitudes de información y el reportaje realizado hay familias que decidieron tomar la batuta e ir a buscar a sus familiares.

Ambas periodistas finalizaron diciendo que aún hay más por hacerse, que es necesario seguir registrando las fosas localizadas, que es importante detectar a los perpetradores responsables de esta violencia, no dejar de hablar de los espacios de búsqueda ni de las personas desaparecidas.