El proyecto de Filosofía en el Fondo celebra el ciclo A 300 Años: Kant y su Legado, con la conferencia “No enterrar la metafísica: releyendo a Kant con Jean Grondin”, impartida por el académico del ITESO, Pedro Antonio Reyes Linares, SJ

Una niña se mueve en bicicleta en la oscuridad de la noche en los alrededores del campo de concentración de Auschwitz, carga con un saco de manzanas y las va dejando en sitios en los que los presos puedan encontrarlas en medio de fosas y montones de tierra. 

La anterior es una escena de la película Zona de Interés –ganadora de dos premios Oscar y del Premio del Jurado en el Festival de Cannes–, del cineasta Jonathan Glazer, quien dirige un retrato de las comunidades alemanas que vivían en los alrededores del campo, personas embarcadas en una idea abstracta de misión histórica, entregadas a un burdo utilitarismo, renunciando a pensar por sí mismos y donde la acción de una niña –que en la realidad sí existió, su nombre era Alexandra y pertenecía a la resistencia polaca–, que sigue la voz de su propia conciencia, surge como un gesto sumido en la impotencia, como un reconocimiento a la humanidad de los otros, como una resistencia a un proyecto de dominación. 

Este acto de desafío y de frágil esperanza establece un puente entre las exigencias de la libertad en situaciones de catastrófico hundimiento de ella y la metafísica de Immanuel Kant, siendo esta una voz importante para llevar la filosofía primera a dialogar con los hombres y mujeres de a pie, con aquellos que tienen inquietudes, anhelos y búsquedas.  

Todo esto fue parte de la conferencia “No enterrar la metafísica: releyendo a Kant con Jean Grondin”, dentro de la serie A 300 Años: Kant y su Legado, que se llevó a cabo en el ciclo Filosofía en el Fondo, en las instalaciones del Fondo de Cultura Económica, en la que participó Pedro Antonio Reyes Linares, SJ, académico del Departamento de Filosofía y Humanidades (DFiH). 

La charla aprovechó la reciente edición del libro Emanuel Kant, antes y después (ITESO-Ibero 2023), del filósofo canadiense Jean Grondin, en la que participaron como traductores el propio Reyes y la académica del DFiH, Cristina Cárdenas.  

“(En su metafísica) Kant es bastante crítico, en una crítica que se podría parecer a la que de pronto escuchamos sobre los profesionales de la filosofía y los profesores. La academia y la filosofía hoy se han convertido en un círculo cerrado y excluyente, porque se han subido en sus cátedras universitarias (…). Desde ahí han perdido de vista las inquietudes, esperanzas y búsquedas de las personas de a pie. La metafísica exige, para constituirse verdaderamente en ese conocimiento sustentado, dialogar con otros conocimientos de su tiempo, necesita un fundamento universal y, por tanto, a priori, de todo conocimiento posible. Se trata, dicen Kant y Grondin, de responder a una pretensión de un saber riguroso, universal que no puede escamotear la realidad de que todo conocimiento ha de tomar en serio a la experiencia con su insobornable novedad”, expresó Reyes Linares, quien es doctor y máster en Filosofía por la Universidad de Comillas.  

Para el también maestro en Filosofía Social por el ITESO, la idea de Kant es fundamentar mejor la metafísica sobre la base de la razón pura práctica. Con su canon se propone crear el método propio que la razón puede darse para ejercitarse legítimamente. Es el anhelo de absoluto lo que da en Kant el hilo conductor, es el subsuelo de todo el proyecto kantiano, pues la razón no ha de renunciar jamás a ese anhelo, pues es su entraña y su núcleo. 

“Someter a crítica cada pretensión de razón legítima se va a volver en la empresa kantiana por excelencia. La Crítica de la Razón Pura en realidad es el diseño de una prueba y una prueba que precisamente va a tomar estas pretensiones desde esa razón silogística y analítica. Esta razón que ha pretendido dominar todas las materias y va a someterla a una prueba rigurosa de si puede o no responder a la necesidad que le está proponiendo el racionalismo del tiempo”, añadió Reyes Linares, quien además es licenciado en Ciencias Teológicas por la Universidad Iberoamericana (UIA). 

Es entonces, justamente, la buena voluntad, que se mide no por sus éxitos sino por la naturaleza de su intención, la que dará cimiento a la metafísica de la libertad de Kant, en donde el ámbito de lo querible, no se identifica con el ámbito de lo alcanzable, sino que vuelve a los anhelos más íntimos de la razón en nuestra acción. Son estos anhelos a los que debe responder la acción –que puede ser un acto tan aparentemente insignificante como colocar unas manzanas para alguien hambriento– y es este deber un imperativo –cómo se verá en la Crítica de la razón Práctica– que le obliga a no conformarse con menos de lo que puede colegir como expresión de su propia libertad. 

Reyes Linares considera que la filosofía no debe menospreciar el sentido en común, sino volver a él y revitalizarse sin cesar, es decir, mostrar la legitimidad de esas esperanzas que propone como su sustento. Se trata del ejercicio que nos devuelve al rigor del que muchas veces carecemos porque no nos hemos detenido suficientemente a pensarlo.  

“Kant rechaza el desprecio al populacho que no sabía nada, pero sin renunciar a su vocación de investigador riguroso, para honrar los anhelos y esperanzas de las personas comunes, pues su consideración es lo que permite dar valor y reforzar los derechos de la humanidad. Pretende liberar las aspiraciones de la conciencia moral de su contracción a las lógicas y reglas del poder, que llevan el cálculo y al pragmatismo (…). Creo que la idea de Kant está precisamente en decir ‘no limitemos la libertad a lo que se puede. Ese no es el límite adecuado de la libertad’. El límite adecuado está en buscar el anhelo”, dijo Reyes Linares. 

FOTO: Antonio Cham