Jason Dyck, historiador y responsable de la biblioteca de la Western University de Ontario Occidental, visita el ITESO para platicar de Vida de los varones ilustres (ITESO, Universidad Iberoamericana, 2023), libro ganador del premio José Medina Toribio que otorga el SALALM  

Dice el padre Francisco de Florencia, cronista de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, de Gonzalo de Tapia, misionero jesuita en Sinaloa, quien vivió la muerte y el martirio en esta provincia de la Nueva España tras una fuerte sublevación de los pueblos nativos, que este “abrió las puertas a las inspiraciones del cielo, como el nacer dicen que abre la boca al rocío del cielo y concibe la perla de valor inestimable” y que así, “el casto mancebo abrió las de su espíritu a los alientos de la gracia”. 

Este lenguaje con galas retóricas formaba parte del estilo que los primeros cronistas de indias, y en especial, aquellos que construyeron la historia sagrada de la Compañía de Jesús en México, usaron al narrar las acciones de los misioneros que pisaron el hoy territorio mexicano en labor de evangelización. 

El rescate de este vocabulario y estos códigos de escritura le pareció fascinante y digno de investigación al historiador y bibliotecario de la Western University de Ontario Occidental, Jason Dyck, quien un día, mientras buscaba información sobre historia colonial de México para sus estudios de Doctorado en Historia por la Universidad de Toronto, se topó con un hallazgo en los archiveros de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH). 

“Estaba viendo una por una las fichas y encontré muchas referencias de Francisco de Florencia. Me llamó mucho la atención que un escritor hubiera publicado tanto y nadie realmente había escrito nada de él. Este sacerdote incluso había escrito sobre la devoción a la Virgen de Guadalupe, muy popular aquí en México”. 

Esto lo llevó a enfocarse en estos escritos y en la vida de De Florencia como tema para su doctorado, y utilizarlo también como una manera de estudiar el patriotismo criollo en la Nueva España. Le interesaba cómo los individuos de ascendencia española adquirieron una identidad, con la historia, la geografía y su propia literatura.  

Este largo trabajo de investigación –de cerca de ocho años–derivó en la publicación de Vida de los barones ilustres (ITESO, Universidad Iberoamericana, 2023), libro que el año pasado recibió en Nueva Orleans el premio José Medina Toribio que otorga el Seminario para la Adquisición de Materiales de Biblioteca sobre América Latina (SALALM, por sus siglas en inglés), una asociación de bibliotecarios que promueve colecciones sobre la historia de Latinoamérica. 

Casado con una mexicana, y conviviendo con el idioma español desde sus años mozos, cuando trabajaba en una huerta de rosas en Canadá con jornaleros mexicanos, de quienes aprendió sus primeras palabras rayando con una vara sobre la tierra los números y el alfabeto, Dyck es un apasionado de la historia. “En la universidad me llamó mucho la atención las obras de Fray Bartolomé de las casas y cómo se escribía la historia en el Siglo XVI y XVII”, recuerda. 

Volviendo a ese encuentro con la obra redactada por De Florencia, Dick se percató de la existencia de unos manuscritos sin publicar pertenecientes a un tercer volumen planeado de su Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús de Nueva España (1694), descubrió una parte pequeña en la BNAH y el resto en el archivo de los jesuitas en la Ciudad de México. Así, se dio a la extenuante tarea de recuperar esa información para armar un documento accesible para un mayor público. 

“Afortunadamente en muchos de los archivos te dejan sacar fotos. Entonces pude hacerlo poco a poco en mi tiempo allá en Canadá”, dice el también Maestro en Bibliotecología durante una visita al ITESO. “Hacía mucho trabajo, no solamente en la casa, también en el tren, porque un tiempo trabajé lejos de casa y tenía que tomar el transporte público. Estuve en el tren transcribiendo y haciendo una buena parte de la obra”. 

El estudio preliminar que se anexa en esta publicación incluye un abordaje a la vida del historiador eclesiástico De Florencia, de sus peregrinajes por América y Europa, y un perfil de quien es reconocido como el cuarto historiador de la orden jesuita, quien además fue catedrático en instituciones como el colegio de San Ildefonso y el Colegio Máximo de México. 

¿Qué hallazgos o qué descubriste de Francisco de Florencia que te haya parecido más interesante al momento de estructurar el texto? 

Lo que es fascinante de De Florencia es que es un viajero. Yo interpreté sus obras y su manera de escribir a través de sus viajes. Nació en San Agustín, en lo que es hoy Florida. Luego viajó a Cuba de joven para estudiar y después llegó a la Ciudad de México. Ahí es donde realmente radicó la mayor parte de su vida, pero tuvo una estancia en Europa por casi 10 años. Es interesante imaginar como experimentó, no solamente las iglesias, las ciudades, la gente, la cultura, la comida y todo. Cuando estaba haciendo mi investigación también encontré una parte censurada del primer volumen, en esta parte había descrito la belleza y grandeza de la Ciudad de México, platicó del tiempo prehispánico, pero dijo algunas cosas en contra de la corona española, que toda la plata estaba saliendo de la Nueva España sin administrarla bien.  

En el estudio preliminar mencionas que el modo de hacer historia sagrada es distinto a la búsqueda de la verdad histórica, no significa que no haya rigor, pero es una construcción diferente. ¿Por qué haces esa distinción? 

Es muy importante entender que él escribió historia sagrada, no es la historia como nosotros escribimos hoy en día. Lo que veo como un problema en algunos estudios es que nada más utilizan partes de las crónicas provinciales que hablan del establecimiento de un convento o un colegio, o que describen un poco las culturas indígenas, lo usan para reconstruir la historia de aquel entonces, pero todas las biografías de los jesuitas es pura hagiografía (relatos elogiosos de la vida de los santos) y no lo valen, porque están utilizando modelos comunes en la historia del cristianismo. Yo creo que no es una buena manera de acercarnos a la historia sagrada en el siglo XVI, XVII o XVIII, porque ellos escribieron las vidas de sus hermanos de la misma manera que estaban describiendo el establecimiento de una orden religiosa. Para mí es muy importante tener eso en mente cuando estamos leyendo, no podemos hacer divisiones de acuerdo con nuestra perspectiva actual.  

Dedicas una buena parte a hablar de la bibliografía que el propio De Florencia usó para trabajar en las vidas de estos varones ilustres. El trabajo de investigación que hace el propio de Florencia también es de mucha investigación… 

Algunas veces pensamos que los que están escribiendo las vidas de los santos no hacen nada de investigación, que nada más están inventando o es algo literario. Pero cuando un cronista como Florencia empieza a hacer su obra tiene que recibir en primer lugar la autorización de su provincial. Básicamente es una comisión de escribir la historia y con esa comisión tienen permiso de tener acceso a todos los documentos. Él tuvo acceso a los archivos en Ciudad de México, después viaja a Europa y utiliza archivos en Madrid, Sevilla y Roma, para escribir su crónica. Utilizó otras obras impresas de jesuitas y otros manuscritos. No es investigación en la misma manera que lo hacemos hoy en día, pero sí es una investigación. Esto tiene que ver con el hecho de que, en el siglo XVI, por la Reforma, la Iglesia buscó que los escritores tuvieran más evidencia acerca de los santos y promover sus canonizaciones. 

Florencia retrata la vida de 44 jesuitas. ¿Hay alguno que te haya llamado la atención de modo especial? 

Hay varios, pero quizás quien más me llama la atención tal vez es Gonzalo de Tapia, que es considerado como el protomártir de los jesuitas en las misiones, no nada más en Sinaloa. Lo que es muy interesante en este caso es que, en las otras vidas, Florencia hace modificaciones, quita algunas partes para que sean un poco más breves, pero cuando habla de Tapia, su crónica es muy larga. ¿Por qué? Porque otro jesuita llamado Juan de Albizuri había escrito muchas obras de misioneros jesuitas en Sinaloa, pero no logró publicar ni una de sus obras, pero tenía manuscritos en las bibliotecas jesuitas en la Ciudad de México. Florencia estaba utilizando esos manuscritos que hoy en día están en Berkeley, California y lo entregó para poder promover la canonización de Gonzalo de Tapia. Para mí fue interesante ver todas esas conexiones, por ejemplo, tenemos una de las pocas referencias a María, que era una traductora indígena. Entonces nos muestra la relación entre María y Gonzalo de Tapia y la importancia de las lenguas indígenas y de las mujeres en la evangelización de los pueblos. 

¿Planeas seguir trabajando en algún proyecto que tenga que ver con la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús? 

Estoy haciendo una transcripción de esta obra que mencioné de Juan de Albizuri sobre las misiones en Sinaloa, que creo que va a ampliar nuestro conocimiento de la historiografía jesuita en la Nueva España, porque como se escribe ahorita, hay más énfasis en lo que hizo Andrés Pérez de Ribas, por ejemplo, pero Albizuri estuvo escribiendo antes que él, pero no publicó nada. Tengo otro proyecto que, justamente, es sobre María, la mujer traductora, no hay mucha información de ella, pero creo que puedo usar el manuscrito de Florencia y Albizuri para construir esta historia. También tengo un nuevo proyecto en el que los jesuitas son importantes, que es sobre las novenas en la América española entre 1665 y 1821. Los jesuitas escribieron muchas novenas para promover la devoción no solamente a los santos, sino a diferentes advocaciones, o a la Virgen María. 

 

FOTO: Zyan André