Seis mujeres del pabellón “crónico” del Hospital Psiquiátrico de El Zapote, inauguraron en el ITESO una exposición con las obras de arte que pintaron este semestre, gracias al acompañamiento de un grupo de profesores y alumnos de Psicología.
“¿Vas a comprar, vas a comprar, vas a comprar?”, preguntaba una y otra vez Martha a casi todo aquel que pasaba a su lado en los pasillos de la Biblioteca del ITESO, ansiosa por vender sus pinturas. Y efectivamente las vendió todas, cinco en total.
Codo a codo con Martha, otras cinco pacientes del Hospital Psiquiátrico de El Zapote –ubicado muy cerca del Aeropuerto y en donde se atienden a más de 260 personas– que padecen diversos niveles de esquizofrenia o trastornos mentales paranoides, protagonizaron un inédito encuentro en el campus ITESO el mediodía del martes 19 de noviembre, al convivir, charlar, reír y responder a las preguntas de casi un centenar de asistentes a la inauguración de la exposición de más de 40 pinturas hechas por ellas, las cuales se pusieron a la venta (entre 100 y 300 pesos cada una) con la intención de obtener recursos para sus cuidados y tratamientos.
Martha, Laura, Consuelo, Orquídea, Mónica y la tímida Victoria, estuvieron acompañadas por Antonio Sánchez, jefe del Departamento de Psicología, Salud y Comunidad; la alumna de Psicología Beatriz Hermosillo; Adriana Michel, encargada de la Unidad de Rehabilitación Integral, e Imelda Barajas, coordinadora de la Unidad Intermedia de Rehabilitación (Unire) del Instituto Jalisciense de Salud Mental.
En el acto, moderado por el académico Everardo Camacho –responsable junto a su colega Claudia Vega del proyecto– las pacientes compartieron lo que significa para ellas la relación entablada con los alumnos y profesores de Psicología del ITESO, a través del Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) “Psicología de la salud con pacientes psiquiátricos en El Zapote”.
“Con todas mis compañeras estoy contenta y con ustedes también que han venido a ver nuestros cuadros y sea mucho o sea poco lo que nos den de todos modos los queremos y los vamos a recordar siempre”, expresó Orquídea, autora de una pintura llamada “Azul y gris para decirle adiós a los malos recuerdos”.
A continuación vendría la ronca voz de Laura, la más grande del grupo, aunque se desconoce la edad exacta de esta enérgica mujer que ya habita la tercera edad: “¡Les agradezco que… ¿cómo quiero decir?, ya se me fue la onda!… Que nos hayan invitado con ustedes, estamos contentas y ojalá que les agrade. ¡Gracias!”
Y viendo de reojo al académico Everardo Camacho –que junto a Claudia Vega es uno de los responsables del PAP–, Consuelo añadió: “Gracias a usted señor, porque nos ha dado la oportunidad de aprovechar nuestras vidas –estamos muy jóvenes– de hacer algo que nos guste. Quedamos agradecidos con todos ustedes”.
httpv://www.youtube.com/watch?v=tJ4vB3_SOmU
Administrado por la Secretaría de Salud Jalisco a través de su Instituto de Salud Mental y oficialmente llamado Centro de Atención Integral en Salud Mental Estancia Prolongada (Caisame), el hospital fue construido en 1956 y presenta numerosos problemas de atención, abastecimiento médico, cuidados integrales y salubridad, debido a la falta de recursos que padece.
En él, decenas de alumnos de Psicología del ITESO, como la propia Hermosillo, una de las más involucradas en el trabajo con las pacientes artistas, han logrado ampliar sus conocimientos sobre las enfermedades mentales, y analizarlas de manera integral y multidisciplinaria, ya que, como señalaron los especialistas, en ellas confluyen factores biológicos, sociales y psicológicos.
“Ha sido muy enriquecedor poder conocer a estas personas tan interesantes. No solamente he aprendido a implementar ciertas técnicas terapéuticas, ensayar la psicología, lo que he aprendido durante estos años, sino que además pude aprender un montón de ellas. Los problemas sociales están muy intrincados con los problemas personales y no son algo aislado. Yo considero que la locura es un producto social y por lo mismo no se puede ver de manera aislada”, afirmó Hermosillo, quien se mostró agradecida por la posibilidad que les brindaron a las pacientes las autoridades de salud y el ITESO.
“Que salgan, que puedan presentar frente a frente sus obras, que conozcan a las personas que van a apreciar su arte. Que se pueda cuestionar un poco esta concepción tan arraigada, tan obviada, de lo que es la enfermedad mental o la locura”.
La coordinadora de la Unire fue más allá, al pedir que las instituciones educativas, el ITESO por ejemplo, brinden a los pacientes psiquiátricos las facilidades para que continúen sus estudios, incluso una licenciatura, como parte de un proceso de reinserción social.
“Creemos que es necesario incorporar en los planes de estudio y en las dinámicas de las universidades ciertas características, ciertos sistemas que les permitan a las personas que tengan una enfermedad en control de sintomatología, el que puedan cursar estudios. Así como para un discapacitado físico hay rampas o existe el sistema Braille [para invidentes], pues que también para las personas que tienen una enfermedad de este tipo haya condiciones para que no se limiten para estudiar una carrera”, pidió Barajas.
Arte que une
Una vez declarada inaugurada la exposición, decenas de universitarios acompañaron a las pacientes en un recorrido por sus obras, preguntándoles qué sentían cuando las pintaron, por qué habían usado tal o cual color, felicitándolas por sus habilidades artísticas, curioseando sobre distintos aspectos de su vida e intentando en todo momento hacerlas sentir lo más cómodas posible.
Ellas les correspondieron con generosas explicaciones sobre sus procesos creativos, el origen de sus obras (miedo, soledad, tristeza, amor) y amplias confesiones personal no carentes de referencias a su tortuoso pasado, sin olvidar una buena cantidad de francas sonrisas y apretones de manos.
Y a los compradores de esas multicolores obras de arte naif como “La muchacha y el gusanito”, “Flores de nardos”, “La cuna del mar”, “Sueño con que mis hijos me visitan”, “Sangre cayendo del cielo” o “Blanco nuevo. Una nueva vida”, la certeza de que se estaban llevando a casa mucho más que una simple pintura. Texto Enrique González Fotos Roberto Ornelas