En el marco del décimo aniversario de la Clínica Nutricia del ITESO, la nutrióloga Griselda Jiménez Domínguez invitó a los estudiantes de la Licenciatura en Nutrición a acompañar a las personas desde la empatía, la observación y la escucha integral.
Desde la primaria aprendemos que las palabras tienen categorías: animales, objetos, profesiones, emociones. Con los campos semánticos organizamos el mundo, pero, sin darnos cuenta, también lo etiquetamos. Asignamos significados que pueden condicionar la manera en que nos percibimos y entendemos nuestra realidad. En la nutrición, esas etiquetas pueden convertirse en sentencias: “alimentos buenos y malos”, “comer sano o no”, “ser saludable o no”.
Sobre esto versó la conferencia impartida por la nutrióloga Griselda Jiménez Domínguez, titulada “Nutrición sin etiquetas: un acompañamiento integral en la consulta”, realizada el miércoles 2 de abril en el auditorio D1 del ITESO, en el marco del décimo aniversario de la Clínica Nutricia.
Fundadora de Body Santé y host del podcast Ser nutritivo, Jiménez Domínguez invitó a los presentes, especialmente a los y las estudiantes de la Licenciatura en Nutrición, a desaprender para acompañar mejor. “Una de nuestras labores como nutriólogos es quitar esas etiquetas”, enfatizó.
Asimismo, la ponente compartió como es que las etiquetas afectan tanto a pacientes como a profesionales. En el caso de los primeros, generan vergüenza, culpa, desmotivación y desconexión corporal. En los segundos, llevan al juicio, la frustración y a una práctica mecanizada.
Los alimentos han sido duramente clasificados: que el pan blanco es dañino, que la leche es solo para becerros, que el mango tiene demasiada azúcar. Pero, en realidad, “los alimentos son mucho más que el aporte nutricional que tienen”, señaló la nutrióloga, subrayando que no basta con educar sobre valores nutrimentales; es necesario entender el contexto de cada persona.
Un caso que ejemplifica este problema es el de Sofía, una paciente de 54 años con anemia y problemas digestivos. Su vegetarianismo ha sido motivo de cuestionamiento constante, puesto que no eran pocas las veces que sus allegados le decían que, para dejar de tener anemia, era necesario que comiera carne. Más allá de un diagnóstico, Sofía ha sido etiquetada: es anémica, es un caso perdido, quiere llamar la atención. “Si no profundizamos en el poder que tienen las etiquetas, difícilmente vamos a poder tener un impacto en las personas”, advirtió Jiménez.
Las etiquetas no solo afectan la alimentación, sino la manera en que las personas se relacionan con ella, añadió la nutrióloga. Por ejemplo, decir que un postre es libre de culpa implica que hay otro que sí la genera. Y si alguien asocia la comida con culpa, cada vez que coma ese alimento repetirá esa emoción negativa. Por eso, “(Para evitar etiquetas) hay que cambiar el lenguaje, pero también nuestra percepción”, apuntó la ponente.
Kit de herramientas sin etiquetas
Para los profesionales de la salud, específicamente para quienes se dedican a acompañar desde la nutrición, esta reflexión implica un cambio de enfoque. Por ello, la consulta nutricia no debe ser un espacio de imposición, sino de diálogo, señaló Jiménez Domínguez.
“La nutrición sin etiquetas no es una técnica, es una postura. No es algo que yo les puedo venir a enseñar; se necesita el trabajo humano, la empatía, la conexión. Es recordar que cada cuerpo tiene una historia y cada historia merece ser acompañada con respeto, ciencia y corazón”, compartió la nutrióloga, egresada de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
Una herramienta clave para este acompañamiento es la entrevista motivacional, que parte de escuchar más e imponer menos. También es fundamental el trabajo interdisciplinario: psicólogos, médicos, nutriólogos y otros especialistas deben colaborar para soluciones integrales. “Cuando quitamos la etiqueta es cuando en verdad aparece la historia completa. (…) Lo que es solución, balance y equilibrio para una persona puede ser todo lo contrario para otra”, afirmó.
Otra herramienta a considerar es cambiar a un lenguaje centrado en la persona. Así es que, en lugar de decir que una persona no cumple con la dieta, sería mejor preguntarse qué necesita esa persona hoy. Más que un espacio verificación y confesión de pecados, la sesión nutricia debe ser para la persona un espacio de exploración y aprendizaje de sí mismo.
“La nutrición sin etiquetas es ser más humanos, cuidando y acompañando humanos”, concluyó la nutrióloga.
FOTO: Luis Ponciano