Los dos años de la desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa fueron conmemorados en la universidad, incluyendo la presencia de familiares de algunos normalistas.
POR MARCELA GUTIÉRREZ

A dos años de la tragedia que marcó a Iguala y al país, los familiares, amigos y algunos miembros del ITESO que no dejan de alzar la voz para demandar justicia, se reunieron el lunes 26 de septiembre para mantener viva la memoria  colectiva  acerca de la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.

Ayot

La violencia que no cesa. Los asesinatos en Iguala, al norte de Guerrero, han subido un 45% desde la desaparición de los estudiantes en 2014

Delante de una galería con 43 piezas textiles teñidas con 43 tintes naturales que reflejaban la premisa: “Quisieron enterrarnos pero no sabían que éramos semilla”, se adornaba la explanada de la biblioteca, escenario donde coincidieron tres expositores.

Mayra, Víctor y Hermenegildo llegaron desde temprano al ITESO para ser partícipes de las actividades que conmemorarían a los jóvenes desaparecidos. Después de una mañana de conversar con estudiantes y profesores, llegaba el momento de ser ellos quienes expresaran su sentir.

“Toda lucha es de sangre y dolor. Durante estos dos años, para nosotros los padres y madres han sido de grandes sacrificios: golpes, enfermedades, gases lacrimógenos y amenazas”, comentaba Hermenegildo Ortega mientras extendía un cartel con la foto de Mauricio Ortega Valerio, su sobrino desaparecido.

El diálogo se desarrolló entre preguntas y respuestas bajo un sol que se mantenía firme sobre la cabeza de los ahí reunidos. “¿Cuál es la situación actual de la Escuela Rural Isidro Burgos?”, preguntó alguien del público.

Víctor González, profesor de Ayotzinapa, explicó que tras los sucesos del 26 de septiembre organizaron un movimiento con la intención de cambiar la imagen de “vándalos” que los medios habían intentado formar alrededor de los normalistas. “Queremos dar a entender que somos esos maestros los que cuidamos y queremos a la comunidad de Ayotzinapa”, insistía.

Mayra Telumbre, familiar del normalista Cristian Alfonso Rodríguez Telumbre, recordó que formaron un comité de seguimiento oficial con apoyo de la Corte Internacional de Derechos Humanos y grupos de Guerrero y la Ciudad de México para exigir que se llegue a una verdad científica y no a una “verdad histórica” como la que quiso imponer el gobierno mexicano.

“Estos movimientos son una esperanza para el país y una guerra contra el olvido, porque mantienen resistencia contra el sistema y las demandas de verdad,  justicia y vida, aspectos que incomodan de gran manera al gobierno”, expuso el jesuita David Yáñez,  quien subrayó que dos años después hay dos sentimientos más arraigados: la rabia y el dolor ante la falta de respuestas.

Al día de hoy, ni el gobierno de Estados Unidos, ni la Unión Europea, ni el grupo de expertos internacional que cuestión a las autoridades mexicanas, creen que estas hayan hecho un trabajo adecuado para aclarar el caso. Foto Roberto Ornelas