En Estados Unidos, los medios de comunicación no tienen problemas para reconocer públicamente que apoyan a tal o cual candidato, sin comprometer por ello su imparcialidad.
POR BERNARDO MASINI, profesor del Departamento de Estudios Socioculturales, @BernardoMasini

Una mal entendida corrección política, vinculada con un igualmente mal entendido concepto de imparcialidad, ha evitado que la mayoría de los medios de comunicación mexicanos reconozcan sus filias y sus fobias políticas.

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Nos dejan a nosotros, sus lectores o sus audiencias, la tarea de interpretar y discernir su discurso para evaluar la calidad de sus contenidos. Aunque a veces son muy transparentes, no suelen admitir su cercanía a algún partido político o a algún sector de la industria.

¿Tendría algo de malo que La Jornada nos dijera en un editorial que a su juicio Andrés Manuel López Obrador tiene el mejor proyecto de nación de entre los que se estilan? ¿No sería un acto de honestidad que Televisa reconociera sus migas con el PRI, que datan desde que Miguel Alemán decidió ser socio de la empresa en los años 50? La sociedad entera se ahorraría una serie de simulaciones tan absurdas como innecesarias en los tiempos que corren.

Lo anterior viene a cuento porque en días pasados The New York Times (NYT) declaró abiertamente su simpatía por la candidatura presidencial de Hillary Clinton en Estados Unidos.

A lo largo de la historia, este y muchos otros medios de ese país han tomado partido en coyunturas electorales y lo han asumido de manera explícita. Con ello ofrecen a la opinión pública certezas sobre lo que encontrarán en sus espacios noticiosos. En Guadalajara el último caso similar ocurrió cuando El Informador respaldó la candidatura de Álvaro Obregón en el marco del proceso electoral de 1919-1920.

Podría decirse que en esta ocasión el NYT la tuvo fácil: incluso algunos periódicos conservadores que han apoyado a candidatos republicanos han evitado cerrar filas con Donald Trump. El Dallas Morning News, el Houston Chronicle y el Cincinatti Enquirer, también sumaron su apoyo a la abanderada demócrata.

El discurso maniqueo y desparpajado de Trump ha encendido las alarmas de la sociedad global que espera sensatez en las elecciones del 8 de noviembre. El rotativo neoyorquino no solo afirmó que prefiere a Hillary Clinton; manifestó también su preocupación por el hecho de que Trump: “no revela nada concreto ni sobre sí mismo ni sobre sus planes, mientras promete la luna y ofrece las estrellas bajo pago adelantado”.

Llama la atención que los asesores de Trump no hayan jugado una carta que se antoja natural y apegada al discurso anti-mexicano de su candidato. El accionista mayoritario del NYT es ni más ni menos que Carlos Slim. Se antojaría tentador acusar al diario de ser vocero de los intereses del magnate que tiene dos pecados originales según la cosmogonía de Trump: es mexicano y su familia es migrante. Quizá la verdadera patria del candidato republicano sea la “República del Empresariado Alevoso”, de la que él y Slim son conciudadanos. Foto Archivo