Un equipo integrado por estudiantes y una profesora de la Ingeniería en Nanotecnología crearon Nanto, un aerosol para telas no plastificadas que crea una capa protectora impermeable para procurar su limpieza y durabilidad.

El empleo de tus sueños aguarda tras la puerta de cristal. Adentro, tu potencial futuro jefe te espera para una entrevista laboral. Mientras estás en la sala de espera, los nervios te traicionan, el café nunca llega a tu boca y se derrama sobre tu saco, dejándote impresentable y con pocas posibilidades de ser contratado. Otro escenario es el del día de tu boda y estás brindando con tu familia antes de caminar hacia el altar con tu vestido blanco. Al chocar las copas, el vino tinto salta y mancha gran parte de tu inmaculado vestido de novia, arruinándolo por completo.

Para prevenir pequeños desastres como estos, un grupo de emprendedores del ITESO inventaron Nanto, un recubrimiento hidrofóbico —es decir, que repele los líquidos— para ropa, calzado y muebles que se basa en nanotecnología.

“Son nanopartículas disueltas en alcohol. Lo aplicas en aerosol sobre la tela y tras evaporarse el alcohol, hay un tiempo de curado de entre 24 y 72 horas para que las nanopartículas se asienten y formen una película; a partir de entonces va aumentando su rendimiento”, comenta Andrés Varela Levy, estudiante de séptimo semestre de Ingeniería en Nanotecnología.

Esta película protectora es invisible al ojo y al tacto gracias a su escala nanométrica. En superficies que no se lavan cotidianamente, como muebles y tenis, el efecto puede durar entre tres y cuatro meses. En la ropa, el producto puede permanecer hasta tres o cuatro lavadas, dependiendo del tipo de jabón que se utilice, explica Diego Emiliano Rodea Ruano, también alumno de Nanotecnología.

Aunque se conocen desde el Instituto de Ciencias, no fue sino hasta que Andrés y Diego Emiliano coincidieron como compañeros en la universidad que comenzaron a pensar en una empresa y dedicarse al desarrollo de tecnologías propias que tuvieran como prioridad el cuidado del medio ambiente y la salud de los consumidores. En el verano de 2017 se integraron al equipo Alan Jesús Cortés de la Torre, estudiante de la misma ingeniería, que estudió su bachillerato en el Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos del Valle de Atemajac y la profesora Alejandra López Santiago, tras lo cual quedó conformada la empresa Nanto.

Con una inversión propia superior a los 150 mil pesos y tras un periodo de extensa investigación y experimentación, los jóvenes y la profesora, encontraron la fórmula de su primer producto de la gama de recubrimientos, aunque no fue sino hasta abril de 2018, durante el evento Talent Land, que sacaron oficialmente el artículo al mercado.

Actualmente, la empresa trabaja en perfeccionar su fórmula hidrofóbica para el recubrimiento de asientos de coche, maderas y vidrios. “Buscamos darle más valor a algo en lo que ya gastaste mucho, como muebles y ropa. Es protección”, menciona Andrés.

En un futuro, los jóvenes emprendedores esperan complementar y perfeccionar la gama de Nanto Recubrimientos y trabajar en otras líneas como Cuidado del Agua, Energía y Medicina. En un futuro, los jóvenes emprendedores esperan complementar y perfeccionar la gama de Nanto Recubrimientos y trabajar en otras líneas como Cuidado del Agua, Energía y Medicina.

Para Diego Emiliano Rodea, Nanto surgió como una respuesta para tratar de mejorar la calidad de vida de las personas, desde la nanotecnología.

Como resultado del acompañamiento de la Incubadora de Empresas Tecnológicas del ITESO, Nanto ahora forma parte de la quinta generación del programa Leaders in Innovation Fellowship, para lo cual Andrés Varela Levy viajará a Inglaterra en noviembre próximo, para desarrollar y fortalecer las capacidades de la empresa en cuanto a la comercialización de su tecnología.

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