Las repercusiones emocionales de quienes emigran a Estados Unidos son dignas de estudiarse y trabajarse; pero ¿qué hay de quienes se quedan atrás? Las madres, hermanos, hijas que crecen con sus abuelos y sin sus padres, o de aquellas personas que fueron deportadas, y viven desenraizados en comunidades que, además, sufren de violencia e inseguridad.

El Programa de Asuntos Migratorios del ITESO, en conjunto con la Maestría en Trabajo Social de la Universidad de Loyola (Chicago), han trabajado estos temas. Y por primera vez, en el periodo Verano 2017, realizaron un proyecto con estudiantes de la maestría norteamericana en suelo mexicano.

Durante diez semanas, de mayo a agosto, siete estudiantes de la maestría se establecieron en Zapotlanejo para realizar un proyecto comunitario, convertido en una investigación y diagnóstico de la comunidad.

Al ser el primer grupo de trabajadoras sociales en este campo, tuvieron la responsabilidad de hacer un acercamiento en dos barrios de Zapotlanejo, La Ceja y San Martín. El resultado de la investigación de campo —tras días enteros de tocar puertas que a veces no querían abrirse, entrevistar a cientos de personas y conocer de primera mano sus inquietudes, miedos y dificultades— fue un manual con diagnóstico de las problemáticas principales de comunidades, muchas con familiares migrantes.

Este es el primer año de posiblemente tres en el que colaboren en México los alumnos de la Maestría en Trabajo Social, con planes de que después puedan vincularse estudiantes del ITESO.