Daniel Arenas, cofundador de la asociación Dream in México, manifestó que los llamados dreamers, ya sea que vivan en Estados Unidos o hayan regresado a su país de origen, tienen el mismo derecho a superarse.

Daniel Arenas nació en Guanajuato, pero no tiene recuerdos de su infancia en México. A los cuatro años emigró con su familia a Carolina del Sur, en Estados Unidos, donde vivió durante 14 años. Tenía buenas calificaciones, el sueño de estudiar una carrera, y la certidumbre de que no podría hacerlo, por ser inmigrante indocumentado.

Su asesor escolar le planteó la posibilidad de regresar a México. Desde Carolina del Sur, tramitó su ingreso al Tec de Monterrey; regresó a su país natal, lejos de su familia y amistades, a empezar de cero, pero con el privilegio de poder continuar sus estudios y alcanzar una mejor calidad de vida.

Daniel sabe que es uno de los pocos; en Estados Unidos existen aproximadamente 1.8 millones de dreamers (jóvenes migrantes hispanos) que no tienen acceso a educación superior o la oportunidad de desarrollarse profesionalmente, y siete de cada 10 son mexicanos.

Fue por ello que cofundó la asociación civil Dream In México, la cual trabaja para que los dreamers en México y Estados Unidos tengan más oportunidades en su país natal o en cualquier parte del mundo. Como parte del aula abierta de la materia de Interculturalidad, del Departamento de Formación Humana del ITESO, Daniel compartió su experiencia personal y su trabajo en esta organización, el martes 30 de enero en el Auditorio W.

Dream In México (dreaminmexico.org) es una organización liderada por jóvenes que tiene por objetivo promover el desarrollo socio-económico de México a través del empoderamiento de la población dreamer que vive en Estados Unidos, así como aquellos que han sido deportados o han regresado de forma voluntaria a México.

Son distintas las razones por las cuales los migrantes indocumentados regresan. Por delitos menores, por deportación o voluntad propia, por nostalgia, y también por la dificultad e incertidumbre económica que existe para ellos en Estados Unidos. Muchos de ellos, tras haber vivido cinco años o más fuera de México. Desde 2005, se tiene estimado por el proyecto Los otros Dreamers, de la académica de la UNAM y activista Jill Anderson, que cerca de 500 mil jóvenes han tenido que regresar a México tras haber vivido buena parte de su vida en Estados Unidos.

Dream in México apoya a estos migrantes en su búsqueda de trabajo, en los trámites para su educación superior, pero también en su balance social y afectivo, conectándolos con comunidades en el país que comparten sus gustos, sean deportivos, culturales o de entretenimiento.

“Me gusta que, en México, el concepto de dreamer sea más amplio e incluyente; un dreamer puede haber regresado aquí por deportación por un crimen o por simple falta de oportunidades, pero somos iguales, tenemos las mismas preocupaciones y derecho a superarnos”, compartió Daniel a la comunidad universitaria que participó en el aula abierta.