Las Jornadas de Religión, Arte y Sociedad del ITESO iniciaron su actividad preguntándole a cuatro personas de distintas creencias: ¿Qué hay después de la muerte?
Abdul Karim García es parte de la comunidad musulmana en Guadalajara. Fray Jorge Luna es católico perteneciente a la orden franciscana. Gerardo Moya es practicante de Un Curso de Milagros. Juan José González no cree en la existencia de Dios.
Cuatro posturas diferentes sobre la espiritualidad y la fe dialogaron sobre lo único en lo que coinciden sus creencias: la muerte.
El lunes 10 de marzo en el Auditorio A del ITESO, los estudiantes fueron convocados por el Centro de Formación Humana (CFH) a Religarte, Jornadas de Religión, Arte y Sociedad, actividad que eligió el tema “Muerte y trascendencia” para reunir, entre otras, a la postura islámica, católica, a Un Curso de Milagros y al ateísmo.
Alrededor de tres preguntas: ¿Qué dice su creencia sobre la muerte, qué implicaciones tiene en su vida y cómo se preparan para ella?, cada uno expresó el sentido que su respectiva creencia les ofrece sobre la muerte.
“La vida mundanal no es más que un mundo ilusorio”, expresó Karim sobre su fe, y citó pasajes de El Corán —su libro sagrado— para relatar la creencia de que, al morir, Alá toma las almas de los humanos en el momento de su muerte, y antes de ser resucitado, lo llama a rendir cuentas sobre su vida. “Esto es esencial para corregir la conducta del ser humano”.
En sus escrituras, Alá ha confirmado la resurrección después de la muerte, así como la existencia del paraíso. Las tres etapas de la muerte, según el Islam, son la resurrección menor (muerte), la resurrección mayor (juicio final) y la llegada al paraíso o al infierno.
Desde la perspectiva católica, Luna repasó los distintos conceptos de la muerte en la Biblia, desde el Antiguo Testamento al Nuevo Testamento, en los que, de la muerte como un acto natural o como castigo, se transformó en resurrección, con el testimonio de Jesús.
“El Juicio Final se basa en la relación que se ha tenido con el otro”, explicó el franciscano.
¿Existen los milagros?
Una de las intervenciones que suscitó más preguntas entre los asistentes fue la de Moya, quien habló sobre la postura de Un Curso de Milagros, metodología creada por Helen Shucman, profesora de la Universidad de Columbia, la cual afirma que obrar un milagro es cambiar de sistema de pensamiento y la percepción que tenemos del mundo.
Según esta práctica, somos uno con Dios, y por lo tanto, uno con nosotros mismos, y la realidad es una proyección colectiva a partir del pensamiento que puede ser modificada a partir de una decisión personal que “modifica la manera en la que percibimos el mundo”, explicó Moya.
“Es por tanto, ilusoria la muerte”, dijo el profesor, “no porque no sea real para nosotros, sino porque es una ilusión creada por nosotros mismos que no tiene que ver con Dios”.
Lo que sucede a partir de la muerte, afirma esta corriente, es lo que cada quién decida de acuerdo con su evolución personal. La idea de trascendencia no tiene que ver con la muerte física, sino con despertar y reconocer la realidad, y se vive en el cuestionamiento del aquí y el ahora.
La postura atea, expuesta por González, partió del reconocimiento de que esta creencia en la ausencia de Dios los vuelve políticamente incorrectos. Mientras que los otros panelistas citaron sus libros sagrados, él citó al cineasta Woody Allen: “Yo voy a luchar por ser inmortal, y si no, moriré en el intento”.
El planteamiento ateo, comentó, tiene la característica de no ser proselitista, pero sí cuenta con militantes notorios, como Richard Dawkins, neodarwinista que asegura que las religiones hacen más daño a la humanidad que el bien que le otorgan.
“Desde el planteamiento ateo, una vez que se murió el perro se acabó la rabia, así que estás obligado a reaccionar en el aquí y en el ahora; si tú dejas de decirle a alguien ‘te quiero’, eternamente ya no se lo dijiste”, afirmó González. Foto Archivo