En el país más letal para ejercer el periodismo, quienes se comprometen con la verdad y la información también tienen la convicción de que una realidad donde no paguen con sus vidas por ejercer su profesión es posible
Por Fernanda Lattuada*
“En México nos están matando”, leía al pie del Ángel de la Independencia en la Ciudad de México, cuando estaba a unos meses de tomar la decisión de iniciar la licenciatura en Periodismo. Era 2017, habían asesinado al reportero sinaloense Javier Valdez y su muerte despertó un paro nacional en contra de la violencia hacia los periodistas. Ese momento, esa movilización, fue lo que me terminó convenciendo de que éste era el gremio al que quería pertenecer.
Entre 2017 y hoy, tristemente, la situación es similar: en 24 días del año, tres periodistas han sido asesinados en el país y hoy será llevada a cabo una movilización nacional por la justicia para los 102 periodistas que han sido asesinados desde 2010 a la fecha.
“¿Y no te da miedo?”, es la pregunta que siempre viene acompañada cuando me preguntan lo que estudio. Sí, sí tengo miedo, pero llevo más indignación en mi pluma cuando sé que vivo en el país más letal del mundo para ejercer periodismo, según datos del Comité para la Protección de Periodistas. Y es que ¿por qué habríamos de acostumbrarnos y resignarnos a pagar con la vida la verdad y la información?
Alguna vez leí que la violencia contra la prensa no es un daño colateral, porque tiene el objetivo de acallar y despojar esas voces, ojos y oídos que documentan abusos de poder. Que, cuando las y los periodistas son víctimas de violencia, es violentado el derecho a la verdad y acceso a la información de toda una sociedad. La desaparición y asesinato de periodistas nos afecta a todes, porque nos deja sin la posibilidad de escuchar las voces de quienes faltan, nos priva de comunicadores críticos y conscientes. Porque abre silencios.
¿Y la justicia? Casi la totalidad de los casos de colegas asesinados permanecen impunes y con poca claridad de los hechos. De acuerdo con el informe “Ya nadie publica eso, derecho a la verdad, violencia contra la prensa”, de Artículo 19, existe una tasa de impunidad de 99.13 por ciento en los crímenes cometidos contra periodistas, una impunidad que es el motor de nuevas agresiones. Explican que la situación de hostilidad hacia la prensa alienta a las autoridades a ejercer el mismo tipo de discurso, como un permiso para amenazar, agredir y asesinar periodistas sin que existan consecuencias.
Como nuestras autoridades del gobernador actual en turno, Enrique Alfaro, que replican discursos de odio y arremeten contra nuestros compañeros que hacen el trabajo de un periodista: preguntar, enfrentar, entender, explicar, compartir… informar.
Entiendo y comparto por qué muy pocas personas estudiamos Periodismo; entiendo y comparto el miedo de mis compañeras periodistas por tener un doble riesgo: ser mujer y ser periodista. Pero también creo en esa misma rabia que vi en el 2017, la misma que hoy nos hace salir a gritar que queremos justicia y no repetición.
Ni un asesinato más, ni una voz acallada más. Sé que quienes seguimos aquí lo hacemos porque tenemos una convicción muy fuerte de que otra realidad, en donde no paguemos con nuestras vidas, sí es posible. De que seguiremos buscando esas historias que dejaron de ser contadas porque hoy apagaron la voz de José Luis Gamboa, Margarito Martínez y Lourdes Maldonado, pero la nuestra no. Seguiremos hasta que la dignidad se haga costumbre.
*Es estudiante de la Licenciatura en Periodismo y Comunicación Pública del ITESO. En 2019 compartió con dos colegas el Premio Jalisco de Periodismo.
FOTO: Sergio Ocampo