La profesora y activista Silvia Federici ofreció una charla en el marco de la asignatura “Equidad y Género: respuestas feministas frente a una pandemia desigual”, del Verano Internacional 2021
Por Mariana de Obeso y Jéssica Roldán, alumnas de Relaciones Internacionales y Gestión Pública y Políticas Globales, respectivamente
«Uno de los aportes más importantes de los movimientos feministas es a la comprensión de la deconstrucción del trabajo doméstico, la crianza y salud que siempre han sido desconocidos por los partidos; un elemento en común es el desconocimiento del área la reproducción que se dice doméstica-privada y que no lo es, como terreno fundamental de producción capitalista, terreno de lucha y transformación social”.
Con estas palabras, Silvia Federici, profesora y activista feminista ítalo-estadounidense, inició su charla en el marco de la asignatura “Equidad y Género: respuestas feministas frente a una pandemia desigual”, del Verano Internacional 2021.
Federici centró su exposición en el capítulo II de su libro Calibán y la Bruja (1998), La acumulación de trabajo y la degradación de las mujeres. La construcción de la «diferencia» en la «transición al capitalismo», en el que hace un análisis de cómo se fue desvalorizando el trabajo de las mujeres en la esfera pública y cómo, también, fueron invisibilizadas y retraídas en la esfera privada.
Apunta que la subordinación y desigualdad de las mujeres comienza en un momento muy preciso de la historia de occidente; la transición del feudalismo – o etapa precapitalista – al capitalismo. Previo a la etapa capitalista, algunas mujeres eran autónomas y vivían su feminidad de manera plena y libre, sin embargo, se les llamó brujas, se les despojó de sus saberes y su libertad, y su destino fue la hoguera. En palabras de la autora “la caza de brujas destruyó todo un mundo de prácticas femeninas, relaciones colectivas y sistemas de conocimiento que habían sido la base del poder de las mujeres en la Europa precapitalista”.
También comentó que, previo al capitalismo no existía una diferencia tajante entre los trabajos productivos y reproductivos, es decir, los trabajos de cuidados que dan lugar al sostenimiento de la vida.
La expositora refirió que la quema de brujas surge en un contexto específico en donde el capitalismo necesita nutrirse no sólo de la fuerza de trabajo del proletariado, sino de la invisibilización “de la producción de la capacidad de trabajo”, o sea el trabajo doméstico, que hasta la actualidad – siete siglos después – en su mayoría es realizado por mujeres. Esto, en parte, es lo que Silvia denomina el patriarcado del salario, en donde los proletarios eran dueños de su trabajo y del trabajo de “sus” mujeres.
En ese sentido, también el capitalismo dio lugar a la división sexual del trabajo. En palabras de la autora, “el capitalismo no se funda en el trabajo asalariado, se nutre del trabajo no asalariado” lo que genera una red de desigualdades sociales a través de distintos sistemas de opresión no solo legitimados en las diferencias sexuales, sino también en la racialización.
El triunfo del capitalismo se debe a una serie de despojos a la que se han enfrentado históricamente la mayoría de las personas que se han visto afectadas por los distintos sistemas de dominación, y ha reestructurado el sistema político y social a uno violento y opresivo. En ese sentido, Silvia también, nos invita a reflexionar sobre creencias contemporáneas como el amor romántico heteronormado, pues como nos mencionó “lo que muchas personas llaman amor, es en realidad trabajo no pagado” y esto también se debe en parte a la naturalización de los trabajos de cuidados.
Feminismo y pandemia
Si bien es cierto que la lucha feminista lleva tiempo reivindicando los derechos de las mujeres, el covid-19 ha visibilizado la urgencia de atender las desigualdades en razón de género. La pandemia nos demostró la fragilidad de los avances que ha habido, la brutalidad del sistema instaurado y la necesidad de seguir exigiendo nuestros derechos. El pasar tiempo con nosotras mismas nos ha dado oportunidad para reflexionar en dónde estamos paradas, en donde hemos estado y sobre todo si queremos seguir ahí o es tiempo de movernos a un lugar en donde la vida esté en el centro y no el mercado.
A lo largo de la charla, Silvia Federici habló sobre cómo el movimiento feminista tiene sentido desde lo colectivo, porque justo una de las estrategias que ella ve que ha utilizado el capitalismo ha sido aislarnos e individualizarnos.
Con la afirmación contundente “luchamos para crear más posibilidades” y la petición “sin olvidar producir felicidad” Federici cerró su visita virtual a la clase, dejando en las participantes la reflexión y discusión sobre la lucha desde sus sentires y sus propios contextos, su lucha porque se reivindique de lo que se les ha despojado y porque quieren que la vida esté en el centro. ¡Ellas luchan juntas!