La académica del ITESO señala que hay muchos factores que influyen en que la violencia se haya normalizado en el país, y afirma que es necesario que las universidades, las empresas y las organizaciones de la sociedad civil trabajen en conjunto para buscar alternativas que cambien el estado de las cosas
Las imágenes inundaron las redes sociales y los noticieros, mientras que la tinta y los terabytes de información trataban de encontrar una explicación a lo sucedido esa tarde de sábado en el estadio La Corregidora, cuando las aficiones de los clubes Querétaro y Atlas protagonizaron una escandalosa batalla campal particularmente violenta. A raíz de ese episodio del pasado 5 de marzo, volvió a ponerse sobre la mesa el tema de las violencias que aquejan al país. «Es muy sorprendente que con los niveles de violencias que experimentamos cotidianamente no haya una demanda social articulada fuerte que ponga el grito y diga ‘Basta ya'», afirma Rossana Reguillo.
La académica del ITESO comparte que el de las violencias es «un tema muy fuerte que me implica en múltiples maneras». Al tratar de explicar lo que sucede en México y por qué pareciera que las y los ciudadanos resisten niveles más grandes de violencia aparentemente sin chistar, recurre a la metáfora de la rana y el agua caliente, según la cual el anfibio no reacciona porque la temperatura va aumentando lentamente.
«El gran problema es la saturación de cifras, imágenes, noticias que abundan en la agenda y en el espacio público, pero que carecen de un relato», señala, y pone como ejemplo la masacre ocurrida a finales de marzo en un palenque clandestino donde fueron asesinadas 20 personas. «No hay un esfuerzo por poner en contexto lo que ocurre, no hay preguntas. El periodismo ha fallado al no hacer preguntas y poner en perspectiva lo importante: cómo hacer que estas historias le importen a la gente, más allá de la ‘espectacularización’ de la violencia».
Recientemente nombrada investigadora emérita del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) de México, Reguillo Cruz señala otro factor que permite esta normalización: lo que denomina «dispositivo de lejanía», en el que impera la falsa idea de que la violencia ocurre en otro lugar, «que está allá, lejos, que la llevan a cabo sujetos que son malos».
También subraya que este escenario se ve acrecentado por «actores políticos que no están haciendo su trabajo; hay otros que no nada más no hacen su trabajo, sino que además le dan la espalda a la ciudadanía y eso es gravísimo; hay actores políticos coludidos con los agresores; hay actores políticos que fueron abandonados a su suerte». Por otra parte, indica, hay una sociedad que ha sido muy golpeada y ya prefiere no informarse, «pero no ver es peligrosísimo, porque cuando tienes el monstruo de frente ya es muy tarde».
Rossana Reguillo tiene claro que no hay una receta para que la gente tenga una posición más activa y menos reactiva en el tema de las violencias. Sin embargo, también señala que, por una parte, «ya es tiempo de que las universidades asuman su papel en la sociedad, más allá de la formación y la investigación. Es necesaria una coalición que sume esfuerzos de las universidades públicas y privadas y sienten a los gobiernos para hacerles saber que esto no puede seguir así. También es necesaria una coalición de empresas con visión social. En Guadalajara, durante la administración de Felipe Calderón, hubo diferentes esfuerzos del sector empresarial para enfrentar la situación. En tercer lugar, es muy importante rearticular a las organizaciones de la sociedad civil».
FOTO: Roberto Ornelas