En el marco del Día Internacional de las Personas con Discapacidad (3 de diciembre), los miembros de la comunidad universitaria que tienen alguna discapacidad hablan sobre cómo dirigirse con ellos y los retos que tiene el ITESO en este tema.

Óscar Mora se guía por el sonido del espejo de agua para reconocer que llegó a la Plaza de los 50 años. El martilleo que hay en la construcción de un nuevo auditorio para el campus que se levanta a unos pasos de ahí le indica que está más cerca de su oficina. El pasillo entre los edificios D y E le resulta fácil de identificar porque tiene una inclinación particular, ‘a dos aguas’.

 Óscar Mora trabaja en el ITESO. Es una persona con discapacidad visual

Óscar Mora trabaja en el ITESO. Es una persona con discapacidad visual

A falta del sentido de la vista Óscar es capaz de moverse por su entorno con sus otros sentidos; cuando va por la calle, apunta, hay personas que se acercan a ‘auxiliarlo’ sin siquiera preguntarle si necesita ayuda.

No hablarle es uno de los errores más comunes en el trato que recibe de las personas que lo encuentran mientras camina o espera subirse a un camión. “No te dicen nada, te empujan, te jalan o te quieren llevar a algún lado y ni siquiera te hablan; si me preguntas te puedo contestar”.

Este egresado de Administración Financiera que labora en la Oficina de Personal del ITESO señala que lo básico para tratar con una persona con discapacidad visual, como es su caso, es comunicarse, porque no necesariamente la otra persona sabe cómo echarles la mano.

“Es simple, llega y pregunta: ‘¿necesitas ayuda?, ¿qué necesitas?, ¿qué quieres hacer?’, porque si no, en lugar de ayudarte, pueden llegar a complicarte más de lo que realmente te ayudan”.

Óscar es uno de los miembros de la comunidad universitaria del ITESO que tienen alguna discapacidad. Entre estudiantes, académicos y personal suman 11 personas.

“Háblame” y “pregúntame” son dos peticiones que se repiten al entrevistar a algunos de ellos a propósito del Día Internacional de las Personas con Discapacidad este jueves 3 de diciembre.

Estas son sus experiencias:

 

Gilberto Gutiérrez

Discapacidad auditiva

Gilberto

“La discapacidad más grande no es la visual, ni la auditiva, ni la intelectual, ni la motriz, sino el miedo”, afirma Gilberto Gutiérrez, estudiante de Mercadotecnia del ITESO, quien cambia su rol de alumno a maestro cuando imparte el taller “Lengua de señas mexicana”.

Cuenta que hay personas que le hablan exageradamente lento y subraya que eso es absolutamente innecesario. “Simplemente habla normal, porque el sordo es el único que sabe sus límites, y él te va a decir ‘no te entendí ¿puedes repetir?’, pero realmente los sordos leemos los labios, somos muy visuales”.

Gilberto dice que otro error es llamarlos sordo-mudos ya que, en realidad, la mayoría de los sordos sí pueden emitir sonidos. Él es sordo bilingüe porque conoce el lenguaje de señas y puede hablar; además domina el inglés y puede leer y escribir en francés.

Es tal la naturalidad con la que se desenvuelve que hay ocasiones en que las personas olvidan su sordera y no le muestran la cara al conversar. “Como que piensan que por el hecho de que hablo bien ya no necesito leer los labios”.

Entrar a la universidad le implicó enfrentar su miedo a hablar en público; luego, impartir los talleres de sensibilización lo ayudo a vencer ese temor. “Me atreví a muchas cosas, a darme cuenta que la discapacidad no es el problema, sino el miedo, porque el miedo es el que te limita muchas cosas, te limita a cumplir tus sueños”.

Los talleres de sensibilización de los que habla Gilberto se imparten a alumnos de primer ingreso con la intención de que se pongan en los zapatos de las personas con discapacidad y, a lo largo de la carrera, tomen en cuenta a este sector de la población en los proyectos que van a desarrollar. Textos Judith Morán y Dayanara Piña Fotos Roberto Ornelas y Luis Ponciano

 

Ángel Rangel Bocardo

Discapacidad motriz

Ángel

“El principal problema es que no nos enfrentamos con la discapacidad muy a menudo y, por ello, no sabemos lidiar con ella”, dice Ángel, estudiante de Filosofía y Ciencias Sociales, tras enumerar algunas de las situaciones que enfrenta cuando interacciona con la gente: en ocasiones le tienen lástima, lo idealizan o no piensan en ciudadanos como él cuando se hacen proyectos para la ciudad.

“Cada uno vive su discapacidad diferente; yo hablo y no tengo miedo, pero hay gente que siente pena y temor para hablar sobre su situación. Una buena solución sería acercarse sin miedo, preguntar sin juzgar a priori, buscar conocer la situación de la persona y las maneras en que nos podemos relacionar con ella, de una manera sana para ambas partes”.

Reconoce que en el ITESO hay un esfuerzo por ser una universidad incluyente, en especial en los edificios nuevos que tienen elevador, baños adaptados, pasillos y puertas anchas. Sin embargo, todavía hay espacios que es necesario adaptar, especialmente los inmuebles más antiguos del campus, además de que hace falta conciencia por parte de las personas que no respetan los accesos o los cajones de estacionamientos.

 

Marichu González Cosío Diez de Sollano

Discapacidad motriz

Profesora de ingeniería.

Profesora de ingeniería

“Yo compito por mis capacidades intelectuales, no por mis capacidades físicas. Estoy en igualdad de condiciones que cualquiera”, asegura la académica del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales del ITESO.

Para Marichu, la discapacidad no debería ser un obstáculo en el desarrollo de una carrera profesional, “pero me queda claro que la mayoría de las personas con discapacidad tienen problemas para desarrollarse plenamente; en mi caso soy bastante afortunada”.

Cuando llega al campus no viene acompañada de otra persona, y ese es precisamente uno de los retos de la discapacidad que subraya: ser independiente en la medida de lo posible. Su discapacidad motora es crónico degenerativa y ahora necesita que una persona le brinde un brazo para caminar; son sus alumnos y el personal de seguridad de la universidad quienes la ayudan.

Recuerda que una vez una persona se le acercó con el afán de auxiliarla, pero lo único que consiguió fue sacarla de balance. “Pregunta antes de tocar a la persona: ‘¿cómo te puedo ayudar?’”, aconseja. Marichu reconoce que ha habido cambios para hacer el campus más accesible –modificaciones en rampas y en los lugares de estacionamiento con pavimento en lugar de empedrado–, aunque, al igual que Ángel, considera que hace falta conciencia de parte de algunos universitarios que ocupan estos espacios.

 

Sebastián Martín del Campo

Discapacidad auditiva

Alumno con discapacidad auditiva

“Tengo entendido que muchos sordos no quieren continuar con la educación porque no logran entender y creo que hacen falta más proyectos de inclusión”, dice Sebastián, estudiante de la Licenciatura en Administración de Empresas.

Entre algunas recomendaciones que da sobre cómo tratar a personas con discapacidad auditiva está la de no hablarles con un volumen bajo. “Algunas personas me hablan como entre dientes y no les entiendo nada”. Eso le causa cierta incomodidad, y también cuando está platicando con alguien y esta persona comienza a desviar su mirada hacia los aparatos auditivos que utiliza.

Sebastián viene de Tijuana y, ahora que no vive con sus papás, se encarga de resolver todo lo que se le va presentando. Le gusta jugar futbol americano, ir al cine, escuchar música (sí) y viajar. De hecho en diciembre irá a Chiapas a vivir la experiencia del Mochilazo Jesuita. Actualmente está tomando el taller de “Lengua de señas mexicana” que imparte Gilberto.

No haber ido a una escuela para sordos, afirma, le sirvió mucho, “porque mi autoestima subió, nunca me sentí excluido. Como no se ve mi discapacidad no te das cuenta de que tengo la sordera”.

 

Fernando Navarro

Discapacidad motriz

Programador en la Oficina de Sistemas en  el ITESO, tiene parálisis motriz.

Programador en la Oficina de Sistemas en el ITESO, tiene parálisis motriz.

Durante mucho tiempo, Fernando quiso comprar un automóvil y, aunque hubo quien le dijo que no podría manejar, hoy ya tiene unos 10 años conduciendo.

“Se subestima la capacidad de la gente”, considera este programador de la Oficina de Sistemas de Información del ITESO. No es extraño, afirma, toparse con gente que le dice que no puede.

Fernando egresó de la Licenciatura en Administración en el Área de Computación en 1994 y reconoce que, tal como ocurre con miles de personas discapacidades en México, no fue fácil encontrar un empleo.

“Fuera del ITESO sí hay muchos obstáculos, o había, porque se supone que han ido bajando”, dice Fernando, quien también percibe que hace que hace falta mucha conciencia social para alcanzar la integración de este sector de la población en las calles, las escuelas y el ámbito laboral.

 

 LA DISCAPACIDAD ALREDEDOR DEL MUNDO

  • Alrededor de 6 millones de mexicanos tienen alguna discapacidad. En todo el mundo son más de mil millones de personas, según cálculos de la Organización Mundial de la Salud.
  • “Está claro que la mayoría de las personas con discapacidad tienen enormes dificultades para sobrevivir cotidianamente”, escribió el físico británico Stephen Hawking, uno de los discapacitados más conocidos a nivel global, en el prólogo del Informe mundial sobre la discapacidad de la OMS y el Banco Mundial.
  • Distintas organizaciones civiles y especialistas han cuestionado la labor del Consejo Nacional para el Desarrollo y la Inclusión de las Personas con Discapacidad y de los pocos avances registrados en México en esta materia a pesar de la existencia de la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad y de un Programa Nacional diseñado para aplicar dicha ley.