¿Será el gasolinazo la gota que derrame el vaso de una sociedad que ha sufrido despojos durante décadas? El autor plantea que este momento histórico podría representar un importante giro en la manera en que generamos y distribuimos la riqueza.
POR GUILLERMO DÍAZ, PROFESOR DEL CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y FORMACIÓN SOCIAL

En medio de la estridencia comunicativa y la inconformidad ciudadana manifiesta en las redes sociales y en las calles en rechazo al gasolinazo, intentar explicar y comprender este acontecimiento o fenómeno de nuestra realidad nacional se convierte en otro de los retos que se nos imponen como universitarios pero, sobre todo, como ciudadanos.

Ocho multimillonarios poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de este planeta, 3 mil 600 millones de seres humanos; la desigualdad no ha hecho más que aumentar en las últimas décadas

Vale la pena hacer un esfuerzo consistente por integrar pensamiento, emociones y acción.

Frente a este evento, quiero aventurar una hipótesis: en su aparente y sórdida sencillez, el gasolinazo expresa en realidad un problema complejo. A este acontecimiento anti ciudadano se suma una gran cantidad de agravios de distintas densidades contra los mexicanos: miles de muertes y desapariciones forzadas; migraciones de todo tipo; represión y criminalización de las protestas y movilizaciones sociales; incremento de la pobreza de la población y desigualdades ofensivas; inseguridad y delitos diversos provenientes del crimen organizado, entre muchas más.

El panorama nacional –con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, ahora también es global– se ha vuelto incierto y confuso, como una densa bruma que oculta el paisaje presagiando un mayor caos, pero en el que su entramado, si nos fijamos bien y de manera crítica, se vuelve transparente y nítido.

Así, desde esta transparencia, el gasolinazo significa la articulación de diversas dimensiones y procesos de la realidad social. Se trata de un fenómeno con causas y consecuencias económicas y fiscales, pero sobre todo políticas, y con fuertes impactos sociales y ambientales.

El gasolinazo impacta también en diversas escalas territoriales (desde la movilidad de personas y productos en la escala comunitaria, regional y nacional, hasta alcanzar la escala global, donde se tejen numerosos intereses geopolíticos y energéticos). Involucra, asimismo, a múltiples actores de todo tipo, particularmente a Peña Nieto y su gabinete, aunque también a los partidos políticos y su reforma energética, a la par de la aprobación del presupuesto 2017.

Ningún partido se salva de esta decisión –salvo Morena, la formación política de Andrés Manuel López Obrador– o de las reformas estructurales, todas ellas encaminadas a fortalecer la perspectiva neoliberal del modelo económico dominante.

El gasolinazo afecta al país desde diversas densidades y corrimientos, tanto el nivel micro de nuestros bolsillos, hasta el nivel macro de las políticas públicas nacionales e internacionales. Y, solo por concluir este supuesto del que parto, añadiría que el gasolinazo está involucrado en una diversidad de temporalidades.

Es decir, hacer un corte sincrónico de análisis, una especie de fotografía, nos resultaría insuficiente, de manera que un corte de tipo diacrónico sería más adecuado para acometer esta comprensión.

“A pesar de todo, múltiples resistencias y alternativas construidas desde abajo cuestionan y anuncian posibilidades de otros modelos y sistemas más humanos”

Piensen en una película que deviene desde mediados de los años 80 del siglo pasado cuando se decidió entregar nuestro petróleo y soberanía energética a los intereses privados, principalmente transnacionales, desmantelando a PEMEX y sus inversiones hasta convertir a la empresa paraestatal en una verdadera ordeña fiscal para compensar las exiguas arcas del estado mexicano, propiciadas por las exenciones y devoluciones de impuestos a las grandes corporaciones.

La Secretaría de Hacienda mantiene esquemas fiscales que la han llevado a devolver más de un billón 641 mil 400 millones de pesos de impuestos a un reducido grupo de grandes empresas en el periodo 2000-2011.

Con esa cantidad podrían haberse hecho una y mil cosas: construir 111 refinerías, dotar de presupuesto a la UNAM durante 48 años, rescatar a Chipre de su bancarrota financiera al menos nueve veces, construir 149 trenes bala, financiar durante 521 años a todos los integrantes del Sistema Nacional de Investigadores, rescatar a mil 262 empresas como Mexicana de Aviación, o enviar 50 naves espaciales como la Curiosity a Marte…

El régimen de consolidación fiscal permitió que en 2010 un grupo de 30 grupos empresariales, entre los que destacan Cemex, Telcel, Telmex, Grupo México, Bimbo, Grupo Carso, Maseca, Walmart, Saba, Bachoco, Gigante, Modelo, Televisa, Inbursa, Peñoles o El Palacio de Hierro, obtuvieran privilegios extraordinarios. (Ver el artículo de Zorayda Gallegos, “Lo que Hacienda devolvió a los empresarios”, en la revista Emeequis del 1 de abril de 2013).

La desigualdad entre seres humanos, más grave que nunca

Se puede afirmar que somos víctimas –y lo hemos sido casi de manera pasiva y cómplice–de un auténtico “atentado terrorista” perpetrado contra los mexicanos por los poderes fácticos de ayer, de hoy y, esperemos desde la acción, que no de siempre.

En efecto, asistimos desde hace casi cuatro décadas a un “clásico complot” organizado desde arriba, desde las élites mundiales, quienes fueron capaces de imponer a fuerza de ideología y cañones su “racionalidad desarrollista” de nueva dominación: un “modelo neoliberal de desarrollo” para unos cuantos, menos del 1% de la población mundial, y un “antimodelo de vida” para el restante 99%.[1]

A pesar de todo, a la manera de los críticos de la historia, múltiples resistencias y alternativas construidas desde abajo, en los márgenes sociales, económicos y políticos del sistema, cuestionan y anuncian posibilidades de otros modelos y sistemas más humanos, justos e incluyentes, en armonía con la vida del planeta. Resistencias y alternativas combinadas de esperanza y realidad como las “comunidades en transición” en más de mil 200 comunidades del norte; eco aldeas esparcidas en múltiples territorios del sur; cientos de miles de experiencias colaborativas y cooperativas de producción agroecológica sustentable y en armonía con la madre tierra, intercambio justo y consumo responsable, producción de energías renovables, limpias y sostenibles; iniciativas políticas ciudadanas que cuestionan el status quo de las instituciones tradicionales. Ejemplos sobran.

Si la esperanza del pensador francés Edgar Morin se funda en “lo improbable”, para los cristianos la esperanza ocurre contra toda esperanza. Ya bien lo ha dicho el Papa Francisco en dos de sus principales encíclicas:

  • En Laudato si’. Sobre el cuidado de la casa común, cuestiona el crecimiento económico voraz, irresponsable e insostenible guiado por el concepto “mágico” del mercado como regulador de todo y propone cambiar el modelo de desarrollo global, donde la economía y la política se pongan al servicio de la vida.
  • En Evangelii Gaudium. La alegría del evangelio, afirma que el capitalismo salvaje es el causante de la crisis, debido a que ha impulsado la lógica de la obtención de provecho a cualquier costo, de explotar sin mirar a las personas.

La Comisión Episcopal mexicana para la Pastoral Social afirma que, ante esta crisis, se tiene la oportunidad de generar estrategias creativas que impulsen a cambiar el sistema económico.

Frente al sistema capitalista salvaje y depredador, sufrido por tantos y gozado por pocos, convertido en barbarie global y destructor del planeta y de la vida que conlleva, es preciso levantar el pensamiento, la formación y la acción para construir alternativas para la vida y desde la vida.

El gasolinazo es una prueba más para nuestra capacidad ciudadana de transformar las injusticias en nuestro país y puede ser la gota que derrame nuestro vaso, luego de casi 40 años de entregar nuestra soberanía y dignidad vitales. Foto Archivo

 

[1] Numerosos estudios sobre las desigualdades mundiales emergen últimamente por todo el mundo: desde el famoso libro de Thomas Piketty  (2014 – El capital en el siglo XXI, Fondo de Cultura Económica), hasta los informes anuales de OXFAM Internacional y OXFAM México (bit.ly/2jtS4G1), o el Informe Mundial sobre Ciencias Sociales de la UNESCO, publicado en 2016: Afrontar el reto de las desigualdades y trazar vías hacia un mundo justo.