Patricia Urzúa, Mónica del Arenal y Mónica Ashida, tres motores de la cultura, el patrimonio y el arte en Guadalajara, dialogaron en la Casa ITESO Clavigero sobre los orígenes, retos y satisfacciones de su trabajo, invitadas por el festival Entropia.

De no haberse dedicado a la conservación y divulgación del patrimonio arquitectónico, a Mónica del Arenal le habría gustado ser bailaora de flamenco. De no haberse dedicado a la promoción del arte y la cultura, Patricia Urzúa habría optado por la dirección cinematográfica. Mónica Ashida no se imagina haciendo otra cosa que no sea algo relacionado con el apoyo a las artes plásticas, aunque de niña pasó por su cabeza ser veterinaria.

Mónica Ashida, Patricia Urzúa, Mónica del Arenal y Jorge Tejeda

Mónica Ashida, Patricia Urzúa, Mónica del Arenal y Jorge Tejeda

Hoy, Del Arenal, egresada de Arquitectura por el ITESO, es la directora del Museo de la Ciudad (http://bit.ly/1h0SglZ) (Independencia, 684); Urzúa lo es del Museo Raúl Anguiano (http://bit.ly/1epi8Oz) (ubicado en Mariano Otero y Niños Héroes) y Ashida es la responsable de la Dirección de Artes Plásticas de la Secretaría de Cultura de Jalisco, con sede en el Ex Convento del Carmen (http://bit.ly/1FVeXIQ) (Juárez, casi esquina Federalismo).

Este trío, invitado por el festival Entropia, se reunió la noche del martes 24 de marzo en la Casa ITESO Clavigero para conversar sobre los orígenes de su vocación, los problemas a los que se enfrenta un gestor del arte y la cultura en México, la misoginia en Guadalajara y las estrategias que implementan para acercar sus respectivos proyectos a la ciudadanía.

Las preguntas las lanzaba el moderador y también arquitecto del ITESO Jorge Tejeda, quien decidió escarbar en los primeros años de las invitadas: ¿qué pasó en sus infancias para que se interesaran por la cultura?

Del Arenal, nacida en Pachuca pero quien pasó su infancia y adolescencia en la Ciudad de México, recordó que sus padres la obligaban a ir a unos “aburridísimos paseos dominicales por conventos del Siglo XVI, en Hidalgo”, pero que de alguna manera dejaron una huella en la fundadora del proyecto Albertina, dedicado a la conservación y divulgación del patrimonio cultural.

“Una puede tomarse a mal episodios traumáticos de la infancia y hacer de tu vida un desastre y agarrarte de eso para justificarte… o todo lo contrario: esto que no me gustó de mi vida lo quiero cambiar y quiero sublimar de alguna manera estas frustraciones o estas obsesiones y quiero construir algo, quiero cambiarle el final a la historia. Me interesa mucho el pasado de la ciudad, pero me interesa mucho más su presente”, aseguró Del Arenal.

Además, tuvo la suerte, añadió, de que en el ITESO le diera clases Ignacio Díaz Morales, una referencia de la arquitectura jalisciense del Siglo XX. “Hablaba de arquitectura, pero también de música, de literatura y de poesía”.

Urzúa habló del cine que veía gracias a su madre, de cómo Alfred Hitchcock se convirtió en su director favorito, del interés familiar que siempre hubo por las artes o de sus primeras incursiones en los recintos culturales tapatíos, como cuando pidió trabajo en el Museo Regional a principios de los 80.

Para Ashida el tema no tiene vuelta de hoja: su hermano Carlos Ashida (uno de los creadores, promotores y curadores de arte más importantes de México, egresado de Arquitectura del ITESO) fue quien la acercó a estos menesteres. En casa, con sus padres, eran constantes las visitas a galerías, exposiciones, montajes y demás fases o aspectos de la construcción de una exposición.

Guadalajara, las mujeres y los hombres

Hacia el final de la charla, Tejeda preguntó: ¿Guadalajara es misógina?

“Sí, pero ha ganado muchísimo campo la mujer. A mí me tocó vivir una Guadalajara mucho más misógina y ha cambiado y lo he vivido”, señaló Urzúa, quien observa importantes transformaciones, cristalizadas en el hecho de que está subiendo el número de mujeres que estudian o se involucran en algún aspecto del ámbito cultural, ya sea como promotoras, periodistas, gestoras o artistas.

“Comparada con otros lugares sí”, respondió Del Arenal. “Aquí sí hay distinción entre si eres hombre o mujer y en otros países sí eligen a quien trabaja por si eres capaz de hacer algo, no porque seas hombre o mujer. Pero creo que está cambiando muchísimo y muy rápido [ha sido profesora en el ITESO y otras universidades], y veo que mis alumnos y alumnas se comportan de una manera completamente distinta”.

Ashida dijo que a ella no le ha tocado experimentar la misoginia, aunque sí reconoció que más allá de sus vivencias, la ciudad se caracteriza por ser muy conservadora y tradicionalista respecto a cómo define los roles que “deberían” ejercer las mujeres.

“Nos toca superar el hecho de que la mujer tenga que ser reconocida por ser mujer; una mujer debe ser reconocida por su calidad y trabajo”, apuntó.

Picar piedras y más piedras

Históricamente, la cultura no ha estado nunca en los primeros lugares de las prioridades gubernamentales o privadas en México, por lo que cada espacio debe buscar la manera de sobrevivir, adaptarse, estirar los presupuestos y hacer llegar sus propuestas a la ciudadanía.

“Gestionar, gestionar y gestionar” es la fórmula de Urzúa, quien desde el Museo Raúl Anguiano mueve por igual exposiciones nacionales e internacionales, proyecciones de películas, talleres o conferencias.

Más allá de la precariedad a la que se enfrentan, en ocasiones también ocurre, mencionó Ashida, que los artistas –que en Jalisco no son pocos– no saben vender sus proyectos o incluso armar profesionalmente sus currículums, lo cual impide su correcta divulgación, ya que hay poco tiempo y poca gente para evaluarlos.

Un aspecto central en la labor de un gestor cultural es detectar las necesidades de la comunidad y atenderlas. En el caso del Museo de la Ciudad han sido un éxito las rondas, los paseos y recorridos guiados por expertos que periódicamente organiza por diversos espacios con valor natural y arquitectónico en la ciudad y sus alrededores, por ejemplo a la zona del Parque Agua Azul, a los mercados modernos de la ciudad, a las casas de Luis Barragán o al corredor biológico de la sierra de Ahuisculco-Bosque la Primavera.