Ella es la tercera generación de su familia en dedicarse a la orfebrería, siguiendo los pasos de su abuelo y sus tíos

Por Alejandro Herrera

Todos buscamos regresar a nuestros orígenes. Esto es algo que podemos deducir al conocer la historia de Alejandra Aguirre. Una arquitecta egresada de la Universidad de Guadalajara, que a raíz de la pandemia de covid–19 decidió retomar el oficio que ha distinguido a su familia durante generaciones. Así, se convirtió en la tercera generación de los Aguirre en dedicarse a la orfebrería, siguiendo los pasos de su abuelo y sus tíos. En su primer año como orfebre su talento no pasó inadvertido y en 2023, en la Roma Jewelry Week, ganó el premio Elena Donati; éste fue su primer concurso y, por supuesto, su primer galardón como orfebre.

Alejandra Aguirre es una mujer que va más allá de su papel como arquitecta u orfebre. Es una creadora incansable que ha buscado aprender y reinterpretar las técnicas heredadas de las anteriores generaciones de su familia, integrando, además, su conocimiento arquitectónico para influir en la forma y el espíritu de sus obras. Su ópera prima, la pieza “Pareti palpitante”, el broche con el que ganó el premio Elena Donati, más que una joya, es una manifestación que revela la esencia de su autora. Destaca especialmente por el uso del ópalo de fuego, originario de Jalisco, extraído de las minas de Magdalena, en las afueras de Guadalajara. Este elemento no sólo realza la pieza, también nos conecta con las raíces de Alejandra. Además, captura la silueta de la Casa Estudio Luis Barragán a través del Nunome Zogan, una técnica japonesa de incrustación de metales preciosos en la que el metal principal es el shibuishi —una aleación japonesa—, y es esta pieza la que describe de mejor manera su ruta, el cual la ha llevado por distintos caminos artísticos, pero siempre llevando la herencia más grande que le dio su familia, “la creatividad”; ya sea al crear una pieza con técnicas experimentales japonesas o al diseñar espacios arquitectónicos, es obvio que la creatividad que tanto fluye en su familia ha irradiado todos los caminos que esta joven artista abre a su paso. Así, en su proyecto de joyería Reveri, Alejandra toma una posición reflexiva por medio de formas y siluetas orgánicas como una manera de conversar con ella misma y con los demás; Alejandra cuenta historias de nostalgia y transformación, historias de los cuerpos y cómo, junto con todo lo que nos rodea, forjamos nuestro destino y nuestra propia historia, llevando la joyería y el arte a un plano personal e íntimo.

Dijo Fellini que “todo arte es autobiográfico”, y en ese sentido Alejandra Aguirre es una artista que nos cuenta de manera honesta a través de sus obras no sólo la historia de su camino como orfebre, sino la historia de su familia, la historia de su ciudad natal y la historia de su propia vida, mostrándonos cómo a través de un arte tan antiguo como la orfebrería es posible seguir contando nuevas historias.

Alejandro Benjamín Herrera Topete es estudiante de la Licenciatura en Diseño de Indumentaria y Moda en el ITESO. Este artículo es parte de la investigación “Las joyas de la familia Aguirre. Retrato de la industria joyera en el AMG a través de tres generaciones” que realiza en el PAP “Mirar la ciudad con otros ojos” en el periodo Primavera 2025.