Claudia Hunot Alexander dictó la conferencia «Retos actuales para promover la adherencia a patrones de alimentación: ¿por qué comemos lo que comemos?» como parte de las actividades por el décimo aniversario de la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos
«¿Qué define lo que comemos?», se leía en el encabezado de una diapositiva que tenía como respuesta distintos factores que van desde el costo de los alimentos, la cultura, las preferencias determinadas biológicamente hasta cuestiones como la contaminación y el racismo estructural.
Claudia Hunot Alexander, doctora en Comportamiento Alimentario por la University College London, indicó los aspectos que los nutriólogos deben tomar en cuenta en su ejercicio profesional durante la conferencia magistral «Retos actuales para promover la adherencia a patrones de alimentación: ¿por qué comemos lo que comemos?», celebrada el miércoles 24 en el Auditorio Pedro Arrupe, SJ.
La conferencia fue parte de una serie de actividades que organizó la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos del ITESO con motivo de su décimo aniversario.
La académica explicó que un patrón de alimentación es el equilibrio entre la variedad y combinación de alimentos que normalmente consume una persona. Y resaltó que los más saludables incluyen verduras, frutas frescas, leguminosas y nueces, son bajos en azúcares y grasas saturadas.
«Pero para poder hablar de patrones de nutrición necesitamos tocar temas como el entorno físico, la disponibilidad de recursos, las actitudes y los valores sociales que tengamos hacia lo que comemos, los usos que le damos a nuestra alimentación ya sea por lujo o por placer, así como nuestras tradiciones y costumbres en cuanto a lo que sería un estatus o interacción social. También importa el simbolismo que cada uno le demos a los alimentos y el ciclo productivo en el que se encuentran esos alimentos y de donde los adquirimos», dijo.
El contexto del individuo tiene un impacto en la conducta alimentaria de las personas, ya que «de alguna forma va a determinar el patrón de alimentación que vamos a seguir».
Las deudas, la desinformación sobre nutrición que se brinda en medios de comunicación y la seguridad alimentaria, todo influye en la alimentación.
Hunot señaló que en México 59 por ciento de los hogares se identifican con algún grado de inseguridad alimentaria y 20 por ciento está en el rango de inseguridad alimentaria de moderada a severa, lo anterior como resultado de la pandemia por Covid-19.
«¿Podemos asumir que la gente va a tener un patrón de alimentación saludable porque es lo que les vamos a recomendar?», preguntó a estudiantes, docentes y egresados de la carrera de Nutrición presentes.
La doctora, quien estuvo a cargo del diseño de la licenciatura del ITESO, se refirió a la investigación «Creación de consenso en torno a la conceptualización e implementación de dietas saludables y sostenibles: una base para los responsables de la formulación de políticas», que aborda la posibilidad de construir políticas alimentarias en grupos inter e intra disciplinarios para resolver los problemas de nutrición.
En ese estudio se revisan los sistemas alimentarios disfuncionales y su relación con temas como la degradación ambiental, conversiones de tierra, emisiones de gases, la pérdida de la biodiversidad, deforestación y las cadenas de suministros de alimento, en las que la producción y el consumo están ligados al desperdicio de alimentos. «Los cambios climáticos que estamos viviendo realmente tienen un impacto en la salud pública y esto lo vemos en relación a temas de la seguridad alimentaria, la disminución del acceso al agua, eventos ambientales extremos que estamos viviendo. Esa es nuestra realidad», añadió.
Quizá, dijo a las y los estudiantes y profesionales de la nutrición que se encontraban en el auditorio, «las recomendaciones o guías alimentarias que den deberán tener como sustento bases de datos de los alimentos que se producen en los países donde vivimos. Esos serán algunos de los cambios que necesitamos empezar a generar».
Alimentar la esperanza
Catalina Morfín, titular de la Dirección General Académica del ITESO, señaló que durante los diez años de la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos se «han formado profesionales competentes y comprometidos con el diseño y la administración de programas y servicios alimentarios, con la innovación y el mejoramiento de la calidad nutrimental y sanitaria de la población».
También destacó que desde la licenciatura se ha impulsado el autocultivo, el rescate de las culturas tradicionales y el manejo sustentable de los alimentos para mitigar el impacto de la depredación ambiental.
La directora general académica mencionó algunos de los proyectos de esta carrera y anunció que este año se trabaja en un «laboratorio agroecológico interdisciplinar para la producción sostenible y saludable de alimentos y para la promoción de una cultura alimentaria alternativa».
Agregó que el desafío de la carrera y de la universidad es centrarse en las personas y en la sociedad. «Si esto sucede, no nos estaremos supeditando al dictado de la economía y el mercado con el consiguiente empobrecimiento moral y la creación de abismos cada vez mayores entre los que tienen y los que no tienen nada. Así debemos alimentar continuamente la esperanza de que podemos encontrar el camino para construir una mejor ciencia y al mismo tiempo una mayor conciencia».
FOTOS: Roberto Ornelas